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En 2013 los residentes del estado consumieron una media de 16,9 litros de vino por persona, más que todos los demás estados menos Vermont y New Hampshire

¿Por qué no vender vino por internet en Massachusetts?

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MASSACHUSETTS ES HOGAR de algunos de los enófilos más entusiastas del país, y Rick Libby, de Ipswich, es uno de ellos. Libby es propietario de una bodega de California y fundador de El Viñedo Itinerante, que promociona y vende caldos a través de la organización de catas caseras a domicilio por todo el país. Su pasión por el vino le empapa de buen humor; en su página y su contestador, Libby se presenta como "la animadora jefe y máximo estrujador".

Pero cuando tocamos el tema de la regulación del consumo — en particular la barroca ordenanza de su estado natal que prohíbe la venta de vino directa al consumidor — Libby se siente frustrado.

"Me han dado una verdadera lección de civismo", decía el otro día, cuando llamé para preguntar por los progresos que ha visto desde que prestó testimonio en el Congreso de California el pasado otoño, en apoyo a un proyecto de ley, el H. 294, que permite la venta directa de vino a los residentes de Massachusetts desde bodegas de otros estados. "He aquí algo de lo que casi todo hijo de vecino es partidario — la oportunidad de corregir por fin una ordenanza desfasada que debería de haber desaparecido con el movimiento de moderación del consumo de alcohol en el siglo XIX". La legislación, elaborada por el congresista de Danvers Ted Speliotis, se ha granjeado el apoyo de los enófilos, desde el Gobernador Deval Patrick, que ha declarado que estará encantado de aprobar el anteproyecto, al antiguo defensa de los New England Patriots Drew Bledsoe, que ahora dirige Bodegas Doubleback en Washington State.

No parece haber grandes dudas de que el proyecto de ley saldrá adelante si es sometido al pleno. Pero permanece en el aire, para extrañada consternación de Libby. "¿Cómo puede quedar en medio de ninguna parte algo tan popular?" se lamenta. "Está pasando algo que no comprendo".

Pero Speliotis, que durante 25 años ha fichado en la Legislatura, no está sorprendido. Las leyes que regulan las bebidas espirituosas en Massachusetts "no han cambiado gran cosa desde los años 30", dice. Tampoco los desfasados argumentos en contra de levantar restrictivas leyes al vino. "El miedo es que si el consumidor compra vino por internet y a domicilio, se dejará de hacer caja en el pequeño negocio". Por supuesto, según esa lógica, los legisladores deberían de prohibir al consumidor de Massachusetts comprar a domicilio cualquier cosa que puedan comprar en una tienda local.

Pregunto a Speliotis por la reacción que se produciría si los libreros de Massachusetts presionaran por la prohibición de la compra de libros directamente al editor, o si las tiendas de ropa exigieran que L. L. Bean o Land's End tuvieran prohibido vender género a los residentes del estado. "Buena suerte", se ríe.

Como todas las barreras proteccionistas, la restricción a los vinos de Massachusetts perjudica a muchos en beneficio de unos cuantos. Los principales beneficiarios son cada uno del puñado de mayoristas y distribuidores del estado, que disfrutan de un control prácticamente monopolista de la venta de vinos producidos en bodegas de otros estados. Si los mayoristas no tienen en catálogo una referencia enológica concreta, las tiendas de Massachusetts no pueden venderla a los clientes y los restaurantes no pueden servirla a los comensales. Pero con más de 7.000 bodegas de todo tamaño en Estados Unidos, miles de vinos nuevos se embotellan cada añada — muchas más referencias de las que facilita el mayorista a cualquier tienda. Eso significa que incontables referencias están vetadas para el consumidor de Massachusetts, aun cuando están a disposición de los habitantes de los demás estados. Y muchos vinos que se venden a nivel local a menudo cuestan mucho más de lo que costarían si no fuera por el generoso sobrecargo que se embolsa el intermediario.

Sólo unos cuantos estados (en rojo) siguen prohibiendo a los residentes comprar vino en internet y recibirlo directamente a domicilio. Massachusetts se equipara en esta categoría con Mississippi, Utah y Oklahoma, entre otros con los que no suele coincidir. (Mapa cortesía de Free the Grapes!) Todos los estados menos 10 permiten ya la venta de vinos directamente al consumidor. ¿Por qué, se pregunta Rick Libby, sigue bloqueando una reforma tan evidente un estado tan "progresista e innovador como Massachusetts"?.

La venta minorista de vinos no es una polémica entre derecha e izquierda, pero es difícil no reparar en que la mayoría de los reductos que quedan — incluyendo Mississippi, Utah, Kentucky, Arkansas, Oklahoma, Dakota del Sur y Alabama — no son estados con los que los legisladores de Massachusetts coincidan normalmente por motivos de solidaridad o referencia ideológica. (Los dos restantes son Pennsylvania y Delaware). Pocos de ellos son famosos por su apasionado interés en el vino. Ordene los estados según el consumo de vino per cápita, y la mayoría de los que siguen bloqueando la venta de vino directa al consumidor se agolpan cerca casi del final de la lista.

Pero Massachusetts no. En el año 2013, los residentes del estado consumieron una media de 16,9 litros de vino por persona, más que todos los demás estados menos Vermont y New Hampshire. (En Utah y Mississippi, en comparación, los residentes beben al año apenas 3 litros per cápita). Ha llovido mucho desde que la rectitud Puritana censuraba la enofilia de Massachusetts. Es hora de que las arcaicas ordenanzas del vino en el estado se pongan al día.

¿Por qué no vender vino por internet en Massachusetts?

