Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Antes muerto que en silencio
Así nos va, tantos amigos por aquí, tantos amigos por allá

Decir amigo...

|

Se nota que voy entrando en los años a regañadientes, que voy sumando y la suma me desgasta. Mis hijos crecen, se hacen mayores mientras que yo me voy haciendo viejo. Ya cierran algunas amistades, atisban quiénes pueden ser y son sus amigos. Empiezan a conocer el significado y el valor de la amistad… Amigo, una palabra mayúscula y tan difícil de conseguir…Y un cuerno. Porque, bueno, los hay que los tienen hasta entre los dedos de los pies cual pelotillas roñosas.

Os cuento. Ésta mañana, por ayer, un conocimento me dice: “Joer, Tomás, no sé yo que habré hecho mal en la vida, pero yo amigos de éstos que pululan por ahí como que no tengo, no. Tú me dirás. Mira Luis Díaz Alperi. Ex alcalde de Alicante, diputado autonómico e imputado hasta la caspa de las cejas. Le llega el gerente del puerto deportivo de la ciudad, Javier Palacio y le dice. ¿Qué quieres amarrar el catamarán? Pues nada, te lo dejo gratis, que para eso eres mi amigo, faltaría más, que hemos mamado la misma teta casi. Y 14.000 euros que se ahorra el pobre, que no le alcanza para croquetas.

Pero, escucha, que todavía los hay con más suerte. Ahí está Hernández Mateo. Le condenan a cuatro años de cárcel y sus coleguillas diputados del PP recogen firmas para que no cate la sombra del talego. Y va un periodista y le pregunta a Alfonso Rus, que digo yo que si no es Dios, es su mano derecha, que por qué no debe de entrar el ex alcalde de Torrevieja en prisión. Y va y suelta que Hernández Mateo no tiene que cumplir condena porque es amigo suyo. Ole, ole y ole. Ni un ángel exterminador posee tanto poder como Rus, presidente de la Diputación de Valencia. No sé si enviarle una solicitud de amistad en el facebook o directamente suplicarle clemencia, más que nada por si el juicio final y tal, ya sabes. Acojonante.

Aunque escucha. Para amigos buenos, los que debe de tener Carlos Fabra… Sí, hombre, ése que parece Al Capone pero en basto, ése que tiene una hija que se caga en los parados desde un escaño… Sí, hombre, el que se compró un aeropuerto para sus nietos. Pues a ese Fabra me refiero. No el que se ha cargado RTVV, no, ése se llama Alberto. El otro, el que se ríe de la justicia y de los españoles desde que se levanta, hasta que se acuesta y mientras duerme también. Pues yo quiero un amigo lotero como el que tiene él, joer. Que salga la bolita que salga en el puñetero bombo de Navidad, le toca siempre. Ya verás este año como también repite. Basta mirar la cara de espanto de la Caballé en el anuncio para saber que, pase lo que pase, el gordo va para Castellón.

Ésos son los amigos que yo quiero, y no tú, que sólo te buscas problemas, que cualquiera se arrima a ti, que cada vez que te metes con alguno de la casta te ponen una tabla más en el ataúd”.

Y yo le he contestado que es lo que hay, que cada uno es como es y que, salvo dos cañas, poco más puede sacar de mí, que la cosa esta jodida. Y que, además, de amigos de éstos yo no quiero ni en pintura, que su leche es muy agria. Y para terminar le he prometido que a todos los adosados al poder que me cruce, a todos estos amigachos que tengo atravesados, mientras pueda y me acuerde de juntar letras, les voy a meter hasta donde me alcance. Igualito que ellos a mí. Como decía Serrat, Dios y mi canto saben a quiénes nombro tanto.

Y mañana, más, santo Tomás, que hoy me va a dar un jamacuco. Que lo del libro de Zapatero es para inyectarse amoniaco en la yugular…

Decir amigo...

