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La Comunidad Valenciana está sufriendo una desgracia que nos tiene conmocionados a todos los españoles. Además de sentirnos solidarios emocionalmente, muchas personas prestamos ayuda material de la manera en que podemos. Pero con ella no es suficiente. Es imprescindible que el Estado intervenga y proporcione los recursos extraordinarios que precisa una catástrofe extraordinaria.
Cuando acabe 2024 se habrán celebrado 76 elecciones generales en todo el mundo. Sin embargo, la de mayor trascendencia para la economía internacional será la presidencial que se llevará a cabo este 5N en EEUU. Es muy difícil hacer una previsión concreta de las consecuencias económicas de esta elección sobre la economía mundial. Y no sólo porque dependerá de quién gane, puesto que Harris y Trump llevan propuestas muy diferentes en sus programas económicos.
Llevo dando clases 45 años y creo poder afirmar que nunca he dado mi opinión política o personal a los estudiantes, ni he tratado de adoctrinarlos o de influir en su pensamiento. Aunque las asignaturas que he impartido hablan de política económica o incluso se han denominado economía política, tengo el convencimiento de que siempre he presentado las diferentes opciones y nunca me he pronunciado a favor de una u otra.
Las condiciones relativas a política de vivienda que la dirección de Podemos sometió a referéndum de sus bases para apoyar los Presupuestos Generales de Estado y que han sido aprobadas masivamente me parecen una gran equivocación. Lo que acaba de aprobar Podemos implica anunciar de antemano que se votará en contra de los Presupuestos que deberán debatirse próximamente en el Parlamento. La razón es sencilla: se trata de condiciones de imposible cumplimiento.
He tenido la fortuna, a lo largo de mi vida, de escribir cuando he tenido ganas de hacerlo y también de lo que me ha apetecido. Hoy tengo ganas de escribir del sujeto que, desde hace muchos meses, en realidad años, y amparado en el anonimato, escribe en mi web cientos de comentarios descalificadores (por denominarlos suavemente).
La presencia de dirigentes políticos de izquierdas que ocupan o han ocupado cargos en el gobierno en las manifestaciones por la vivienda de hace unos días resulta un tanto surrealista. Esas personas y sus organizaciones respectivas han sido responsables del deterioro que en los últimos años ha sufrido el ejercicio del derecho que reconoce el artículo 47 de la Constitución Española: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada».
Un año más, los medios de comunicación anuncian que la Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía, en esta ocasión a Daron Acemoglu, Simon Johnson, ambos profesores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos, y a James A. Robinson, de la Universidad de Chicago. Los tres son extraordinarios académicos, de gran prestigio, pero eso no quita que ese premio sea un fraude y que el modo en que se concede confunda a la gente.
La relación entre el comercio y la guerra es bien conocida. No hace falta ser experto en historia de la humanidad para saber que, quizá junto a las motivaciones religiosas, los conflictos por la distribución de la riqueza y la búsqueda de ventajas comerciales han sido las principales causas de enfrentamientos bélicos entre los grupos de población y las naciones.
Las acciones violentas e ilegales que Israel ha venido realizando contra el pueblo palestino durante décadas alcanzaron un nivel nunca visto al dar respuesta al ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Desde entonces, se viene comportando, en palabras del Alto Comisionado de la Unión Europea, José Borrell, «como un grupo terrorista» y comete un genocidio continuado al que ninguna potencia occidental parece desear ponerle freno.
La casualidad (o quizá mi subconsciente) me lleva a comentar la propuesta sobre bajas laborales flexibles que acaba de hacer la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones justo el día 7 de octubre, cuando se desarrolla la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.
El concepto de productividad es uno de los más utilizados en economía y quizá de los más conocidos entre la población por sus implicaciones prácticas. Me atrevo a pensar que cualquier persona con una mínima formación o cultura general sabe que la productividad es el resultado de dividir la cantidad producida por algún recurso (un trabajador o una máquina, por ejemplo) entre el número de horas necesitadas para producirla.
El capitalismo se puso en marcha impulsado por un lema bien conocido: «Dejar hacer, dejar pasar». Unos reconocen su autoría a Vincent de Gournay (1712-1759) y otros a Pierre Samuel du Pont de Nemours (1739-1817), pero, sea cual fuese su original creador, lo cierto es que ninguna frase refleja mejor lo que necesitaba la sociedad de la época para que se consolidara una economía como la capitalista.
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