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Cuando empiezo a escribir este artículo compruebo que ya son 391 las personas que se han beneficiado de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Para ser más precisos: ese es el número de delincuentes sexuales condenados que ya han encontrado rentabilidad y provecho en la tan manida Ley Montero o del «Solo sí es sí». Bien es verdad que no solo ella es la culpable del desaguisado, sino que lo es todo el Gobierno que la aprobó en Consejo de ministros.
Concedemos y estamos de acuerdo en que el pecado capital más importante de los españoles es la envidia, basta con que algún que otro compatriota descuelle o sobresalga en cualquier disciplina: arte, negocios, u otra que lo haga distinguirse del resto de los mortales para que se vea acosado por maledicencias, lo denigren o lo acorralen las insidias que no cejarán hasta verlo derrotado.
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