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Entrevista a José de Cora

“Muchas veces el individuo, dadas las circunstancias, puede hacer mucho más de lo que sospecha”

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La última y celebrada novela de José de Cora, publicada hace unos meses, puede y debe leerse como un libro de espías en el que se concitan la aventura y la Historia. Es difícil, pues, encasillarla en el género de “novela histórica” –aunque lo sea- porque constituye asimismo una muy entretenida lectura de un relato de aventuras, salpimentado de un humor sutil, muy gallego, que ya luce en su título: EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA.

Como aquel “calderero, sastre, soldado, espía” de John Le Carré, “Garbo”, protagonista del libro, desplegó sus dotes de gran manipulador en la sombra; pero con una diferencia: “Garbo” existió y se llamaba Juan Pujol García.

¿Doble agente? ¿Espía a secas?

Tras la lectura del libro, uno se queda con la duda de si acaso este personaje no fuera en realidad ni lo uno ni lo otro. Ya que más que espiar lo que hizo fue embrollar las cabezas del Alto Estado Alemán, hasta el punto de despistarlos fatalmente sobre el día y el lugar en los que habría de producirse el episodio más significativo en el desenlace de la II Guerra Mundial: el Desembarco de Normandía.

Pujol tuvo a su lado a una colaboradora esencial, Araceli, que, aparte de ser su mujer, contribuyó de manera decisiva no sólo a crear el personaje de “Garbo”, sino a mantenerlo y hacerlo creíble ante los alemanes. Como suele ocurrir con muchas personalidades femeninas, Araceli pasó como de puntillas por la Historia y nunca recibió el reconocimiento que obtuvo su marido. Este libro rescata buena parte de su protagonismo. Hablando sobre ella comienza la entrevista.

Creo que tienes algún tipo de vínculo familiar con Araceli, la coprotagonista de tu novela ¿Es así?
Se trata de un vínculo muy lejano, mínimo, y viene por parte de mi padre. No tuvo que ver nada en la elección del tema. En realidad lo que más influyó fue la amistad, el trato personal, y en él tuvo que ver mucho mi madre. Conocí a Araceli cuando yo tenía 18 o 19 años y estudiaba periodismo. Mi madre me recomendó ir a verla. Era propietaria de las famosas Galerías de Arte Kreisler en Madrid y solía celebrar unos cócteles estupendos cada vez que se inauguraba una exposición. Para mí representaba una ocasión bárbara para conocer gente, pintores, actores, periodistas… A partir de su acogida se estableció entre nosotros un trato exquisito. Era una persona muy simpática, muy amable, y una gran anfitriona.

¿Qué te animó a escribir una novela sobre las vicisitudes de esta pareja?
En realidad, lo que me impulsó a interesarme por esta historia vino muchísimos años después, ya que cuando conocí a Araceli no sabía quién había sido Garbo. Nadie en España lo sabía. Y fue que un buen día, a mi vuelta a Lugo ya como director de periódico, me llamó Araceli para decirme que quería publicar una esquela. Yo, por supuesto, sabía que era la esposa de Edward Kreisler, con lo que me sorprendió el nombre para el que solicitaba la necrológica: Juan Pujol García. Este personaje empezaba a ser conocido, especialmente a raíz de su nombramiento como Caballero del Imperio Británico meses antes. Al preguntarle que relación tenía con él, me contestó: “Fue mi marido durante cinco años y el padre de mis tres hijos” En aquel momento “me caí de la burra” y es una pena que no pudiera ver mi cara de asombro. En ese mismo instante le pedí una entrevista y ella accedió, aunque luego fue dándome largas. Tuve que insistir y finalmente me llamó un día para que la hiciéramos por teléfono… Y me mintió todo lo que quiso. Publiqué la entrevista, encantado de la exclusiva que estaba ofreciendo a los lectores gallegos. Araceli afirmaba que no tenía ni idea de que su marido hubiera sido un espía y que hubiera participado como lo hizo en el desenlace de la II Guerra Mundial. Murió unos cuantos años después, con lo que ya resultaba imposible conocer su versión de la historia. Fue a raíz de la publicación de una serie de libros cuando me asaltó la certeza de que Araceli debía de haber sabido mucho más de lo que aseguraba, que debía de haber estado plenamente “en el ajo”. Era simplemente imposible que hubiera vivido cinco años sin enterarse de nada. De esta certidumbre y de un minucioso trabajo de investigación salió un documental de dos horas para la Televisión de Galicia, en el que se pone de manifiesto no sólo que había sido la mitad de Garbo, sino que también participó activamente en visitas a embajadas, ofrecimientos de colaboración y, en definitiva, en el enorme engaño que montaron estos dos personajes. Con todo, tras el documental que dedicamos a ambos en 2008, unos años después, en 2015, recién acabada una novela, me puse a escribir otra: la de ellos. Y esa es la parte en la que no interviene la investigación histórica, sino la imaginación en el desarrollo de lo que pudo haber sucedido entre un acontecimiento y otro; algo así como el cemento, la argamasa que hiciera posible montar todo el edificio de la historia. Eso sólo se podía conseguir a través de una novela.

Entonces, deduzco que la parte en la que interviene más la ficción es la que corresponde a la actuación de ella…
No exactamente. Todo está novelado y, como es lógico, las conversaciones son las que me imagino que hubieran podido tener. Pero esa intervención de Araceli, tanto ante los ingleses como con los norteamericanos en Lisboa o aquel momento en el que llora frente a los alemanes haciéndose pasar por una española engañada, son situaciones comprobadas. Con independencia de los diálogos, la parte que transcurre en Londres es la más novelada. Es increíble que los alemanes no dudaran jamás de la fidelidad de este hombre a los nazis y que durante dos años no les aportara ninguna información verídica; en especial cuando se traslada a Lisboa y no puede saber nada real con respecto a los movimientos de las tropas británicas. Que hubieran tragado durante todo ese tiempo es algo que chirría ¿Cómo fue posible que un ejército tan poderoso como el alemán hubiera estado manipulado por un chiquilicuatre (mejor dicho, por dos) que no tenía ni idea de cómo iban desarrollándose los acontecimientos? Introduzco al personaje del asesino como manifestación de las dudas que podían haber surgido entre los generales de la Wehrmacht, ya que las tropas frecuentemente actuaban de acuerdo con lo que sugería Garbo. Por otra lado, la parte de Lugo, por ejemplo, está basada en sus propias memorias o en retazos de lo que me pudieran ir contando los hijos de Araceli o en lo que de verdad pudo haber dejado en su autobiografía el propio Juan Pujol. Y digo esto porque en la autobiografía que escribe con Nigel West no cita a Araceli para nada. Es decir, está mintiendo en gran medida.

282

EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA, me refiero al título, recuerda a aquello que se decía de que el aleteo de una mariposa en Australia podría llegar a producir un tornado en Alaska ¿Cómo se te ocurrió el título y por qué precisamente “estornudo”?
Al contemplar la historia me di cuenta de que la consistencia de estos dos personajes era menor que la de una mariposa en comparación con el III Reich y que, sin embargo, su influencia había sido brutal. Si el aleteo de una mariposa puede producir efectos devastadores en los antípodas, ellos pusieron un poquito más de fuerza. No se trató sólo de un aleteo; fue un estornudo en toda regla (aunque la mariposa, que yo sepa, no estornuda) Muchas veces el individuo no se siente muy capaz de emprender ciertas cosas y, sin embargo, dadas las circunstancias puede hacer mucho más de lo que sospecha, a diferencia de la masa, que influye y actúa mucho menos.

Sorprende, en efecto, que los Servicios Secretos alemanes estuvieran “in albis” durante todo ese tiempo.
Desde luego. Y de hecho muchos historiadores, antes de que se desclasificaran los Papeles de Kew (Archivos Secretos de Gran Bretaña) dudaban de la existencia de Garbo y Araceli como personas de carne y hueso; quizá en un afán por encubrir un fallo en su labor de investigación; aunque todo quedaría al descubierto años después. Todo resulta de lo más sorprendente; como el hecho de que el propio Hitler estuviera convencido de su bondad, hasta el punto de conceder a Garbo la Cruz de Hierro nada menos que después del Desembarco de Normandía: había perdido la Guerra con el Desembarco, ajeno a que éste se había producido precisamente gracias a las artimañas de Garbo. Para colmo, años después Juan Pujol reclamó las deudas (unas 30.000 pesetas de la época) que los alemanes tenían con él. Increíble.

