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‘Acorralados’ termina con máximo

"El ángel de Budapest", buen arranque para una relamida serie

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La película para televisión ‘El ángel de Budapest’, producida este año por y para TVE ha sido recibida con una buena acogida. Algo exagerada para un producto falto de encanto y vigor.

La tv movie dirigida por Luis Oliveros, que ha labrado su carrera como ayudante de dirección en conocidas películas (‘Juana la loca’, ‘Planta 4ª’) comenzó muy bien su promoción. Naturalmente, nadie iba a criticar una de esas historias que tanto gustan: la del “Schindler” español Ángel Sanz Briz, legado de España en Budapest que en el último tramo de la Segunda Guerra Mundial salvó millares de judíos del exterminio.

Siguió el buen rumbo de ‘El ángel de Budapest’ en el Zoom Festival del pasado mes de noviembre, con el galardón a mejor película. En fin, tampoco vamos a sorprendernos de que un certamen hecho en España para españoles y donde compite la televisión pública nacional no acapare varios premios, como así fue. Que los reconocimientos hay que ponerlos todos en su justo lugar.

La noche del jueves 22 de diciembre, día nacional de la salud (por aquello de la Lotería) llegó la prueba de fuego, el estreno. TVE decidió emitir la producción como una miniserie de dos capítulos en La 1, y el resultado de la primera entrega es inmejorable: 18’7% de share y 3.532.000 espectadores de media siguieron la historia que nos presentaba a Francis Lorenzo como el diplomático aragonés que, por azares del destino, se ve envuelto en una operación clandestina para ayudar y librar de la muerte y la persecución a miles de judíos en la Hungría satélite de la Alemania nazi.

TVE española ha visto amortizada así su inversión. Y ésta es, en cuestión material, de muy buena calidad. La ambientación ha recorrido lugares y escenarios impresionantes. Palacios, calles, despachos, jardines, sanatorios… Exteriores e interiores que guardan un exquisito respeto con el tiempo y el ambiente que trata de reflejar la película. También vestuario, maquillaje y peluquería son adecuados. Pero no es oro todo lo que reluce.

La primera imagen en una película es fundamental. Y la miniserie comienza con una inexpresiva voz en off que narra académicamente la situación de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, al estilo de un aburrido vídeo didáctico, con imágenes de archivo ausentes de significado alguno. Mal vamos, sobre todo si seguimos la máxima de que una película no va bien si su único recurso para explicarse es un narrador (honrosas excepciones en ‘El señor de los anillos’ o ‘La guerra de las galaxias’). Seguimos tras este momento documental con un guión previsible. Soso y ñoño, juega con la ventaja de que el espectador ya conoce la historia del Holocausto y ni se molesta. Desde el inicio no traduce en imágenes la cruel violencia, el odio irracional del hombre contra el hombre. Tímidos amagos (la entrada de los alemanes en la fiesta, los judíos tendidos en la calle) no superan la cursi escena en la que Francis Lorenzo se emociona al ver una niña judía tendida en una cama, sin ningún otro mal que llevar un abrigo horrible (como diría María Barranco en ‘Mujeres al borde…’). Afortunadamente para la película el espectador está tan predispuesto a la emoción que la sensiblera pausa musical surte el efecto necesario para comprender que el personaje acaba de dar un vuelco en su actitud. Y ya está: la audiencia nos hemos tragado la píldora.

Podría hablar también de esos detalles que pasan desapercibidos, pero que a mí, en una “gra producción”, me exasperan. Como el hecho de que, aunque la luz entre a raudales por la ventana, todos los interiores (todos) tengan siempre las lámparas encendidas (en Hungría debían tener ya bombillas de bajo consumo, que ni se molestaban en apagar en todo el día). En esto se marida con la tv movie de Antena 3 ‘La princesa de Éboli’, que tenía siempre las velas encendidas, fuera de día o de noche. Claro que hablando de luz, también sorprende que los actores tengan la fuente de iluminación a la espalda y, sin embargo, su rostro aparezca perfecta y artificialmente iluminado, con una extraña luz blanca neutra, o que de un plano general a otro corto no se respete el ráccord de iluminación. Por no hablar de la nula utilización de la profundidad de campo, ese recurso perseguido en el cine y la publicidad, y que aquí brilla por su ausencia, dando tanta importancia a los protagonistas como al fondo. Cuando, además, hablamos de alta definición, la inundación de detalle es tanta que empacha nuestro sentido visual hasta la naúsea.

Claro que en el otro lado de la balanza tenemos a Telecinco con ‘Acorralados: Aventura en el bosque’. Prácticamente igualados en número de espectadores (3.336.000) pero alcanzando un 24’4% de share, el concurso de Telecinco desde luego no peca de ñoño, cursi o sensiblero, en líneas generales. Pero casi retrata mejor el odio del hombre contra el hombre, para nuestra desgracia. Y es que los realities terminan sacando lo peor que lleva el ser humano dentro. Así van las cosas, un puñado de personas en una casa rural, rodeados por prados verdes, bosques y vacas te hacen sentir más incómodo por su violencia verbal que la edulcorada historia de una de las más terribles guerras europeas. Viva la Navidad.

"El ángel de Budapest", buen arranque para una relamida serie

‘Acorralados’ termina con máximo
Luis Alcázar
viernes, 23 de diciembre de 2011, 11:03 h (CET)

La película para televisión ‘El ángel de Budapest’, producida este año por y para TVE ha sido recibida con una buena acogida. Algo exagerada para un producto falto de encanto y vigor.

La tv movie dirigida por Luis Oliveros, que ha labrado su carrera como ayudante de dirección en conocidas películas (‘Juana la loca’, ‘Planta 4ª’) comenzó muy bien su promoción. Naturalmente, nadie iba a criticar una de esas historias que tanto gustan: la del “Schindler” español Ángel Sanz Briz, legado de España en Budapest que en el último tramo de la Segunda Guerra Mundial salvó millares de judíos del exterminio.

Siguió el buen rumbo de ‘El ángel de Budapest’ en el Zoom Festival del pasado mes de noviembre, con el galardón a mejor película. En fin, tampoco vamos a sorprendernos de que un certamen hecho en España para españoles y donde compite la televisión pública nacional no acapare varios premios, como así fue. Que los reconocimientos hay que ponerlos todos en su justo lugar.

La noche del jueves 22 de diciembre, día nacional de la salud (por aquello de la Lotería) llegó la prueba de fuego, el estreno. TVE decidió emitir la producción como una miniserie de dos capítulos en La 1, y el resultado de la primera entrega es inmejorable: 18’7% de share y 3.532.000 espectadores de media siguieron la historia que nos presentaba a Francis Lorenzo como el diplomático aragonés que, por azares del destino, se ve envuelto en una operación clandestina para ayudar y librar de la muerte y la persecución a miles de judíos en la Hungría satélite de la Alemania nazi.

TVE española ha visto amortizada así su inversión. Y ésta es, en cuestión material, de muy buena calidad. La ambientación ha recorrido lugares y escenarios impresionantes. Palacios, calles, despachos, jardines, sanatorios… Exteriores e interiores que guardan un exquisito respeto con el tiempo y el ambiente que trata de reflejar la película. También vestuario, maquillaje y peluquería son adecuados. Pero no es oro todo lo que reluce.

La primera imagen en una película es fundamental. Y la miniserie comienza con una inexpresiva voz en off que narra académicamente la situación de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, al estilo de un aburrido vídeo didáctico, con imágenes de archivo ausentes de significado alguno. Mal vamos, sobre todo si seguimos la máxima de que una película no va bien si su único recurso para explicarse es un narrador (honrosas excepciones en ‘El señor de los anillos’ o ‘La guerra de las galaxias’). Seguimos tras este momento documental con un guión previsible. Soso y ñoño, juega con la ventaja de que el espectador ya conoce la historia del Holocausto y ni se molesta. Desde el inicio no traduce en imágenes la cruel violencia, el odio irracional del hombre contra el hombre. Tímidos amagos (la entrada de los alemanes en la fiesta, los judíos tendidos en la calle) no superan la cursi escena en la que Francis Lorenzo se emociona al ver una niña judía tendida en una cama, sin ningún otro mal que llevar un abrigo horrible (como diría María Barranco en ‘Mujeres al borde…’). Afortunadamente para la película el espectador está tan predispuesto a la emoción que la sensiblera pausa musical surte el efecto necesario para comprender que el personaje acaba de dar un vuelco en su actitud. Y ya está: la audiencia nos hemos tragado la píldora.

Podría hablar también de esos detalles que pasan desapercibidos, pero que a mí, en una “gra producción”, me exasperan. Como el hecho de que, aunque la luz entre a raudales por la ventana, todos los interiores (todos) tengan siempre las lámparas encendidas (en Hungría debían tener ya bombillas de bajo consumo, que ni se molestaban en apagar en todo el día). En esto se marida con la tv movie de Antena 3 ‘La princesa de Éboli’, que tenía siempre las velas encendidas, fuera de día o de noche. Claro que hablando de luz, también sorprende que los actores tengan la fuente de iluminación a la espalda y, sin embargo, su rostro aparezca perfecta y artificialmente iluminado, con una extraña luz blanca neutra, o que de un plano general a otro corto no se respete el ráccord de iluminación. Por no hablar de la nula utilización de la profundidad de campo, ese recurso perseguido en el cine y la publicidad, y que aquí brilla por su ausencia, dando tanta importancia a los protagonistas como al fondo. Cuando, además, hablamos de alta definición, la inundación de detalle es tanta que empacha nuestro sentido visual hasta la naúsea.

Claro que en el otro lado de la balanza tenemos a Telecinco con ‘Acorralados: Aventura en el bosque’. Prácticamente igualados en número de espectadores (3.336.000) pero alcanzando un 24’4% de share, el concurso de Telecinco desde luego no peca de ñoño, cursi o sensiblero, en líneas generales. Pero casi retrata mejor el odio del hombre contra el hombre, para nuestra desgracia. Y es que los realities terminan sacando lo peor que lleva el ser humano dentro. Así van las cosas, un puñado de personas en una casa rural, rodeados por prados verdes, bosques y vacas te hacen sentir más incómodo por su violencia verbal que la edulcorada historia de una de las más terribles guerras europeas. Viva la Navidad.

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