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Es un concepto que me acabo de inventar que creo que nos retrata muy bien a los valencianos, alicantinos y castellonenses. Y en este tiempo de fallas y gayatas se subraya como si un rotulador de “fosforito” se pasara por encima de todo nuestro territorio

Histrionismo berlanguiano

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Es un concepto que me acabo de inventar que creo que nos retrata muy bien a los valencianos, alicantinos y castellonenses. Y en este tiempo de fallas y gayatas se subraya como si un rotulador de “fosforito” se pasara por encima de todo nuestro territorio.

El histrionismo es algo similar a la histeria. Las personalidades histriónicas buscan la atención exagerada, demandan continuamente apoyo, y necesitan insaciablemente la aprobación de los demás. Suelen ser muy emotivos, impresionables, sugestionables e influenciables. Tienden a la teatralidad y la fantasía, no suelen tener un gran relieve en el terreno racional y sí en lo creativo e imaginativo. Por otro lado, no toleran fácilmente las frustraciones y reaccionan a ellas de una manera muy intensa y dramática, valorando mucho la apariencia.

¿A que hasta aquí vamos bien y, como valenciano o castellonense, se ve reflejado usted o como mínimo conoce muchos de sus vecinos, amigos y representantes políticos  (pongo por ejemplo a la inefable Rita Barberá) que se ajustarían a la definición?

Lo de “berlanguiano” no deja de ser una tautología, pero es que explica de forma gráfica  nuestra sociedad de fiesta, falla, apariencia sin fondo, y teatralidad desmesurada. El gran maestro Berlanga fue uno de los valencianos que ha sabido retratarnos mejor.

Los de “Bienvenido, Mister Marshall”, aunque parecían andaluces, eran realmente valencianos pidiéndole al estado central que nos salve de nuestra bancarrota y, como es natural, el Eje Mediterráneo pasará de largo, en beneficio del eje central de Madrid o el Eje cantábrico de la Galicia Mariana.  Y aunque parte de nuestros políticos y dirigentes se merezcan ir “Todos a la cárcel”, la fiesta no parará.

 Aunque ya no haya pan, siempre nos queda el circo. Y mientras tanto, nuestros hijos están pensando donde irse a trabajar. A Alemania, a  París  o a Tombuctú.

Histrionismo berlanguiano

Es un concepto que me acabo de inventar que creo que nos retrata muy bien a los valencianos, alicantinos y castellonenses. Y en este tiempo de fallas y gayatas se subraya como si un rotulador de “fosforito” se pasara por encima de todo nuestro territorio
ZEN
lunes, 12 de marzo de 2012, 09:04 h (CET)
Es un concepto que me acabo de inventar que creo que nos retrata muy bien a los valencianos, alicantinos y castellonenses. Y en este tiempo de fallas y gayatas se subraya como si un rotulador de “fosforito” se pasara por encima de todo nuestro territorio.

El histrionismo es algo similar a la histeria. Las personalidades histriónicas buscan la atención exagerada, demandan continuamente apoyo, y necesitan insaciablemente la aprobación de los demás. Suelen ser muy emotivos, impresionables, sugestionables e influenciables. Tienden a la teatralidad y la fantasía, no suelen tener un gran relieve en el terreno racional y sí en lo creativo e imaginativo. Por otro lado, no toleran fácilmente las frustraciones y reaccionan a ellas de una manera muy intensa y dramática, valorando mucho la apariencia.

¿A que hasta aquí vamos bien y, como valenciano o castellonense, se ve reflejado usted o como mínimo conoce muchos de sus vecinos, amigos y representantes políticos  (pongo por ejemplo a la inefable Rita Barberá) que se ajustarían a la definición?

Lo de “berlanguiano” no deja de ser una tautología, pero es que explica de forma gráfica  nuestra sociedad de fiesta, falla, apariencia sin fondo, y teatralidad desmesurada. El gran maestro Berlanga fue uno de los valencianos que ha sabido retratarnos mejor.

Los de “Bienvenido, Mister Marshall”, aunque parecían andaluces, eran realmente valencianos pidiéndole al estado central que nos salve de nuestra bancarrota y, como es natural, el Eje Mediterráneo pasará de largo, en beneficio del eje central de Madrid o el Eje cantábrico de la Galicia Mariana.  Y aunque parte de nuestros políticos y dirigentes se merezcan ir “Todos a la cárcel”, la fiesta no parará.

 Aunque ya no haya pan, siempre nos queda el circo. Y mientras tanto, nuestros hijos están pensando donde irse a trabajar. A Alemania, a  París  o a Tombuctú.

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