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Veo en la televisión la imagen de un tipo con apellido de cárcel, porque sin darse cuenta lo lleva ya registrado en su onomástica. Un individuo de más de sesenta y cinco años que ha vivido casi toda su vida de la política. El gran refugio de los vagos y delincuentes. Es uno de esos individuos prototipos que describió certeramente Stefan Zweig en su libro Momentos estelares.
Los diálogos incordiantes modelados por maquinaciones aviesas, se avizoran peligrosas complicaciones. Se resienten las conclusiones proclamadas, con el lógico enturbiamiento de las decisiones posteriores.
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