Me gusta oír el telediario, me gusta revolcarme en basura tres veces al día, todos los días del año. Es maravilloso poder ducharse en mierda toda la vida desde la televisión, sentada cómoda en el sofá, antes o después de ir al trabajo de mierda. Cada desayuno, cada almuerzo, cada cena, alegrar tu vida de mierda con la mierda del telediario.
Sin embargo hoy, por una extraña excepción del destino, no hay asesinatos nacionales ni internacionales que el presentador pueda contarnos. La pareja de presentadores está triste, llevan un rato hablando mustios sobre éxitos económicos y personajes afortunados, cuando llega un urgente comunicado a la redacción, que les hace cambiar de repente:
─¡Queridos espectadores, última novedad! ─dice el presentador─: Se ha producido una terrible explosión en la República de Padania, con cientos de muertos y heridos. Los cadáveres llenan las calles, en una escena dantesca que no se recordaba desde la guerra.
La presentadora añade:
─Los heridos supervivientes se arrastran por las aceras, retorciéndose en un último intento desesperado por salvar sus vidas en ese horrible infierno, donde ya están llegando por docenas los coches de policía y ambulancias con sus sirenas atronadoras.
Y la pareja de presentadores sonríe por fin, suspirando con honda satisfacción.