Durante la primera parte del libro, las vidas de Juan y Araceli corren paralelas. Se produce una serie de hechos que los va acercando inevitablemente. El encuentro y la mutua fascinación al fin se producen; no obstante, esa unión dura lo que dura la misión que se proponen. Terminada ésta, se separan. Parece como si el Destino los hubiera colocado sólo para que llevara a cabo ese cometido concreto ¿Estás de acuerdo con esta reflexión?
Desde luego ése fue el resultado. Fue quizá el Destino o una serie de características muy especiales. Probablemente ambos coincidían en su afán de aventura, y en el caso de Juan se da claramente un empeño por derrotar al nazismo. Araceli estaba menos politizada e incluso el hecho de que hubiera pertenecido a Falange puede parecer una contradicción. Cuando a Juan lo aceptan los británicos, Araceli pierde su papel en la célula matriz de Garbo y comienza a estar harta de Londres. Incluso comete la tontería de empeñarse en venir a Lugo a toda costa, poniendo en peligro la operación si, como aseguraba, hubiera contado todo a los españoles. No creo que pensara hacerlo en absoluto, ya que la hubiera perjudicado mucho. Más bien se trataba de amedrentar a Churchill, puesto que España era un territorio hostil a los aliados y próximo al III Reich. En Lugo concretamente había muchos alemanes empeñados en la tarea de construir las torres de comunicación de Arteixo y temían que Araceli pudiera ponerles sobre la pista de que Garbo era un espía, un doble espía. Aunque bien mirado, más que un doble espía fue un bicho raro, dado que no espió en realidad nada, sino que tejió una habilísima trama de mentiras.

Ahora que lo mencionas, esa figura del espía y mucho más la del “doble agente” suele inspirar pocas simpatías. Sin embargo con Garbo ocurre justamente lo contrario ¿A qué puede deberse?
En realidad él jugó a dos bandas sólo en apariencia. Desde el principio su motivación fue salvar a la democracia del totalitarismo nazi. Si hubiera sido un doble agente como algunos lo presentan, habría trabajado en algún momento para los alemanes, pero de hecho lo único que hizo fue engañarlos, ya que no les aportó ni una sola información verídica desde Lisboa y una vez lo ficharon los ingleses y se lo llevaron a Londres esta actitud de engaño permanente no hizo otra cosa que acrecentarse. Ya no les comunica lo que a él le parece, sino lo que desean el Foreign Office, el Mando Conjunto, Churchill y Eisenhower. No es por tanto un doble espía; está trabajando desde una trinchera muy rara e incomparable. No existe otro caso parecido. Quizá trabaja también en su propio beneficio, para ganar dinero y vivir bien; pero eso no se le puede reprochar. Lo que es seguro es que siempre combatió a un único enemigo.

Garbo y su mujer, Araceli, fueron figuras complementarias. No obstante, la figura de ella se vio un tanto eclipsada por la de Juan ¿Cuánto hay de injusto en este hecho?
Mucho. Sin embargo, no cabe reprochárselo a nadie. Es una consecuencia directa de la propia voluntad de Araceli. Cuando se empieza a hablar de Garbo a finales de los ochenta, Nigel West, novelista que fu artífice de su descubrimiento, le propone hacer una autobiografía. Juan llama a Araceli y le cuenta el plan de escribir su historia. Le dice: “Vas a tener que aparecer” A lo que Araceli responde: “Ni se te ocurra. No quiero que me cites en el libro” Es ella, pues, la que prefiere continuar en el anonimato porque, entre otras razones, está en ese momento colaborando con la embajada norteamericana, no en asuntos de espionaje sino en otros también delicados relacionados con la diplomacia. En su casa recibe, por ejemplo, a Hastings, Secretario General de la OTAN o a personajes que prefieren no alojarse en un hotel y a los que acoge en su piso madrileño. Sabe que si se descubre que ella es la otra mitad de Garbo, se le van a venir encima todos los periodistas. A mí me cuenta bastantes mentiras y se presenta como una persona carente de cualquier interés periodístico. En esta actitud insistió el resto de su vida y se llevo el secreto a la tumba. Ni siquiera sus propios hijos supieron nada hasta que averiguaron quién había sido su padre. En las páginas finales del libro, Juan Pujol hijo (Juan Kreisler) relata cómo un día, mientras estaba afeitándose, oye por la radio cómo Luis del Olmo anuncia que Juan Pujol ha sido descubierto… y comienzan a sonarle ciertas cosas. Telefonea a su madre y le dice: “Mamá: Luis del Olmo está hablando de un personaje, Juan Pujol, y quiero que me digas quién es” A lo que Araceli simplemente responde: “Es tu padre” Una situación bárbara para cualquier película o novela.

