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En todo caso, pensemos que las acciones de cada cual son nuestro mejor porvenir. Perdida la utopía del ensueño como cultivo, se abandonan también los horizontes a conquistar y se va creando un escenario de confrontaciones que nos dejan sin alma. Hasta los mismos programas políticos han dejado de ser visiones entusiastas para convertirse en posiciones interesadas de unos en favor de sí mismos y no del bien colectivo.
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