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El demente sistema económico del ser humano.

Vida Universal
viernes, 26 de agosto de 2011, 22:00 h (CET)
El ser humano, estúpido por génesis, es el único ser vivo capaz de eliminar lo existente mediante lo ficticio. Lo de estúpido ya lo dijo Einstein, uno de los humanos más inteligentes de nuestra historia; Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.

El invento denominado “Sistema Económico” mediante el cual se pretende tener un modo de permuta de alimentos, cosas, y bienes, entre todos y para toda la humanidad, es imperfecto por lógica y letal por arbitrario. Dicho sistema en realidad no es otra cosa que una astuta ciencia concebida por seres sabios para seres enseres.

El sistema económico es la estructura de producción, de asignación de recursos económicos, distribución de productos y consumo de bienes y servicios en una economía. