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Ejemplos de lenguaje totalitario

Almudena Negro
Almudena Negro
sábado, 16 de abril de 2005, 04:22 h (CET)
En Europa y, especialmente en España, se ha ido imponiendo, poco a poco, el lenguaje de lo “políticamente correcto”. Un lenguaje pretendidamente democrático que debe ser utilizado obligatoriamente por todos y, especialmente, por quienes trabajan en medios de comunicación. Pero la realidad es muy otra: es el lenguaje del totalitarismo, la subversión de nuestra lengua impuesto desde el Ministerio de la Verdad que tan bien describió Geroge Orwell en “Rebelión en la granja”. Cualquier persona que se salga de los límites impuestos por la clase política y los medios de comunicación en cuanto al lenguaje, será vilipendiado inmediatamente.

Piensen en el concepto de “violencia de género”, que los hombres incultos repiten como loros, una vez tras otra, sin darse cuenta de que se están imputando a sí mismos una violencia que se presume genética y propia del “género” masculino. Lo que antes se denominaba maltrato o violencia doméstica (otro término estúpido, puesto que el maltratador no circunscribe su actuación al ámbito del domicilio conyugal, sino que maltrata a su víctima en cualquier circunstancia y ocasión – por ejemplo, denigrándola en público-), ahora ya sólo es imputable al hombre. Es su género sexual el que parece determinar la capacidad de ejercer intimidación y violencia sobre las demás personas. Con ello, de un plumazo, desaparece la posibilidad de que una mujer maltrate a su prole, ascendientes o a su propio esposo. Ellas no pertenecen al “género”. Así, el hombre, por el mero hecho de nacer varón será sospechoso de maltratador. Se trata de la lucha de sexos, sustituto de la funesta y criminal teoría de la lucha de clases. La historia siempre ha sido “lucha de clases”, decían. Pues como eso se ha demostrado falso, utópico y criminal, ahora nos imponen, hasta en el lenguaje, “la lucha de sexos”.

Hay más ejemplos de lenguaje políticamente correcto. Por ejemplo los que se dan en el mundo de la pedagogía y la educación. Así, nos hablan de “adaptación curricular” que quiere decir que nuestro hijo es un zopenco y por eso van a adaptar los contenidos de la/s asignatura/s a su (in)capacidad. O nos hablan de “promoción automática”, que no es más que decirnos que nuestros hijos pasarán de curso aunque suspendan las asignaturas importantes tales como historia, lengua, matemáticas y literatura. Nos dicen con eso, que el esfuerzo del niño no tiene importancia. Total, el título –devaluado- se lo van a regalar. En realidad lo que subyace detrás de esto es el encubrimiento del fracaso del sistema educativo público, que es una fábrica de parados y analfabetos funcionales. Eso sí, todos titulados. Es la igualdad socialista, la que siempre mide a todos por el rasero más bajo posible.

“Neoliberal”. Este término se aplica despectivamente a todo aquél que no comparte teorías progres y quiere significa el más absoluto e irracional odio hacia el sistema de libre mercado y hacia el sistema democrático. Quien lo pronuncia suele coincidir con ser férreo defensor de demócratas como Castro o Chávez. Y defensor de la vuelta a las teorías fracasadas del socialismo del siglo pasado.

“Demócratas”. Basta con recordar que el comunismo de la URSS se tildaba a sí mismo de “democracia socialista”. Ahora está de moda repartir carnets de demócrata. Así, un nacional-socialista como Carod Rovira, está hecho un campeón del reparto. Otro campeón de las libertades y la democracia como Arnaldo Otegui, niega esta condición a María San Gil, por ejemplo. ¿Y qué me dicen de Gaspar Llamazares, nostálgico de la criminal ideología comunista? En realidad se utiliza este término para acusar a los que no piensan como uno de totalitarios. Es típico de los seguidores del pensamiento único.

“Pacifismo”. El pacifista es aquél manifestante violento, que, como en Seattle, Davos o durante dos años en España, se dedica a destrozar papeleras, McDonalds, robar jamones en El Corte Inglés, asaltar sedes de partidos adversarios o al noble ejercicio de quemar coches y cabinas de teléfonos en la vía pública.

“Feminismo”. El feminismo consiste en estar todo el día quejándose por la situación de opresión de las mujeres en los países occidentales y democráticos y cerrar los ojos ante la situación de la mujer en las dictaduras más feroces o en los regímenes teocráticos. Así, no se verá ninguna declaración de campeonas del feminismo como Lidia Falcón o Cristina del Valle, denunciando las ejecuciones de mujeres en países árabes por, por ejemplo, pintarse las uñas o ir a una peluquería.

“Machismo”. Esto, naturalmente, es congénito de la derecha. Así, si el Alcalde socialista de Leganés (Madrid) intenta agredir a la portavoz del Partido Popular, no será por cuestión de machismo. Será que el pobre hombre no podía aguantar más a la “facha” esa. Y, por supuesto, el iraní Jatami no debe ser muy machista, ¿o han oído a algún progre tildarlo de tal?.

“Multiculturalidad”. Quiere decir que debemos consentir en nuestras democracias aquello contra lo que se luchó durante siglos. Así, en nombre de la multiculturalidad, se permite que en Madrid haya mujeres que van vestidas con Burka. O, algún día, si esto sigue así, se permitirán las ablaciones de clítoris en nombre de esta palabra, que significa en realidad “odio a lo que representa Occidente (democracia, libertad, capitalismo)”.

“Insurgencia”. Esos que ponen coches bombas en plena calle para matar a algunos –cuantos más mejor – para aterrorizar a todos. O esos que secuestran a personas y luego las decapitan. Antes se llamaban terroristas.

“Pueblo”. Es el concepto nazi de Volk, rescatado por obra y gracia del Lehendakari de la mitad de los vascos. Concepto xenófobo y racista por antonomasia. En nombre del “pueblo” se puede permitir la opresión –e incluso la exterminación sistemática- de la mitad del “pueblo”. Porque el “pueblo” son aquellos que el político de turno decide. El resto debe de callar.

“Cuota”. Estupidez progre y machista que consiste en hacer creer a toda la población que el objeto de la cuota, por ejemplo, la mujer, cuando accede a un puesto de relevancia ha conseguido llegar a él simplemente por una cuestión de su condición sexual. Sinónimo: Carmen Calvo.

“Talante”. Consiste en hacer lo que a uno le da la real gana sin contar con los demás, incluso insultar a media España o vender armas a dictadores, pero, eso sí, con una sonrisa de pacifista en la cara. Antónimo de talento. Sinónimo de despotismo.

”Facha”. Todo aquél que no comulga con el lenguaje totalitario ni con el pensamiento único. Se utiliza indiscriminadamente junto con la palabra “fascista” para insultar a la derecha. Se olvidan que el lema de Jose Antonio era “Pan y tierra” y que Mussolini se consideraba a sí mismo el máximo exponente del socialismo. Tanto Jose Antonio como Mussolini eran antiliberales, intervencionistas y doctrinarios. O sea, como ZP.

Y así, hasta el infinito. Pongan la televisión, lean la prensa, escuchen a nuestros políticos. Verán como todos, casi sin excepción, siguen al pie de la letra el manual del lenguaje totalitario.

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