Apuesta personal del día: el tenis. ¿Serán los chicos y chicas de la raqueta capaces de liderar nuestro medallero? A día de hoy es un hecho más que factible. Si alguien puede dar la sorpresa y reconducir nuestro camino será la pista de Wimbledon. Por la calidad competitiva de los jugadores, porque habrá más de una opción clara en distintas modalidades y por la magia impredecible con la que bañan los Juegos a este deporte. Sin Rafa, todavía hay paraíso.

Vale que no se consiga metal todavía. Ni ha habido decepciones gigantescas ni somos un país que pueda codearse con los del grupo de arriba. Pero es que además de pobres estamos rozando el sadismo deportivo. En hockey marcha atrás para una remontada que parecía hecha, con la desastrosa noticia de que Santi Freixa, el capi, estará lesionado para el resto de competición.

Sales del Riverbank con cara de pocos amigos, vuelves a estropear tu sistema digestivo con alguna guarrada rápida y coges fuerzas para ver la mejor versión de las chicas de balonmano. Partido magistral, siempre por delante, siempre dominando, con una Silvia Navarro que parecía multiplicarse bajo palos. Pero las galas se acercaron, y a cinco malditos segundos para el final obligan a las guerreras a seguir sufriendo con un tanto in extremis. “La hemos cagado al final” Así resumía Begoña Fernández en zona mixta la enésima estocada moral para la delegación española. Ni las meigas se atreven a tanto.

Agua dulce, agua agria
En uno de esos trasiegos entre sede y sede, alguien se levanta del autobús de prensa y exclama: “¡déjame sacarle una foto! ¡nunca estaré tan cerca!”. Me giro y quedo hipnotizado por una reluciente y enorme medalla de oro. Se me caían los ojos. El dueño era el sudafricano Van der Burgh, y la envidia sana de verla ahí, perfecta en su caja, acrecentó mi hambre de victoria. Es lo mágico del deporte. Me puedo cansar hasta en el sofá, pero sigo buscando mi primera medalla con la ayuda de 282 fabricantes de sueños.

Trece de ellas están compitiendo en waterpolo, y alcanzaron hoy la primera victoria en su debut olímpico, Las chicas han demostrado no padecer mal de altura ninguno. Uno podría pensar que estando en el agua sería irónico lo contrario, pero si vemos la trayectoria de Mireia Belmonte en Londres no conviene descartarlo. Una lástima lo de la badalonesa. Entre todos le hemos cargado con una presión excesiva, y todavía no hemos visto su enorme clase en estos Juegos. La seguimos esperando con ganas.

No dejamos el Aquatics para terminar con todas esas críticas que se han escuchado sobre el récord estratosférico de la china Ye Shiwen. Son los guiñoles de los cinco aros. Lo que tenemos hoy es una campeona enorme, capaz de echarle un pulso a cualquier hombre en los cincuenta metros de piscina. Si mañana se demuestra otra cosa, ya cambiaremos las portadas, pero la acusación arbitraria es para muy mediocres. El COI se va a gastar veinticinco millones de euros en estos Juegos en la lucha contra el dopaje. Ahí, y solo ahí, es donde se puede hablar y, sobre todo, de donde debemos escuchar.