Se dice que Araceli continuó espiando en las décadas siguientes a su separación de Juan Pujol…
Eso parece. Cuando se rompe el matrimonio regresa de Venezuela (Juan permanece en Choroní un pueblecito al Norte de Caracas en el que vivió hasta su muerte) y se establece en Lugo, donde cría a sus hijos. Posteriormente da el salto a Madrid. Se supone que acude a la embajada de los EEUU y es probable que revelara su papel como “mitad de Garbo” a los diplomáticos de mayor rango de la legación y les ofreciera sus servicios.

Volviendo a la novela ¿Qué personajes secundarios en la trama te resultan más sugerentes?
La historia contada desde la novela tiene varios. Como la novia de Juan en Burgos, que le ayuda a salir del ejército. Está enamorada de él y siente piedad por un ser que sufre; finalmente lo perderá. También disfruté describiendo a los amigos que encuentra en Lisboa y al resto de personajes (asesino alemán incluido) que son colaboradores necesarios en una aventura que tiene mucho de cinematográfica.

¿Qué parte de la novela –no me refiero a la labor de documentación- te resultó más laboriosa?
El trabajo de documentación estaba hecho en gran medida para el documental de 2008. Para la redacción de la novela releí tres o cuatro libros publicados en ese momento. Además durante la elaboración del documental me había entrevistado con toda la familia, con el propio Nigel West y con biógrafos españoles de Juan Pujol, como Javier Juárez. Con el equipo que elaboraba el documental grabamos en Londres, Lisboa, las playas de Normandía y en todos los lugares imprescindibles para contar la historia. Por tanto, una vez que me pongo a escribir la novela, el mayor esfuerzo es el de imaginación, el de crear la ficción como tal. La novela necesitaba desprenderse de tantísimos datos como había para centrarse en lo que no se sabía muy bien si había ocurrido o no. Por ejemplo, de todos los mensajes enviados por Garbo, sólo figuran uno o dos en el libro, aunque hubo centenares. Todos tienen su valor histórico pero, como es lógico, tuve que aligerar a la novela de todo aquel material que la hubiera lastrado.

¿Por qué la hazaña de Garbo no ha sido más conocida en España?
En primer lugar debido a que se desconocía su existencia hasta 1986, y por otra al hecho de que hasta septiembre de 2016 no se levantó el secreto sobre los documentos del Archivo de Kew. Y eso sucedió un día en que me hallaba presentando la novela en Barcelona, cosa que me alegró enormemente ya que las especulaciones que figuran en ella coincidían con la información que se de se desveló al levantar el “top secret”. Aunque los hechos sucedieran en 1945 y en los años inmediatamente anteriores a aquel año es ahora cuando los estamos descubriendo. Llevamos sólo unos meses con información desclasificada a disposición de los investigadores. Y resulta paradójico que EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA haya sido publicada justo antes de esta desclasificación. Mi especulación estaba desde luego bien documentada y por lo tanto tenía más posibilidades de ser Historia, como así se ha visto.

Por último, me gustaría que me comentaras algún proyecto literario que tengas entre manos.
Siempre tengo varios entre manos. De novela, de investigación histórica…o sobre el patrimonio, el arte y las costumbres de Galicia. Hay varios frentes en los que me encuentro a gusto. Concretamente puedo decirte que hay dos novelas; una bastante más avanzada que la otra. Pero no me gusta hablar de lo que aún no existe y puede acabar arrinconado en un cajón. Espero que los dos lleguen a buen puerto, pero permíteme que, de momento, no abunde mucho más en el tema…

Como lector de esta obra me pregunto si habrá por ahí mariposas, ahora quizá en estado de crisálida, que algún día sientan la necesidad de estornudar...

