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Decálogo de cinco grandes errores para dinamitar una serie

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En plena explosión de novedades televisivas uno puede albergar expectativas de encontrar algo fresco, original y lo suficientemente sólido que no se desplome a la primera de cambio. Normalmente, las series suelen aguantar estoicamente durante tres temporadas (cuatro a lo sumo) si han conseguido enganchar a una masa fiel de espectadores en sus primeros capítulos. Esto, claro está, no siempre suele ocurrir. Los episodios piloto son un test, no sólo para una audiencia preliminar (o de control) y unos productores que tienen que asegurarse de la rentabilidad de su inversión, sino también para esos espectadores que se inician en la aventura de conocer a unos personajes nuevos y de los que tienen expectativas.

Descabellada decisión la de no mantener, por consiguiente, al equipo inicialmente elegido en el reparto, pues como en el caso de ‘Being Human’, aquellos a los que se les ocurre hacer un cambio de actores tras el piloto, lo suelen acabar pagando con una desbandada masiva de televidentes en el segundo capítulo. Primer gran error, desmontar el horizonte de expectativas de tu audiencia antes de fidelizarla.

Hay otros casos en los que los remplazos son más por obligación que por decisión propia de la productora o cadena. Unas veces deciden matar a los personajes (como Leo McGarry en ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, donde el actor que lo encarnaba, John Spencer, murió realmente y tuvieron que improvisar algo que, sinceramente y para variar, no resultó forzado), otras, en cambio, deciden inventarse algún viaje y cambio de vida (lo que pasó con buena parte del elenco actoral en ‘Urgencias’) o, el más triste de todos, recurrir a la cirugía estética para mantener al personaje pero cambiar de actor (muy habitual en telenovelas y que, en España, pudimos sufrirlo con ‘Hermanos de leche’). Lo que parece complicado es que la serie se mantenga cuando se va el personaje con más tirón de la misma. ¿Alguien se imagina viendo ‘Cómo conocí a vuestra madre’ sin el personaje de Barney Stinson? Recordemos el caso de ‘Coupling’, donde en su cuarta temporada, la sitcom británica despide a su gran valor, Jeffrey ‘Jeff’ Murdock, enviándolo de viaje a la isla de Lesbos de la noche a la mañana. El actor que lo interpretaba, Richard Coyle, alegó la excusa más vieja del mundo, casi tanto como el clásico “ya te llamaremos” o el “no es por ti, es por mi”. Hablamos de la célebre frase: “no quiero encasillarme”. Fuese por el motivo que fuese, esta gran comedia que, durante tres temporadas, nos hizo reír a carcajadas se desplomó tras una constante de decisiones desafortunadas que acabó en un cierre que no convenció a nadie. En el último episodio, un semi-cameo de Jeff interpretado por otro personaje. ¿Cómo lo encajaron? Pues le cambiaron de sexo. Viaje y cirugía por el precio de uno.



En esa situación se encuentra también ‘Misfits’, que está acusando la baja su personaje más popular. El caso del actor Charlie Sheen en ‘Dos hombres y medio’ es otro ejemplo. ¿Que no tenemos a nuestro protagonista de éxito porque la ha montado bien gorda insultando a los productores? Pues le despedimos, matamos a su personaje en la serie y lo reemplazamos por algún chico de moda que haga de su hermano salido de la nada. De momento, la serie se mantiene. Steve Carell dejó su personaje de Michael Scott, con el que habíamos descubierto que otro humor es posible en Norteamérica disfrutando de él durante 7 años, y aún así la NBC decidió seguir adelante con la serie. Carell era para ‘The Office’ lo que Hugh Laurie es para ‘House’, por lo que se optó por la solución anterior, contratar a gente famosa y de tirón para que suplan el vacío del jefe que más vergüenza ajena daba de la televisión, pero sin reemplazarlo. Se crearon nuevos personajes que serían interpretados por actores como Will Ferrell, James Spader o Jim Carrey para que, de manera coral y progresiva, pudiesen hacer un lavado de cara. De momento y contra pronóstico, la cosa marcha. Que la salida del actor o actriz del equipo haya sido en términos amistosos es un motivo para que se prometan o dejen abiertas apariciones esporádicas del personaje, lo que propicia una fidelidad residual. Fue el caso de David Duchovny en ‘Expediente-X’ o el de Rob Morrow en ‘Doctor en Alaska’, que aparecieron esporádicamente interpretando a sus respectivos personajes. En caso contrario puede irse todo al garete. Segundo gran error, desmontar el horizonte de expectativas del espectador una vez le tienes fidelizado sin darle algo de suficiente valor a cambio.



