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Creo que ya he comentado en otras ocasiones como inicié mi periplo como lector impenitente. Todo se inició durante una enfermedad que me tuvo un par de semanas en cama. Tenía entonces ocho años. Supongo que mis padres tuvieron la acertada idea de llevarme unos cuantos libros de la colección “Pulga” que me bebí inmediatamente. Allí se incubo la bendita “adicción”.
¿Quién no ha participado en una función de navidades o de fin de curso en el colegio? ¿Quién no ha aprendido el “con diez cañones por banda”, la canción de moda o una obrita de teatro para declamar, cantar o bailar en alguna de las fiestas escolares o familiares?
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