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Etiquetas:   Política

El Gobierno se retrata

Antonio Casado
jueves, 2 de abril de 2020, 08:01 h (CET)
MADRID, 1 (EUROPA PRESS) A estas alturas de la crisis sanitaria que nos deja prisioneros del coronavirus, el presidente del Gobierno debe haber descubierto ya que gobernar es algo más que hacer juegos malabares con la aritmética parlamentaria para alcanzar el poder.

El coronavirus nos pone a prueba. También a los responsables de ejercer el poder sobre el tablero de la realidad, tal y como viene, no tal y como se planeó en una campaña electoral o en el tablero de una política nacional con sobrecarga de pequeñeces: huesos de Franco, feminismo, pelea de egos, operaciones de marketing, ensueños tribales y exceso de profetas menores.

El coronavirus ha reventado la agenda de Pedro Sánchez. Ahora se enfrenta a situaciones inesperadas pero reales como la vida misma. Que estén indisolublemente cosidas al interés general exige la complicidad de otros agentes: sindicatos, empresarios, Comunidades Autónomas y oposición política.

Entiéndase que hablamos de complicidad, no simple información a terceros de las decisiones tomadas en la guerra contra el Covid-19. No es de recibo que los últimos decretos del Gobierno no hayan sido concertados previamente con la CEOE y el PP, cuyo evidente malestar puede traducirse en frenazo parlamentario a las nuevas medidas orientadas a reforzar el confinamiento y compensar las pérdidas de los sectores más vulnerables del sistema productivo.

Es de difícil acomodo mental que el Gobierno de coalición PSOE-Podemos esté dando la talla si los héroes se hacen necesarios en la guerra contra la epidemia, si la gente se esfuerza en superar el síndrome del piloto borracho que Moncloa trasmite al pasajero, o si los profesionales del periodismo denunciamos públicamente el método utilizado por el mando único (comparecencias telemáticas con preguntas filtradas y sin posibilidad de repreguntar) para mantener informada a la ciudadanía.

A ese método se acoge también el propio presidente del Gobierno en sus ruedas de prensa con profiláctica barrera de protección. Lo peor es la escasa rentabilidad de esas apariciones de Sánchez si tenemos en cuenta el tiempo utilizado en horarios de máxima audiencia televisiva sin que eso logre desactivar la generalizada impresión de que el coronavirus sigue yendo por delante de sus perseguidores, a juzgar por la resistencia al aplanamiento de la maldita curva.

Todo ello, sin asomo de autocrítica. Como si todo se estuviera haciendo bien. Pero Sánchez no ofrece la imagen de gobernante creíble con sus discursivas ruedas de prensa, innecesariamente largas, redundantes y recargadas de lugares comunes. Más propias de un comentarista que de un líder en tiempos recios.

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