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Bancos centrales, como el europeo, solo tienen como objetivo controlar la subida de precios. Sin embargo, estamos viviendo la inflación más alta de los últimos cuarenta años y, hasta ahora, prácticamente no han tomado ninguna medida. Primero dijeron que ere muy pasajera y cuando comenzó a alargarse, no hicieron nada. ¿Cómo es posible que, teniendo todo el poder y estando siempre tan seguros de lo que dicen, no han evitado esta subida de precios tan grande?
Los datos de contratación laboral y paro registrado que se acaban de publicar son muy buenos, aunque no será de extrañar que la derecha le ponga pegas en las próximas horas. El paro registrado es el más bajo desde 2008; se ha firmado la mayor cifra de contratos indefinidos desde 2001 (700.000), con una proporción sobre el total casi cinco veces mayor que la de antes de la reforma laboral; y por primera vez se superan los 20 millones de contratos.
Lo que está ocurriendo en mi tierra, Andalucía, me parece que es una nueva expresión del proceso de disipación que afecta a las izquierdas de nuestro tiempo. Uso exactamente este término porque me parece que es el que mejor refleja su presente y futuro. Según la Real Academia de la Lengua, disipación significa desvanecer las partes que forman por aglomeración un cuerpo, desperdiciar o malgastar la hacienda u otra cosa, evaporarse, quedarse en nada.
El nuevo secretario general del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha propuesto «disminuir la retenciones en el impuesto de la renta» para devolver una parte de lo que se ha recaudado de más e «impactar esa inflación del 10%». Este argumento se trata de una auténtica barbaridad económica por las razones que voy a exponer.
Igual que Don Quijote creía que bastaban un par de tragos de bálsamo de Fierabrás para que las dos partes de su cuerpo seccionado volvieran a unirse sanas y salvas, los bancos centrales y muchos economistas creen que la inflación que estamos sufriendo se puede combatir con el simple bálsamo de la subida de tipos de interés. Otra tremenda ingenuidad.
La derecha política y patronal apoya el paro del transporte limitándose a reclamar que el Gobierno dé ayudas a los transportistas. Un procedimiento que, lejos de salvar al sector, va a reforzar la crisis que padece. Y, por cierto, totalmente contrario a las políticas de defensa del mercado y la competencia que dicen defender los «liberales» de Vox, PP, Ciudadanos o la CEOE.
El primero es dejar la lucha contra la inflación a los bancos centrales argumentando que es un fenómeno monetario que se produce cuando aumenta excesivamente la cantidad de dinero circulante, de modo que se podrá frenar controlando esta última. Se sabe que hay factores no monetarios que la desencadenan.
Hace unos días, un periodista le preguntó al presidente Biden cuando salía de un acto público si creía que Putin es un criminal de guerra. Inicialmente, el presidente dijo secamente que no y siguió andando. Enseguida, sin embargo, se dio la vuelta y rectificó: «creo que es un criminal de guerra». Yo creo que lleva razón.
En contra de lo que nos decían quienes dicen que lo saben todo, 2021 no fue el año de la recuperación. Y me temo que 2022 no abrirá -como también aventuraban- una nueva etapa de normalidad sin sobresaltos. Tenemos demasiados frentes por delante que aventuran intranquilidad.
El mundo vive una situación cada día más complicada y peligrosa como consecuencia de tres circunstancias principales, cada una de ellas más irracional que las otras: se ha dejado crecer un monstruo, se ha alimentado su ira innecesariamente desde hace años y, quienes supuestamente deberían contenerlo, se han hecho cada vez más dependientes de sus decisiones y suministros.
Cualquier guerra es un fracaso de la civilización, de la humanidad como un todo. Sea cual sea su causa, es la expresión de los rasgos más animales y brutales de los seres humanos. Ni siquiera cuando se gana para combatir un mal, la agresión o el terror infringidos antes por el otro deja de ser una derrota para todos.
Solo he hablado una vez en mi vida con Pablo Casado. Fue el 30 de noviembre de 2014 en el plató donde se emitía el programa La Sexta Noche. Me habían invitado para debatir sobre el documento que, junto a Vicenç Navarro, habíamos entregado a Podemos para que le sirviera de referencia en la elaboración de su programa electoral.
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