Se fue, en el PP nadie se lo podía creer, por la puerta grande la Thatcher española, dejando huérfanos a los pocos liberales que aún quedan en Génova 13. Por motivos personales, adujo la Presidenta. Respeto pues. Desolación entre la militancia y los votantes del PP, cada día más alejados de la socialdemocracia que encarnan Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro al frente del gobierno. Tomás Gómez tuvo un momento de sensatez y estuvo estupendo en la despedida, las cosas como son. Mezquino Gordo y patéticos algunos voceros mediáticos cercanos al gobierno.
Ahora, llegarán las consecuencias de la dimisión. Comienza la hora de las tortas, si es que alguna vez cesó, en el seno del PP de Madrid. Porque los de la séptima de Génova no van a permitir que sobreviva el aguirrismo, que ya dijo Mariano que en el PP “no hay sitio para los liberales”.
Ignacio González, qué error Presidenta, lo tiene muy complicado. Ya fue expulsado en una ocasión del sanedrín popular. El presidente del gobierno no lo puede ni ver. Buena parte del PP de Madrid, incluso entre el sector cercano a Aguirre, tampoco. Lo aguantaban porque era la mano derecha de la lideresa. Lo temían. Pero no lo soportan. Ayer mismo comenzaron los movimientos.
Sumemos a esto que González aparece mezclado, con razón o sin ella, en todos los escándalos que han azotado al PP madrileño, el último su bronca con Francisco Granados y el caso de los espionajes, con el ático useño de fondo. No tiene futuro.
Dos señoras, la liberal Lucía Figar -lloraba desconsolada el día de la renuncia- y la delegada del gobierno Cristina Cifuentes, parecen las mujeres mejor colocadas para acabar encabezando la candidatura del PP a presidir la Comunidad de Madrid cuando toque. O eso es lo que andan filtrando algunos. No llegarán. El desembarco de los Manolo Cobo -su señor se reserva para destinos mayores sin darse cuenta que el tsunami de la crisis y la nefasta gestión se los va a llevar a todos ellos por delante- Pío García Escudero y Ana Botella parece inminente.
Menos mal que nos queda Eurovegas.