Pero los motivos de una cancelación pueden deberse a muchos motivos. ‘Arrested Development’ que aguantó tres temporadas a un nivel muy alto, tuvo que ser cancelada por falta de audiencia (propiciada por los constantes cambios de horario, parones y recortes), y quisieron cerrarla con un final forzado que implicaba a Sadam Hussein y al espionaje internacional. Afortunadamente, el mes pasado se hizo público que tras el rodaje de la película, se realizará una última temporada de 10 episodios… ¡5 años después! El motivo, las constantes quejas de los espectadores que, aún hoy, seguían llamando o escribiendo a la Fox para mostrar su desacuerdo. En muchas ocasiones, es la propia salida del creador del producto lo que precipita su gran bajada de calidad. ‘Dawson Creek’ fue abandonada por Kevin Williamson al final de la segunda temporada y la cadena no supo mantener el interés de sus espectadores aunque aguantase cuatro (insustanciales) temporadas más. Los casos de series moribundas que se debaten entre la cancelación y la renovación son cuantiosos. Tim Kring tuvo un toque de atención al comienzo de la 3ª temporada para que enderezase el rumbo o se le cortaría el grifo en ‘Heroes’. Consiguió alargar la agonía un poco más, pero la audiencia cayó hasta por debajo de los 5 millones de espectadores (cuando llegó a tener 15 en su primera temporada). Fue cancelada fulminantemente el año pasado. Más infrecuente es, precisamente, que la bajada de calidad se dé por una subida en el presupuesto (derivado del éxito) que hace, paradójicamente, que pierda la frescura de los comienzos (‘The flight of the Conchords’). Tercer gran error, olvidarse del ADN o sello de identidad de un producto.

Uno de los motivos más habituales por el que el público se acaba cansando de una serie es la repetición continuada de pautas narrativas. En esto tienen ventaja aquellas cuya estructura capítulo tras capítulo es un calco del anterior o, peor aún, cada temporada ofrece los mismos incentivos y elementos que su predecesora. Aquí estarían englobadas casi cualquier producto televisivo de ficción mainstream de detectives, policías, científicos, forenses, médicos, carpinteros, patrones de barco y cualquier cosa que tenga que ver con una profesión. ‘Dexter’, ‘CSI’, ‘House’, ‘JAG: Alerta Roja’,… son tan predecibles que han conseguido que las abandone. Y luego, están los refritos. ¿Acaso ‘Castle’ no es una mezcla de elementos recogidos de ‘Instinto Básico’ con la estructura de ‘El mentalista’ y ‘Numbers’? Lo único que suele mantener al espectador viendo series como ‘Bones’, ‘El Mentalista’, ‘Castle’, ‘Fringe’,… es la tensión sexual entre sus protagonistas. Si se acabarán o no acostando, vaya. Al final mucha gente acaba viendo capítulos salteados. Es como Keanu Reeves, no molesta, pero esperas poco o nada de él. Por lo tanto, cuarto y definitivo gran error, hacer mezclas de productos que hay en el mercado sin cabeza, sin conocer los riesgos que ello comporta y sin tener muy claro lo que se quiere hacer.

A título personal, lo que menos soporto es la acumulación de capítulos de relleno en una temporada. No hablo de aquellos episodios que nada tienen que ver con el eje vertebrador del argumento, puesto que no sería justo olvidarse de casos como ‘Expediente-X’ o ‘Millenium’, cuyos capítulos aislados eran incluso más interesantes que los principales. Me refiero a los que son completamente insulsos que aparecen de manera reiterada y que hacen que la audiencia se olviden los valores del producto. Ejemplos podemos encontrar en casi todas las series de anime japonés de largo recorrido (‘Dragon Ball’, ‘Naruto’, ‘Slayers’, ‘Caballeros del Zodiaco’,…) y en algunas de corto (En ‘Wolf’s Rain’ se hacían capítulos resumen, por ejemplo) o en dramas americanos para adolescentes (‘Smallville’, ‘Dawson Crece’). Pero de estos casos ya hablé largamente en otro artículo . Finalmente, quinto y último gran error, pensar que tus espectadores son tan tontos que puedes permitirte el lujo de meter relleno y relajarte con los contenidos.

En conclusión, si albergan alguna esperanza de encontrar un producto decente que no les haga pensar que están viendo siempre lo mismo, recuerden ponerse unos guantes de plástico, porque van a tener que apartar del camino mucha mierda primero.

