| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
Hoy quisiéramos invitar a nuestros lectores a adentrarnos en las oscuras profundidades de uno de los sentimientos más catastróficos que puede tener un ser humano: el remordimiento. No es casual que tomemos el poema de Borges como referencia literaria y filosófica para tratar de comprender un concepto que atraviesa la existencia de todo mortal que se ha dignado a intentar pensar.
Para estar libre de un error, escribe Borges en el Aleph, conviene haberlo profesado. Tal vez por eso el mismo autor en "Everness" niegue la existencia del olvido. Me recordó a la denuncia de Euclides Acevedo, tiempo atrás embajador paraguayo en España y hoy candidato a presidente, cuando recordó que un medio de comunicación paraguayo, que se jacta de haber luchado por la democracia, le cerró las puertas cuando era preso de conciencia algunas décadas atrás.
Recuerdo haber leído con fascinación algún tiempo atrás un relato borgiano incluido entre las narraciones de “La Historia Universal de la Infamia”, donde rememora al proveedor de iniquidades Monk Eastman.
Recuerdo perfectamente haber leído a y reído con Forges, desde bien pequeño. Sin duda, desde mis 12 o 13 años por lo menos. Tengo muy presentes sus chistes, sobre todo los que publicaba en la revista Hermano Lobo y, más tarde, en Por favor. Sin olvidar sus anuncios televisivos, nocturnos, blanco y negro, del brandy Fabuloso.
Somos gente en camino y, con nuestros andares, hemos de tener el valor de sembrar vida. Cuidado con esos poderes destructivos. Nuestras huellas no fenecen.
|