En 2013 los residentes del estado consumieron una media de 16,9 litros de vino por persona, más que todos los demás estados menos Vermont y New Hampshire
Jeff Jacoby
lunes, 7 de abril de 2014, 06:20 h (CET)
MASSACHUSETTS ES HOGAR de algunos de los enófilos más entusiastas del país, y Rick Libby, de Ipswich, es uno de ellos. Libby es propietario de una bodega de California y fundador de El Viñedo Itinerante, que promociona y vende caldos a través de la organización de catas caseras a domicilio por todo el país. Su pasión por el vino le empapa de buen humor; en su página y su contestador, Libby se presenta como "la animadora jefe y máximo estrujador".

Pero cuando tocamos el tema de la regulación del consumo — en particular la barroca ordenanza de su estado natal que prohíbe la venta de vino directa al consumidor — Libby se siente frustrado.

"Me han dado una verdadera lección de civismo", decía el otro día, cuando llamé para preguntar por los progresos que ha visto desde que prestó testimonio en el Congreso de California el pasado otoño, en apoyo a un proyecto de ley, el H. 294, que permite la venta directa de vino a los residentes de Massachusetts desde bodegas de otros estados. "He aquí algo de lo que casi todo hijo de vecino es partidario — la oportunidad de corregir por fin una ordenanza desfasada que debería de haber desaparecido con el movimiento de moderación del consumo de alcohol en el siglo XIX". La legislación, elaborada por el congresista de Danvers Ted Speliotis, se ha granjeado el apoyo de los enófilos, desde el Gobernador Deval Patrick, que ha declarado que estará encantado de aprobar el anteproyecto, al antiguo defensa de los New England Patriots Drew Bledsoe, que ahora dirige Bodegas Doubleback en Washington State.

No parece haber grandes dudas de que el proyecto de ley saldrá adelante si es sometido al pleno. Pero permanece en el aire, para extrañada consternación de Libby. "¿Cómo puede quedar en medio de ninguna parte algo tan popular?" se lamenta. "Está pasando algo que no comprendo".

Pero Speliotis, que durante 25 años ha fichado en la Legislatura, no está sorprendido. Las leyes que regulan las bebidas espirituosas en Massachusetts "no han cambiado gran cosa desde los años 30", dice. Tampoco los desfasados argumentos en contra de levantar restrictivas leyes al vino. "El miedo es que si el consumidor compra vino por internet y a domicilio, se dejará de hacer caja en el pequeño negocio". Por supuesto, según esa lógica, los legisladores deberían de prohibir al consumidor de Massachusetts comprar a domicilio cualquier cosa que puedan comprar en una tienda local.

Pregunto a Speliotis por la reacción que se produciría si los libreros de Massachusetts presionaran por la prohibición de la compra de libros directamente al editor, o si las tiendas de ropa exigieran que L. L. Bean o Land's End tuvieran prohibido vender género a los residentes del estado. "Buena suerte", se ríe.

Como todas las barreras proteccionistas, la restricción a los vinos de Massachusetts perjudica a muchos en beneficio de unos cuantos. Los principales beneficiarios son cada uno del puñado de mayoristas y distribuidores del estado, que disfrutan de un control prácticamente monopolista de la venta de vinos producidos en bodegas de otros estados. Si los mayoristas no tienen en catálogo una referencia enológica concreta, las tiendas de Massachusetts no pueden venderla a los clientes y los restaurantes no pueden servirla a los comensales. Pero con más de 7.000 bodegas de todo tamaño en Estados Unidos, miles de vinos nuevos se embotellan cada añada — muchas más referencias de las que facilita el mayorista a cualquier tienda. Eso significa que incontables referencias están vetadas para el consumidor de Massachusetts, aun cuando están a disposición de los habitantes de los demás estados. Y muchos vinos que se venden a nivel local a menudo cuestan mucho más de lo que costarían si no fuera por el generoso sobrecargo que se embolsa el intermediario.

Sólo unos cuantos estados (en rojo) siguen prohibiendo a los residentes comprar vino en internet y recibirlo directamente a domicilio. Massachusetts se equipara en esta categoría con Mississippi, Utah y Oklahoma, entre otros con los que no suele coincidir. (Mapa cortesía de Free the Grapes!) Todos los estados menos 10 permiten ya la venta de vinos directamente al consumidor. ¿Por qué, se pregunta Rick Libby, sigue bloqueando una reforma tan evidente un estado tan "progresista e innovador como Massachusetts"?.

La venta minorista de vinos no es una polémica entre derecha e izquierda, pero es difícil no reparar en que la mayoría de los reductos que quedan — incluyendo Mississippi, Utah, Kentucky, Arkansas, Oklahoma, Dakota del Sur y Alabama — no son estados con los que los legisladores de Massachusetts coincidan normalmente por motivos de solidaridad o referencia ideológica. (Los dos restantes son Pennsylvania y Delaware). Pocos de ellos son famosos por su apasionado interés en el vino. Ordene los estados según el consumo de vino per cápita, y la mayoría de los que siguen bloqueando la venta de vino directa al consumidor se agolpan cerca casi del final de la lista.

Pero Massachusetts no. En el año 2013, los residentes del estado consumieron una media de 16,9 litros de vino por persona, más que todos los demás estados menos Vermont y New Hampshire. (En Utah y Mississippi, en comparación, los residentes beben al año apenas 3 litros per cápita). Ha llovido mucho desde que la rectitud Puritana censuraba la enofilia de Massachusetts. Es hora de que las arcaicas ordenanzas del vino en el estado se pongan al día.

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