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Decálogo de cinco grandes errores para dinamitar una serie
José María Blázquez
domingo, 6 de noviembre de 2011, 10:45 h (CET)
En plena explosión de novedades televisivas uno puede albergar expectativas de encontrar algo fresco, original y lo suficientemente sólido que no se desplome a la primera de cambio. Normalmente, las series suelen aguantar estoicamente durante tres temporadas (cuatro a lo sumo) si han conseguido enganchar a una masa fiel de espectadores en sus primeros capítulos. Esto, claro está, no siempre suele ocurrir. Los episodios piloto son un test, no sólo para una audiencia preliminar (o de control) y unos productores que tienen que asegurarse de la rentabilidad de su inversión, sino también para esos espectadores que se inician en la aventura de conocer a unos personajes nuevos y de los que tienen expectativas.

Descabellada decisión la de no mantener, por consiguiente, al equipo inicialmente elegido en el reparto, pues como en el caso de ‘Being Human’, aquellos a los que se les ocurre hacer un cambio de actores tras el piloto, lo suelen acabar pagando con una desbandada masiva de televidentes en el segundo capítulo. Primer gran error, desmontar el horizonte de expectativas de tu audiencia antes de fidelizarla.

Hay otros casos en los que los remplazos son más por obligación que por decisión propia de la productora o cadena. Unas veces deciden matar a los personajes (como Leo McGarry en ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, donde el actor que lo encarnaba, John Spencer, murió realmente y tuvieron que improvisar algo que, sinceramente y para variar, no resultó forzado), otras, en cambio, deciden inventarse algún viaje y cambio de vida (lo que pasó con buena parte del elenco actoral en ‘Urgencias’) o, el más triste de todos, recurrir a la cirugía estética para mantener al personaje pero cambiar de actor (muy habitual en telenovelas y que, en España, pudimos sufrirlo con ‘Hermanos de leche’). Lo que parece complicado es que la serie se mantenga cuando se va el personaje con más tirón de la misma. ¿Alguien se imagina viendo ‘Cómo conocí a vuestra madre’ sin el personaje de Barney Stinson? Recordemos el caso de ‘Coupling’, donde en su cuarta temporada, la sitcom británica despide a su gran valor, Jeffrey ‘Jeff’ Murdock, enviándolo de viaje a la isla de Lesbos de la noche a la mañana. El actor que lo interpretaba, Richard Coyle, alegó la excusa más vieja del mundo, casi tanto como el clásico “ya te llamaremos” o el “no es por ti, es por mi”. Hablamos de la célebre frase: “no quiero encasillarme”. Fuese por el motivo que fuese, esta gran comedia que, durante tres temporadas, nos hizo reír a carcajadas se desplomó tras una constante de decisiones desafortunadas que acabó en un cierre que no convenció a nadie. En el último episodio, un semi-cameo de Jeff interpretado por otro personaje. ¿Cómo lo encajaron? Pues le cambiaron de sexo. Viaje y cirugía por el precio de uno.



En esa situación se encuentra también ‘Misfits’, que está acusando la baja su personaje más popular. El caso del actor Charlie Sheen en ‘Dos hombres y medio’ es otro ejemplo. ¿Que no tenemos a nuestro protagonista de éxito porque la ha montado bien gorda insultando a los productores? Pues le despedimos, matamos a su personaje en la serie y lo reemplazamos por algún chico de moda que haga de su hermano salido de la nada. De momento, la serie se mantiene. Steve Carell dejó su personaje de Michael Scott, con el que habíamos descubierto que otro humor es posible en Norteamérica disfrutando de él durante 7 años, y aún así la NBC decidió seguir adelante con la serie. Carell era para ‘The Office’ lo que Hugh Laurie es para ‘House’, por lo que se optó por la solución anterior, contratar a gente famosa y de tirón para que suplan el vacío del jefe que más vergüenza ajena daba de la televisión, pero sin reemplazarlo. Se crearon nuevos personajes que serían interpretados por actores como Will Ferrell, James Spader o Jim Carrey para que, de manera coral y progresiva, pudiesen hacer un lavado de cara. De momento y contra pronóstico, la cosa marcha. Que la salida del actor o actriz del equipo haya sido en términos amistosos es un motivo para que se prometan o dejen abiertas apariciones esporádicas del personaje, lo que propicia una fidelidad residual. Fue el caso de David Duchovny en ‘Expediente-X’ o el de Rob Morrow en ‘Doctor en Alaska’, que aparecieron esporádicamente interpretando a sus respectivos personajes. En caso contrario puede irse todo al garete. Segundo gran error, desmontar el horizonte de expectativas del espectador una vez le tienes fidelizado sin darle algo de suficiente valor a cambio.



