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Etiquetas:   Política

De qué se tienen que preocupar

Francisco Muro de Iscar
lunes, 27 de enero de 2020, 08:00 h (CET)
MADRID, 26 (OTR/PRESS)¿Cuál es el principal factor de riesgo y de inestabilidad para la política española en estos momentos? ¿La cuestión catalana, la difícil convivencia del primer Gobierno de coalición de la democracia o la economía? ¿Hay otros? ¿Afectan sólo a la izquierda y a los partidos independentistas? ¿Han servido para algo las últimas elecciones? En 'Radiografía de unas elecciones no deseadas' (Catarata 2010), dos de los excelentes analistas de Metroscopia, José Pablo Ferrándiz y Francisco Camas, apuntan que "la cuestión territorial marca ahora el eje de la política española", pero como se puso de relieve en el debate de presentación de este apasionante e inteligente libro, ni es el único ni afecta solo a los catalanes.

En lo que se refiere al Gobierno, salvo catástrofe, ésta puede ser una legislatura larga, de cuatro años, porque tanto el PSOE como, sobre todo, Podemos van a hacer lo imposible porque dure. Si hay que tragarse sapos, se tragan --ya se ha visto con el nombramiento de la fiscal general y apenas hemos empezado--, si hay que olvidar reformas --incluso la laboral--, se olvidan. Si manejan los tiempos con inteligencia, especialmente en el tema catalán, puede haber Gobierno para rato. Puede sufrir daños colaterales, como ha sucedido con la visita de Guaidó a España y el mal trato recibido, mientras el ministro Ábalos corría a Barajas para no ofender a la vicepresidenta de Maduro --ni a Podemos--, pero eso no cala en un electorado que está harto de la inestabilidad.

A corto plazo no hay posibilidades de que la derecha sea una alternativa. Vox está marcando el debate político mientras el futuro de Ciudadanos es una incógnita y el PP sigue buscando su lugar en el nuevo mapa de la derecha. Pero lo más grave para Casado es que, por una parte, su electorado es el más envejecido del conjunto y, por otra, su partido está desaparecido en el País Vasco y en Cataluña, lo que impide prácticamente una victoria a escala nacional. Además, es casi imposible que cuente con el apoyo de los nacionalistas que, hoy por hoy, son los únicos que pueden desequilibrar el empate técnico entre derechas e izquierdas. La opción de 'España Suma' que defiende el líder popular no parece posible porque Vox no tiene ningún interés en apoyarla. O Casado actúa en donde hoy es residual o está condenado a ser oposición por mucho tiempo.

La clave, efectivamente, está en Cataluña donde Pedro Sánchez está haciendo una apuesta al límite de lo permitido, con el apoyo de ERC, la promesa de sacar de la cárcel a los políticos que han delinquido y el compromiso de abrir una mesa de diálogo sin condiciones previas. Sin duda hay que reformar en el Código Penal los delitos de sedición y rebelión, pero no para suavizar las penas y sacar a los delincuentes de la cárcel, sino para acomodarlas a la realidad de 2020. Sánchez va a tener que negociar simultáneamente con el todavía presidente de la Generalitat --inhabilitado para seguir como diputado y como presidente, que, teledirigido por Puigdemont, se resiste a dimitir porque sabe que puede perderlo todo--, y con ERC, que aspira a la presidencia de esa Generalitat, pero que no renuncia ni al derecho de autodeterminación ni a la independencia. El riesgo que corre Sánchez en Cataluña es mucho mayor que el que tiene en el resto de los asuntos. El tsunami catalán es, hoy por hoy, impredecible. Y Sánchez, también.

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