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Cuando valoramos conceptos importantes u organizaciones, cometemos con frecuencia deslices desorientadores, al no situar a cada uno de sus elementos en el lugar adecuado. Sobre todo por detenernos en la visión de conjunto, desdeñando los pormenores de cada caso. Entramos en una especie de surrealismo, agrandamos la presencia rumbosa de las entidades y al tiempo, aminoramos el testimonio de las figuras humanas concretas.
Considero que cada día es más complicado hacer menos pobres a los pobres, en medio de un mundializado panorama sombrío e incierto. Las tremendas desigualdades y la merma del poder adquisitivo en multitud de hogares, nos están dejando sin fuerza; y, lo que es peor, sin esperanza alguna, ante el imperio de los poderosos y la ausencia del poder de las normas.
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