“Muchas veces el individuo, dadas las circunstancias, puede hacer mucho más de lo que sospecha”

Entrevista a José de Cora
Luis del Palacio
martes, 27 de junio de 2017, 00:02 h (CET)

281

La última y celebrada novela de José de Cora, publicada hace unos meses, puede y debe leerse como un libro de espías en el que se concitan la aventura y la Historia. Es difícil, pues, encasillarla en el género de “novela histórica” –aunque lo sea- porque constituye asimismo una muy entretenida lectura de un relato de aventuras, salpimentado de un humor sutil, muy gallego, que ya luce en su título: EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA.

Como aquel “calderero, sastre, soldado, espía” de John Le Carré, “Garbo”, protagonista del libro, desplegó sus dotes de gran manipulador en la sombra; pero con una diferencia: “Garbo” existió y se llamaba Juan Pujol García.

¿Doble agente? ¿Espía a secas?

Tras la lectura del libro, uno se queda con la duda de si acaso este personaje no fuera en realidad ni lo uno ni lo otro. Ya que más que espiar lo que hizo fue embrollar las cabezas del Alto Estado Alemán, hasta el punto de despistarlos fatalmente sobre el día y el lugar en los que habría de producirse el episodio más significativo en el desenlace de la II Guerra Mundial: el Desembarco de Normandía.

Pujol tuvo a su lado a una colaboradora esencial, Araceli, que, aparte de ser su mujer, contribuyó de manera decisiva no sólo a crear el personaje de “Garbo”, sino a mantenerlo y hacerlo creíble ante los alemanes. Como suele ocurrir con muchas personalidades femeninas, Araceli pasó como de puntillas por la Historia y nunca recibió el reconocimiento que obtuvo su marido. Este libro rescata buena parte de su protagonismo. Hablando sobre ella comienza la entrevista.

Creo que tienes algún tipo de vínculo familiar con Araceli, la coprotagonista de tu novela ¿Es así?
Se trata de un vínculo muy lejano, mínimo, y viene por parte de mi padre. No tuvo que ver nada en la elección del tema. En realidad lo que más influyó fue la amistad, el trato personal, y en él tuvo que ver mucho mi madre. Conocí a Araceli cuando yo tenía 18 o 19 años y estudiaba periodismo. Mi madre me recomendó ir a verla. Era propietaria de las famosas Galerías de Arte Kreisler en Madrid y solía celebrar unos cócteles estupendos cada vez que se inauguraba una exposición. Para mí representaba una ocasión bárbara para conocer gente, pintores, actores, periodistas… A partir de su acogida se estableció entre nosotros un trato exquisito. Era una persona muy simpática, muy amable, y una gran anfitriona.

¿Qué te animó a escribir una novela sobre las vicisitudes de esta pareja?
En realidad, lo que me impulsó a interesarme por esta historia vino muchísimos años después, ya que cuando conocí a Araceli no sabía quién había sido Garbo. Nadie en España lo sabía. Y fue que un buen día, a mi vuelta a Lugo ya como director de periódico, me llamó Araceli para decirme que quería publicar una esquela. Yo, por supuesto, sabía que era la esposa de Edward Kreisler, con lo que me sorprendió el nombre para el que solicitaba la necrológica: Juan Pujol García. Este personaje empezaba a ser conocido, especialmente a raíz de su nombramiento como Caballero del Imperio Británico meses antes. Al preguntarle que relación tenía con él, me contestó: “Fue mi marido durante cinco años y el padre de mis tres hijos” En aquel momento “me caí de la burra” y es una pena que no pudiera ver mi cara de asombro. En ese mismo instante le pedí una entrevista y ella accedió, aunque luego fue dándome largas. Tuve que insistir y finalmente me llamó un día para que la hiciéramos por teléfono… Y me mintió todo lo que quiso. Publiqué la entrevista, encantado de la exclusiva que estaba ofreciendo a los lectores gallegos. Araceli afirmaba que no tenía ni idea de que su marido hubiera sido un espía y que hubiera participado como lo hizo en el desenlace de la II Guerra Mundial. Murió unos cuantos años después, con lo que ya resultaba imposible conocer su versión de la historia. Fue a raíz de la publicación de una serie de libros cuando me asaltó la certeza de que Araceli debía de haber sabido mucho más de lo que aseguraba, que debía de haber estado plenamente “en el ajo”. Era simplemente imposible que hubiera vivido cinco años sin enterarse de nada. De esta certidumbre y de un minucioso trabajo de investigación salió un documental de dos horas para la Televisión de Galicia, en el que se pone de manifiesto no sólo que había sido la mitad de Garbo, sino que también participó activamente en visitas a embajadas, ofrecimientos de colaboración y, en definitiva, en el enorme engaño que montaron estos dos personajes. Con todo, tras el documental que dedicamos a ambos en 2008, unos años después, en 2015, recién acabada una novela, me puse a escribir otra: la de ellos. Y esa es la parte en la que no interviene la investigación histórica, sino la imaginación en el desarrollo de lo que pudo haber sucedido entre un acontecimiento y otro; algo así como el cemento, la argamasa que hiciera posible montar todo el edificio de la historia. Eso sólo se podía conseguir a través de una novela.

