El mes de septiembre siempre estrena el curso escolar y, este año, también trae otro tipo de libro nuevo: la segunda edición del "Diccionario del estudiante" de la Real Academia Española. Desde el año 2005, cuando se presentó la primera edición, han cambiado muchos aspectos de nuestra lengua que los alumnos de secundaria y bachillerato deben conocer.
Además de la sustitución de la "i griega" por "ye" y de que el truhán sea tan golfo que haya perdido su tilde (¿no se dan cuenta de lo extraño que resulta ver escrito truhan?), esta revisión incluye voces y acepciones relacionadas con áreas técnicas en desarrollo, como la informática y las telecomunicaciones. Asimismo, en la parte dedicada a los sinónimos, aparecen reflejadas palabras comunes en Hispanoamérica, las cuales poco a poco vamos conociendo en las calles españolas. Es un punto a favor de la publicación, cuyas nuevas acepciones están estudiando las academias americanas. Por lo demás, la nueva edición sigue la línea de otros libros de consulta de este tipo: colores, mayúsculas, diferentes tipografías, cursivas, flechas…
Las definiciones han vuelto a ser redactadas por completo, como si en tan pocos años nuestra forma de expresarnos hubiese cambiado hasta resultar harto pedante y poco inteligible para los estudiantes. Sí que se aprecia, no obstante, que los tiempos han cambiado. Molar ya poco tiene que ver con moler el trigo, ahora la acepción principal se explica con la oración: "Este videojuego mola un montón". El libro nos enseña también que las judías ya no son alubias ni habichuelas normalmente, son chaucha, ejote o poroto por influencia hispanoamericana. Además, por si los jóvenes no son duchos en inglés, la RAE les facilita la pronunciación de DVD, señalando que es "de-uve-de".
Por unos 22 euros, el "Diccionario del estudiante" de la Real Academia Española merece la pena, siempre que los estudiantes recuerden que todo lo que aparece en Internet no es correcto y consulten este material en su defecto. Además, se puede complementar con otra publicación presentada hace unos días: la "Nueva Gramática básica de la lengua española".
Aunque bien pensado, habría que hacer boicot (aunque suene más revolucionario boikot) a la RAE hasta que recuperemos la tilde de guión y, ya puestos, la "che" y la "elle". Aunque, quizás, esto sea como el fútbol, que todos sabemos cómo entrenar a un equipo desde casa. Sentarse en el sillón de la L mayúscula y decidir la normativa de nuestro idioma seguro que trae más de un quebradero de cabeza… ¿o tiran al aire los papeles con las nuevas reglas y decide el destino? Como sea, pero hagamos que los jóvenes no utilicen en demasía las abreviaturas fuera del contexto del móvil.