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La pérdida del control del Congreso por los demócratas tras las elecciones intermedias de noviembre, supuso que los republicanos empezaran a fiscalizar las ayudas en armamento a Ucrania, así como incrementar el rastreo minucioso de dicho armamento para evitar su paso al mercado negro armamentista, amén de una creciente ola de desafección política respecto de Zelenski que abarcaría todo el espectro político estadounidense.
Decían en tiempos pasados que todos los caminos conducen a Roma, algo que sigue siendo verdad cuando hurgamos en la historia del modelo político que llamamos república. Por supuesto que los modelos políticos son pasibles de modificaciones en el devenir de los tiempos, y el republicanismo es un paradigma de ello.
En Estados Unidos, varios gobernadores republicanos han estado reclutando grupos de migrantes y solicitantes de asilo, familias enteras en muchos casos, para enviarlos en autobús y avión a las llamadas ciudades “liberales”, como Nueva York, Chicago y Washington D.C. La mayoría —o la totalidad— de estas personas están en el país de manera legal, a la espera de la aprobación de sus trámites migratorios.
La tradicional competencia política entre demócratas y republicanos en Estados Unidos está siendo suplantada por una confrontación más sustancial entre los defensores de la democracia —con sus virtudes y defectos— y quienes se autodenominan “patriotas” al tiempo que promueven el autoritarismo. El Partido Republicano, que está cautivo del culto a Donald Trump, intenta abiertamente subvertir las elecciones.
La entrada en recesión de EEUU a finales del 2022 podría provocar la agudización de la fractura social en una sociedad dividida en dos mitades cuasi simétricas e irreconciliables que darán lugar a enfrentamientos civiles y a una ola involucionista que terminará por arrasar todos los logros sociales conseguidos en los últimos años.
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