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Tal como se observa desde aquí, la maquinaria del gran negocio, aunque se hable de los males que acechan a la economía, funciona a pleno rendimiento. Con la inflación desbordada, el culto al ocio comercial y demasiado despilfarro, lo que se refiere a la dimensión del mercado sigue generando cuantiosos dividendos para los mercaderes.
A semejanza de un rebaño de borregos, conducido en su existencia por un especimen superior que, al final, tras explotarlas, las llevará al matadero, las masas humanas siguen el mismo camino. Si en un principio habría que hablar de manada, la creencia en un individuo superior dispuesto a dirigirla, convierte al colectivo en rebaño.
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