Entonces, deduzco que la parte en la que interviene más la ficción es la que corresponde a la actuación de ella…
No exactamente. Todo está novelado y, como es lógico, las conversaciones son las que me imagino que hubieran podido tener. Pero esa intervención de Araceli, tanto ante los ingleses como con los norteamericanos en Lisboa o aquel momento en el que llora frente a los alemanes haciéndose pasar por una española engañada, son situaciones comprobadas. Con independencia de los diálogos, la parte que transcurre en Londres es la más novelada. Es increíble que los alemanes no dudaran jamás de la fidelidad de este hombre a los nazis y que durante dos años no les aportara ninguna información verídica; en especial cuando se traslada a Lisboa y no puede saber nada real con respecto a los movimientos de las tropas británicas. Que hubieran tragado durante todo ese tiempo es algo que chirría ¿Cómo fue posible que un ejército tan poderoso como el alemán hubiera estado manipulado por un chiquilicuatre (mejor dicho, por dos) que no tenía ni idea de cómo iban desarrollándose los acontecimientos? Introduzco al personaje del asesino como manifestación de las dudas que podían haber surgido entre los generales de la Wehrmacht, ya que las tropas frecuentemente actuaban de acuerdo con lo que sugería Garbo. Por otra lado, la parte de Lugo, por ejemplo, está basada en sus propias memorias o en retazos de lo que me pudieran ir contando los hijos de Araceli o en lo que de verdad pudo haber dejado en su autobiografía el propio Juan Pujol. Y digo esto porque en la autobiografía que escribe con Nigel West no cita a Araceli para nada. Es decir, está mintiendo en gran medida.

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EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA, me refiero al título, recuerda a aquello que se decía de que el aleteo de una mariposa en Australia podría llegar a producir un tornado en Alaska ¿Cómo se te ocurrió el título y por qué precisamente “estornudo”?
Al contemplar la historia me di cuenta de que la consistencia de estos dos personajes era menor que la de una mariposa en comparación con el III Reich y que, sin embargo, su influencia había sido brutal. Si el aleteo de una mariposa puede producir efectos devastadores en los antípodas, ellos pusieron un poquito más de fuerza. No se trató sólo de un aleteo; fue un estornudo en toda regla (aunque la mariposa, que yo sepa, no estornuda) Muchas veces el individuo no se siente muy capaz de emprender ciertas cosas y, sin embargo, dadas las circunstancias puede hacer mucho más de lo que sospecha, a diferencia de la masa, que influye y actúa mucho menos.

Sorprende, en efecto, que los Servicios Secretos alemanes estuvieran “in albis” durante todo ese tiempo.
Desde luego. Y de hecho muchos historiadores, antes de que se desclasificaran los Papeles de Kew (Archivos Secretos de Gran Bretaña) dudaban de la existencia de Garbo y Araceli como personas de carne y hueso; quizá en un afán por encubrir un fallo en su labor de investigación; aunque todo quedaría al descubierto años después. Todo resulta de lo más sorprendente; como el hecho de que el propio Hitler estuviera convencido de su bondad, hasta el punto de conceder a Garbo la Cruz de Hierro nada menos que después del Desembarco de Normandía: había perdido la Guerra con el Desembarco, ajeno a que éste se había producido precisamente gracias a las artimañas de Garbo. Para colmo, años después Juan Pujol reclamó las deudas (unas 30.000 pesetas de la época) que los alemanes tenían con él. Increíble.