Pero los motivos de una cancelación pueden deberse a muchos motivos. ‘Arrested Development’ que aguantó tres temporadas a un nivel muy alto, tuvo que ser cancelada por falta de audiencia (propiciada por los constantes cambios de horario, parones y recortes), y quisieron cerrarla con un final forzado que implicaba a Sadam Hussein y al espionaje internacional. Afortunadamente, el mes pasado se hizo público que tras el rodaje de la película, se realizará una última temporada de 10 episodios… ¡5 años después! El motivo, las constantes quejas de los espectadores que, aún hoy, seguían llamando o escribiendo a la Fox para mostrar su desacuerdo. En muchas ocasiones, es la propia salida del creador del producto lo que precipita su gran bajada de calidad. ‘Dawson Creek’ fue abandonada por Kevin Williamson al final de la segunda temporada y la cadena no supo mantener el interés de sus espectadores aunque aguantase cuatro (insustanciales) temporadas más. Los casos de series moribundas que se debaten entre la cancelación y la renovación son cuantiosos. Tim Kring tuvo un toque de atención al comienzo de la 3ª temporada para que enderezase el rumbo o se le cortaría el grifo en ‘Heroes’. Consiguió alargar la agonía un poco más, pero la audiencia cayó hasta por debajo de los 5 millones de espectadores (cuando llegó a tener 15 en su primera temporada). Fue cancelada fulminantemente el año pasado. Más infrecuente es, precisamente, que la bajada de calidad se dé por una subida en el presupuesto (derivado del éxito) que hace, paradójicamente, que pierda la frescura de los comienzos (‘The flight of the Conchords’). Tercer gran error, olvidarse del ADN o sello de identidad de un producto.

Uno de los motivos más habituales por el que el público se acaba cansando de una serie es la repetición continuada de pautas narrativas. En esto tienen ventaja aquellas cuya estructura capítulo tras capítulo es un calco del anterior o, peor aún, cada temporada ofrece los mismos incentivos y elementos que su predecesora. Aquí estarían englobadas casi cualquier producto televisivo de ficción mainstream de detectives, policías, científicos, forenses, médicos, carpinteros, patrones de barco y cualquier cosa que tenga que ver con una profesión. ‘Dexter’, ‘CSI’, ‘House’, ‘JAG: Alerta Roja’,… son tan predecibles que han conseguido que las abandone. Y luego, están los refritos. ¿Acaso ‘Castle’ no es una mezcla de elementos recogidos de ‘Instinto Básico’ con la estructura de ‘El mentalista’ y ‘Numbers’? Lo único que suele mantener al espectador viendo series como ‘Bones’, ‘El Mentalista’, ‘Castle’, ‘Fringe’,… es la tensión sexual entre sus protagonistas. Si se acabarán o no acostando, vaya. Al final mucha gente acaba viendo capítulos salteados. Es como Keanu Reeves, no molesta, pero esperas poco o nada de él. Por lo tanto, cuarto y definitivo gran error, hacer mezclas de productos que hay en el mercado sin cabeza, sin conocer los riesgos que ello comporta y sin tener muy claro lo que se quiere hacer.

A título personal, lo que menos soporto es la acumulación de capítulos de relleno en una temporada. No hablo de aquellos episodios que nada tienen que ver con el eje vertebrador del argumento, puesto que no sería justo olvidarse de casos como ‘Expediente-X’ o ‘Millenium’, cuyos capítulos aislados eran incluso más interesantes que los principales. Me refiero a los que son completamente insulsos que aparecen de manera reiterada y que hacen que la audiencia se olviden los valores del producto. Ejemplos podemos encontrar en casi todas las series de anime japonés de largo recorrido (‘Dragon Ball’, ‘Naruto’, ‘Slayers’, ‘Caballeros del Zodiaco’,…) y en algunas de corto (En ‘Wolf’s Rain’ se hacían capítulos resumen, por ejemplo) o en dramas americanos para adolescentes (‘Smallville’, ‘Dawson Crece’). Pero de estos casos ya hablé largamente en otro artículo . Finalmente, quinto y último gran error, pensar que tus espectadores son tan tontos que puedes permitirte el lujo de meter relleno y relajarte con los contenidos.

En conclusión, si albergan alguna esperanza de encontrar un producto decente que no les haga pensar que están viendo siempre lo mismo, recuerden ponerse unos guantes de plástico, porque van a tener que apartar del camino mucha mierda primero.

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