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El domingo 20 de marzo en Madrid, los cazadores utilizaron al mundo rural para su propio y siniestro beneficio, que no es otro que continuar matando a todos los animales a los que asesinan legalmente. Con cinismo y desvergüenza, y para no dejar de darle rienda suelta con impunidad a su sociopatía, usaron los problemas reales de una gente como esos agricultores que tan a menudo denuncian las tropelías que los escopeteros perpetran en su entorno profesional y familiar.
Dos cazadores, padre e hijo, disparaban en un camino junto a unas viviendas en Casarrubios del Monte. Un vecino les recriminó y el escopetero más joven le golpeó con la culata de su arma en la cara (ha perdido un ojo), encañonando después al herido y a su hijo mientras les amenazaba de muerte.
Asegura un cazador que ellos no se meten con nadie. Es decir, que todas las personas que matan o hieren en "accidentes", todos los animales a los que disparan y acuchillan en sus "lances", todos los perros "inservibles" para cazar que abandonan o liquidan, son nadie para ellos. Y usted, sr. Luis Planas Puchades, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, pide cuidar la caza asegurando que es un deporte como el fútbol.
Hace muy pocos días la página de escopeteros Jara y Sedal publicaba –con tono de hazaña- que J.A.B.S. había matado en la Sierra de Gredos el macho montés con el trofeo más grande de 2021. En el desarrollo de la “proeza cinegética” cuenta este adicto a terminar con vidas de seres inocentes que no tenía pensado ir a cazar ese domingo, pero le avisaron de que habían visto a ese animal después de dos años cuando ya pensaban que se había muerto.
Esta noche me apetecía ver una película de esas que no son de pensar, de las sencillas, básicas y que no fueran un pastelón. Nada más abrir Prime video he visto una película que me ha llamado la atención, se titulaba “Cazadores de leyendas”, la portada era un estilo a las de Indiana Jones, así que, como no tenía tráiler, me he leído de qué iba y me he aventurado a verla.
Rompe el alma escuchar a niños decir que sus padres les pegan lo normal, pero no lo hace menos verles jugar con rifles o sonreír orgullosos junto al corcito al que acaban de reventarle las entrañas de un disparo. O de varios. Los niños no son propiedad de sus padres y educarlos en el uso de las armas o en el matar por pasatiempo debe tipificarse como delito.
Tal como dispone la Ley de Caza y Pesca, “los daños causados por la fauna cinegética en la agricultura se indemnizarán por quienes resulten responsables conforme a la Legislacion Civil”, y de hecho, a través de la gestión de los cotos en la época en la que está permitida la caza, el exceso de poblaciones se regulan a través de la caza, principalmente jabalíes, corzos o ciervos, y en la zona sur en la margen derecha del Río Ebro ocasionadas por conejos.
Valga (Pontevedra): Javier Bello, de 46 años, mata a su mujer María José Aboy, de 43, con un tiro de su escopeta de caza.
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