Durante la primera parte del libro, las vidas de Juan y Araceli corren paralelas. Se produce una serie de hechos que los va acercando inevitablemente. El encuentro y la mutua fascinación al fin se producen; no obstante, esa unión dura lo que dura la misión que se proponen. Terminada ésta, se separan. Parece como si el Destino los hubiera colocado sólo para que llevara a cabo ese cometido concreto ¿Estás de acuerdo con esta reflexión?
Desde luego ése fue el resultado. Fue quizá el Destino o una serie de características muy especiales. Probablemente ambos coincidían en su afán de aventura, y en el caso de Juan se da claramente un empeño por derrotar al nazismo. Araceli estaba menos politizada e incluso el hecho de que hubiera pertenecido a Falange puede parecer una contradicción. Cuando a Juan lo aceptan los británicos, Araceli pierde su papel en la célula matriz de Garbo y comienza a estar harta de Londres. Incluso comete la tontería de empeñarse en venir a Lugo a toda costa, poniendo en peligro la operación si, como aseguraba, hubiera contado todo a los españoles. No creo que pensara hacerlo en absoluto, ya que la hubiera perjudicado mucho. Más bien se trataba de amedrentar a Churchill, puesto que España era un territorio hostil a los aliados y próximo al III Reich. En Lugo concretamente había muchos alemanes empeñados en la tarea de construir las torres de comunicación de Arteixo y temían que Araceli pudiera ponerles sobre la pista de que Garbo era un espía, un doble espía. Aunque bien mirado, más que un doble espía fue un bicho raro, dado que no espió en realidad nada, sino que tejió una habilísima trama de mentiras.

Ahora que lo mencionas, esa figura del espía y mucho más la del “doble agente” suele inspirar pocas simpatías. Sin embargo con Garbo ocurre justamente lo contrario ¿A qué puede deberse?
En realidad él jugó a dos bandas sólo en apariencia. Desde el principio su motivación fue salvar a la democracia del totalitarismo nazi. Si hubiera sido un doble agente como algunos lo presentan, habría trabajado en algún momento para los alemanes, pero de hecho lo único que hizo fue engañarlos, ya que no les aportó ni una sola información verídica desde Lisboa y una vez lo ficharon los ingleses y se lo llevaron a Londres esta actitud de engaño permanente no hizo otra cosa que acrecentarse. Ya no les comunica lo que a él le parece, sino lo que desean el Foreign Office, el Mando Conjunto, Churchill y Eisenhower. No es por tanto un doble espía; está trabajando desde una trinchera muy rara e incomparable. No existe otro caso parecido. Quizá trabaja también en su propio beneficio, para ganar dinero y vivir bien; pero eso no se le puede reprochar. Lo que es seguro es que siempre combatió a un único enemigo.

Garbo y su mujer, Araceli, fueron figuras complementarias. No obstante, la figura de ella se vio un tanto eclipsada por la de Juan ¿Cuánto hay de injusto en este hecho?
Mucho. Sin embargo, no cabe reprochárselo a nadie. Es una consecuencia directa de la propia voluntad de Araceli. Cuando se empieza a hablar de Garbo a finales de los ochenta, Nigel West, novelista que fu artífice de su descubrimiento, le propone hacer una autobiografía. Juan llama a Araceli y le cuenta el plan de escribir su historia. Le dice: “Vas a tener que aparecer” A lo que Araceli responde: “Ni se te ocurra. No quiero que me cites en el libro” Es ella, pues, la que prefiere continuar en el anonimato porque, entre otras razones, está en ese momento colaborando con la embajada norteamericana, no en asuntos de espionaje sino en otros también delicados relacionados con la diplomacia. En su casa recibe, por ejemplo, a Hastings, Secretario General de la OTAN o a personajes que prefieren no alojarse en un hotel y a los que acoge en su piso madrileño. Sabe que si se descubre que ella es la otra mitad de Garbo, se le van a venir encima todos los periodistas. A mí me cuenta bastantes mentiras y se presenta como una persona carente de cualquier interés periodístico. En esta actitud insistió el resto de su vida y se llevo el secreto a la tumba. Ni siquiera sus propios hijos supieron nada hasta que averiguaron quién había sido su padre. En las páginas finales del libro, Juan Pujol hijo (Juan Kreisler) relata cómo un día, mientras estaba afeitándose, oye por la radio cómo Luis del Olmo anuncia que Juan Pujol ha sido descubierto… y comienzan a sonarle ciertas cosas. Telefonea a su madre y le dice: “Mamá: Luis del Olmo está hablando de un personaje, Juan Pujol, y quiero que me digas quién es” A lo que Araceli simplemente responde: “Es tu padre” Una situación bárbara para cualquier película o novela.