Así nos va, tantos amigos por aquí, tantos amigos por allá
Tomás Salinas
jueves, 28 de noviembre de 2013, 09:53 h (CET)
Se nota que voy entrando en los años a regañadientes, que voy sumando y la suma me desgasta. Mis hijos crecen, se hacen mayores mientras que yo me voy haciendo viejo. Ya cierran algunas amistades, atisban quiénes pueden ser y son sus amigos. Empiezan a conocer el significado y el valor de la amistad… Amigo, una palabra mayúscula y tan difícil de conseguir…Y un cuerno. Porque, bueno, los hay que los tienen hasta entre los dedos de los pies cual pelotillas roñosas.

Os cuento. Ésta mañana, por ayer, un conocimento me dice: “Joer, Tomás, no sé yo que habré hecho mal en la vida, pero yo amigos de éstos que pululan por ahí como que no tengo, no. Tú me dirás. Mira Luis Díaz Alperi. Ex alcalde de Alicante, diputado autonómico e imputado hasta la caspa de las cejas. Le llega el gerente del puerto deportivo de la ciudad, Javier Palacio y le dice. ¿Qué quieres amarrar el catamarán? Pues nada, te lo dejo gratis, que para eso eres mi amigo, faltaría más, que hemos mamado la misma teta casi. Y 14.000 euros que se ahorra el pobre, que no le alcanza para croquetas.

Pero, escucha, que todavía los hay con más suerte. Ahí está Hernández Mateo. Le condenan a cuatro años de cárcel y sus coleguillas diputados del PP recogen firmas para que no cate la sombra del talego. Y va un periodista y le pregunta a Alfonso Rus, que digo yo que si no es Dios, es su mano derecha, que por qué no debe de entrar el ex alcalde de Torrevieja en prisión. Y va y suelta que Hernández Mateo no tiene que cumplir condena porque es amigo suyo. Ole, ole y ole. Ni un ángel exterminador posee tanto poder como Rus, presidente de la Diputación de Valencia. No sé si enviarle una solicitud de amistad en el facebook o directamente suplicarle clemencia, más que nada por si el juicio final y tal, ya sabes. Acojonante.

Aunque escucha. Para amigos buenos, los que debe de tener Carlos Fabra… Sí, hombre, ése que parece Al Capone pero en basto, ése que tiene una hija que se caga en los parados desde un escaño… Sí, hombre, el que se compró un aeropuerto para sus nietos. Pues a ese Fabra me refiero. No el que se ha cargado RTVV, no, ése se llama Alberto. El otro, el que se ríe de la justicia y de los españoles desde que se levanta, hasta que se acuesta y mientras duerme también. Pues yo quiero un amigo lotero como el que tiene él, joer. Que salga la bolita que salga en el puñetero bombo de Navidad, le toca siempre. Ya verás este año como también repite. Basta mirar la cara de espanto de la Caballé en el anuncio para saber que, pase lo que pase, el gordo va para Castellón.

Ésos son los amigos que yo quiero, y no tú, que sólo te buscas problemas, que cualquiera se arrima a ti, que cada vez que te metes con alguno de la casta te ponen una tabla más en el ataúd”.

Y yo le he contestado que es lo que hay, que cada uno es como es y que, salvo dos cañas, poco más puede sacar de mí, que la cosa esta jodida. Y que, además, de amigos de éstos yo no quiero ni en pintura, que su leche es muy agria. Y para terminar le he prometido que a todos los adosados al poder que me cruce, a todos estos amigachos que tengo atravesados, mientras pueda y me acuerde de juntar letras, les voy a meter hasta donde me alcance. Igualito que ellos a mí. Como decía Serrat, Dios y mi canto saben a quiénes nombro tanto.

Y mañana, más, santo Tomás, que hoy me va a dar un jamacuco. Que lo del libro de Zapatero es para inyectarse amoniaco en la yugular…

Noticias relacionadas

Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto