El 16 de mayo, ya pasó. Los ciudadanos marroquíes conmemoraron la fecha en todas las ciudades del país; y como en todo acto popular, expresaron ingénuamente su rechazo a la dictadura del dogmatismo fanàtico, a la barbaridad de los comerciantes con la palabra de Allah que la corrompen en pro de sus intereses para sembrar la discordia, el terror y el fanatismo absolutista. La plebe marroquí, después de haber rechazado en su momento la matanza de Madrid, condenó, y a su modo, los atentados terroristas de Casablanca. Igual hizo el Marruecos oficial.
Mohammed Khalid / Corresponsal en Marruecos
Los islamistas tampoco quedaron ajenos al acontecimiento. Los que fueron condenados y encarcelados tras los atentados del 16-M, también conmemoraron y a su manera el II aniversario de la matanza de Casablanca. Lo hicieron desde las cárceles declarando una huelga de hambre indefinida. Más de 1.500 presos islamistas decidieron así hacer un Ramadán fuera de calendario en protesta de su condición de detención y de la irregularidad de los juicios a los que fueron sometidos. Su objetivo decalarado es: llamar la atención sobre su caso, revisar su juicio para un nuevo proceso justo que debe conducir a la libertad incondicional. Reivindicaciones imposibles de realizar en un Estado que dispone de leyes y tribunales, según decalara M. Bouzubaa, ministro socialista de justicia. Los marroquíes, que no son tontos, entendieron el juego: el verdadero objetivo de la huelga de hambre es desviar la atención del público y de la opinión internacional haciendo aparecer a los huelguistas como víctimas y relegando a un segundo plano a las verdaderas víctimas y a sus familiares con quienes todo el mundo mostró su solidaridad. Si el pueblo de Marruecos entiende la estrategia islamista, más aún el Gobierno que decide dejar tiempo al tiempo. Desvelados, y ya quedando atrás la fecha de la conmemoración, los huelguistas, o Ramadanistas como aquí les llama la gente de la calle, reanudaron el contacto cotidiano con los buenos sabores de los Tajin caseros que cada día reciben desde fuera de la cárcel.
España, que recibió en su momento el testimonio de la solidaridad popular marroquí tras los atentados de Madrid, quiso estar presente en este segundo aniversario de los atentados del 16-M. Una gran delegacion de ciudadanos españoles hizo el viaje a Casablanca para estar con las víctimas de los atentados y expresar su solidaridad y apoyo al pueblo marroquí frente al fanatismo islamista del que también su pais fue víctima.
Todo ello tuvo lugar en Marruecos. Pero también hubo polémica. Una polémica que està en sus inicios pero ya hace correr mucha tinta.
La pregunta es: ¿cómo se puede interpretar el silencio de los literatos, poetas , filósofos... que a menudo llenan las páginas de la prensa nacional y las pantallas de las dos cadenas de televisión marroquí? ¿Se han quedado mudos los intelectuales marroquíes frente a la gravedad del acto? ¿Ya no sienten los poetas? A los novelistas, ¿se les fue la pluma a la mar del asombro? Estas y más preguntas se plantean los marroquíes en este segundo aniversario de los atentados de Casablanca. Por lo menos, nadie puede seguir ahora avalando la tésis de 'los intelectuales a la demanda' que ponen su talento y pluma al servicio del Estado. Éste, lo que menos desearía es la parálisis creativa de los intelectuales.
El 16-M ha dejado claro que la creatividad intelectual marroquí, exceptuando la de los panfletistas, está en crisis y de algo sufre. ¿Desquiciamiento? ¿Indecision? ¿Asombro? ¿Impotencia? ¿Ausencia de demanda / órdenes oficiales?.
La plebe hizo muestra de su creatividad ingenua condenando a su manera la barbaridad del 16-M y del 11-M. Los pintores y artistas plásticos pusieron su creatividad artística en pro de la democracia, de la solidarida y de la paz; e incluso donaron obras de su arte al pueblo español en un acto de solidaridad que tuvo lugar en Madrid el 11 de julio de 2004. ¿Y los intelectuales en todo ello?. Sólo una voz, la del poeta marroquí Abdelatif Laabi, ex prisionero de opinión bajo el reinado de Hassan II, ha podido salir a luz condenando en versos la matanza de Madrid en su largo poema 'Pueblo de Madrid, perdón'. Al pueblo de Casablanca, ningún poeta marroquí ni español se lo pidió; ningún intelectual le dedicó su obra. ¿Qué pasa? Es la pregunta que muchos se plantean.
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