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El balonmano no entiende de edades

Jorge Dargel
Jorge Dargel
viernes, 23 de febrero de 2007, 12:57 h (CET)
No quiero ser repetitivo ni constante con mis artículos sobre balonmano, pero cada semana, antes de ponerme a escribir, pienso un tema interesante o de actualidad para este diario, y casi siempre, me viene a la mente algo de este deporte. Y es que no todo es fútbol o Real Madrid y Barcelona. Con estas columnas pretendo animar a los lectores para que tengan interés en esto del balonmano y no lo vean como algo raro o aburrido.

En esta ocasión, el tema que me ha venido a la cabeza, ha sido la edad de los jugadores de balonmano. Se habla mucho en el fútbol si un jugador de elite con 34 años debe retirarse o seguir a un nivel menos exigente como resulta ser la Primera División, la Premier, el Calcio o la Bundesliga. Pues bien, en el balonmano no ocurre esto, ya que muchos de los mejores jugadores del mundo sobrepasan la barrera de los 34 ó 35. Por poner un ejemplo, cito a los Barrufet (35), Skrbic (37), Uríos (36), Hombrados (34), Dujshebaev (38), Svensson (38), Garralda (36), Krivohslykov (34), Mariano Ortega (35), Rajic (40)… Y eso que no entro en el resto de ligas europeas, porque terminaría por aburrirles.

Y es que los jugadores de balonmano están hechos de otra pasta. No lo digo yo, lo dicen los médicos y fisioterapeutas, que se asombran de la capacidad física y de recuperación de los balonmanistas de primer nivel. Esos nombres y otros muchos más, tienen un rendimiento espectacular, siendo una referente en sus equipos o en la selección. Además, aguantan un infernal calendario (algunos jugadores pueden pasar de los 200 partidos), que otros deportistas como los futbolistas, pondrían el grito en el cielo. Algunos de los mejores jugadores del mundo y de la historia siguen en activo, como son los casos de Talant Dujshebaev o Jackson Richardson (37). Mención especial cabe el primero, que tras su retira de las pistas hace dos temporadas, ha vuelto al meollo por la lesión de Uros Zorman, combinando su labor de entrenador con la de jugador. Y no crean que le costó mucho `ponerse las pilas´. Tras una `puesta a punto´, el gran central, ha cogido la batuta y como un gran director de orquesta, lleva a su equipo con la maestría que nos tenía acostumbrados. Dile a un jugador de fútbol que en apenas quince días, vuelva a disputar un partido en la máxima competición después de un año y medio de inactividad.

Algunos de los hombres que cité anteriormente, en el pasado Mundial de Alemania tuvieron una actuación sobresaliente, mostrando que la edad no es una barrera si se tiene ganas, ilusión y calidad. Rolando Uríos, pivote del Ciudad Real y de la Selección, cuajó quizás, la mejor competición internacional de su vida con 36 primaveras. Pero los que también sobresalen por encima del resto, son los porteros de balonmano. Es digno de ver y comprobar cómo se entrenan los guardametas de este deporte. Si miramos en España, Hombrados y Barrufet, dos `jovenzuelos´, son sin lugar a dudas, la mejor dupla de cancerberos internacionales. La portería, quizás, sea el puesto donde mejor se refleja lo que comento en este artículo. Los Svensson, Abati, Frizt, Sola, Lapjne… pasan de los treinta, pero siguen siendo piezas insustituibles para sus clubes o combinados nacionales. Si hacemos memoria, la larga carrera deportiva de los porteros no es una novedad, ya que me remonto a los Lorenzo Rico, Jaume Fort, Buligan o el difunto Vladimir Rivero. Estos guardametas han marcado un antes y un después. Sería interesante poder estudiar cómo unos `armarios´ de dos metros, pueden tener esa flexibilidad y movilidad ante los duros y rápidos lanzamientos de este deporte.

Y es que el balonmano no entiende de edades. Hay `cracks´ que despuntan pronto, pero por norma general, la madurez y el despunte deportivo de los jugadores no llega antes de los 27 ó 28. Incluso me atrevo a decir más. En muchos de los casos, no es después de los 30 cuando se da lo mejor de uno mismo. Además, puedes estar en la elite hasta que tu cuerpo aguante y como he comentado antes, estas `máquinas´ tienen cuerda para rato. No sé lo que tiene el balonmano, pero engancha y si no, que se lo pregunten a los Rajic, Dujshebaev, Svensson, etc. ¡Ah, se me olvidaba! No quiero dejar en el olvido a Chepkin. El pivote hispano-ruso ha vuelto a ponerse una camiseta después de unas cuantas temporadas retirado. Si quieren verle, jugará en la Segunda catalana. Puede ser una explicación que al empezar por norma general más tarde en la máxima competición, la vida deportiva y el buen rendimiento sean más longevos que en otras disciplinas. Pero creo que hay otra razón más importante. El balonmano es otra forma de entender la vida y el deporte, donde el dinero, la popularidad o el marketing son cosas secundarias.

 
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