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Hugo J. Vélez Astacio
Hugo J. Vélez Astacio es originario de Chinandega, Nicaragua. Cursó estudios de Administración de Empresas en la UCA y obtuvo el Programa de Alta Gerencia (PAG) en INCAE Alajuela, Costa Rica. Después de estar al frente de la Gerencia General de varias empresas e industrias fue Director General de Transporte Terrestre (DGTT-MTI). Actualmente Escritor e historiador. Ha sido colaborador de artículos de opinión del diario “La Prensa” (LP). Autor de nueve libros publicados. Como dariano amante y estudioso de la vida y obra del Poeta Rubén Darío, ha publicado dos obras. |
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Todo lo concerniente al poeta nos interesa, independiente del bochornoso incidente que se dio a las pocas horas de su muerte, ante la odiosidad y mezquindad por el hermano de Rosario Murillo Rivas, el tristemente célebre Gral. Andrés Murillo, que quiso para fines oscuros, el cerebro de Rubén Darío.
No conozco el libro de Sergio Ramírez Mercado, en que hace referencia a las comidas disfrutadas, y a la cualidad o virtud culinaria que como buen gourmet lo era el Poeta Rubén Darío. Tengo entendido que su libro versa sobre el placer del buen comer y el disfrute especial de saborear los Vinos.
Al celebrar en Nicaragua y el mundo hispano un aniversario más de Rubén Darío, tanto de su nacimiento (18/01/1867) como de su entrada a la gloria permanente (06/02/1916), es meritorio tener presente su prodigiosa obra y la vida de este héroe cultural, a fin de la formación y cultura en la identidad de los nicaragüenses.
Muy de mañana con la alegría, que ese día domingo a inicios del mes de diciembre del corriente año, nos tocaba según acuerdo familiar, a nosotros celebrar en nuestra casa el canto reverencial que por maravillosa tradición religiosa, solo en Nicaragua se le canta a la Virgen María.
A propósito del terremoto y el posterior gran incendio sufrido en la ciudad capital de Managua en el año de 1972 devastándola y destruyéndola; provocando unos diez mil muertos, ayer 22 de diciembre un pariente, hizo referencia indicando el hecho de estarse cumpliendo medio siglo de tal fenómeno, al haber ocurrido: “A las 12:29 del día 23 de diciembre de 1972”.
Cuando ustedes lean el presente artículo, ya se sabrá el resultado del partido final de la Copa mundial que se realiza en Qatar organizado por la FIFA. Unos celebrando la victoria y otros llorando no haber podido hacer lo deseado para evitar la derrota. Hoy, la mayoría en el mundo con gran expectación espera una final grandiosa.
La realidad de los intereses me hace reconocer con suma preocupación que la atención de la ciudadanía mundial se centra en los estruendos que retumban ante los daños y consecuencias que provocan los hechos y fenómenos sociales y políticos que ocurren por las continuas y periódicas guerras; escándalos por corrupciones estatales, como el tsunami Odebrecht originado en Brasil; vivencias negras u horribles por narcotraficantes o caprichos políticos e ideológicos.
Como escritor estoy claro que pertenezco a una minoría, en donde si lo que escribo lo hago con arte, irónicamente su lectura solo será apreciada por una minoría para la que en primera instancia se escribe. De ahí que el esfuerzo creador cuando se escribe, se centre en ser lo más natural y sencillo posible, sin que ello caiga en lo ordinario que otorga la mediocridad.
El mundo a través del tiempo ha evolucionado y ha progresado sin ocultar los graves problemas y fenómenos propios del cambio de los tiempos, destacándose en estos tiempos, el de la inmigración, el no uso de la conversación como instrumento idóneo, y el de la moda del ateísmo.
Mientras el mundo occidental sufre y se conmociona ante la guerra e invasión que Rusia impone sobre Ucrania, un espectáculo se avizora en Qatar por la magnitud del fenómeno producto de los miles de millones de dólares, que se han invertido en las infraestructuras de sus estadios de futbol, como en las exóticas promociones a fines de resaltar las bellezas creadas en ese país árabe.
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