Se dice que Araceli continuó espiando en las décadas siguientes a su separación de Juan Pujol…
Eso parece. Cuando se rompe el matrimonio regresa de Venezuela (Juan permanece en Choroní un pueblecito al Norte de Caracas en el que vivió hasta su muerte) y se establece en Lugo, donde cría a sus hijos. Posteriormente da el salto a Madrid. Se supone que acude a la embajada de los EEUU y es probable que revelara su papel como “mitad de Garbo” a los diplomáticos de mayor rango de la legación y les ofreciera sus servicios.

Volviendo a la novela ¿Qué personajes secundarios en la trama te resultan más sugerentes?
La historia contada desde la novela tiene varios. Como la novia de Juan en Burgos, que le ayuda a salir del ejército. Está enamorada de él y siente piedad por un ser que sufre; finalmente lo perderá. También disfruté describiendo a los amigos que encuentra en Lisboa y al resto de personajes (asesino alemán incluido) que son colaboradores necesarios en una aventura que tiene mucho de cinematográfica.

¿Qué parte de la novela –no me refiero a la labor de documentación- te resultó más laboriosa?
El trabajo de documentación estaba hecho en gran medida para el documental de 2008. Para la redacción de la novela releí tres o cuatro libros publicados en ese momento. Además durante la elaboración del documental me había entrevistado con toda la familia, con el propio Nigel West y con biógrafos españoles de Juan Pujol, como Javier Juárez. Con el equipo que elaboraba el documental grabamos en Londres, Lisboa, las playas de Normandía y en todos los lugares imprescindibles para contar la historia. Por tanto, una vez que me pongo a escribir la novela, el mayor esfuerzo es el de imaginación, el de crear la ficción como tal. La novela necesitaba desprenderse de tantísimos datos como había para centrarse en lo que no se sabía muy bien si había ocurrido o no. Por ejemplo, de todos los mensajes enviados por Garbo, sólo figuran uno o dos en el libro, aunque hubo centenares. Todos tienen su valor histórico pero, como es lógico, tuve que aligerar a la novela de todo aquel material que la hubiera lastrado.

¿Por qué la hazaña de Garbo no ha sido más conocida en España?
En primer lugar debido a que se desconocía su existencia hasta 1986, y por otra al hecho de que hasta septiembre de 2016 no se levantó el secreto sobre los documentos del Archivo de Kew. Y eso sucedió un día en que me hallaba presentando la novela en Barcelona, cosa que me alegró enormemente ya que las especulaciones que figuran en ella coincidían con la información que se de se desveló al levantar el “top secret”. Aunque los hechos sucedieran en 1945 y en los años inmediatamente anteriores a aquel año es ahora cuando los estamos descubriendo. Llevamos sólo unos meses con información desclasificada a disposición de los investigadores. Y resulta paradójico que EL ESTORNUDO DE LA MARIPOSA haya sido publicada justo antes de esta desclasificación. Mi especulación estaba desde luego bien documentada y por lo tanto tenía más posibilidades de ser Historia, como así se ha visto.

Por último, me gustaría que me comentaras algún proyecto literario que tengas entre manos.
Siempre tengo varios entre manos. De novela, de investigación histórica…o sobre el patrimonio, el arte y las costumbres de Galicia. Hay varios frentes en los que me encuentro a gusto. Concretamente puedo decirte que hay dos novelas; una bastante más avanzada que la otra. Pero no me gusta hablar de lo que aún no existe y puede acabar arrinconado en un cajón. Espero que los dos lleguen a buen puerto, pero permíteme que, de momento, no abunde mucho más en el tema…

Como lector de esta obra me pregunto si habrá por ahí mariposas, ahora quizá en estado de crisálida, que algún día sientan la necesidad de estornudar...

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A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen. 

Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.

 
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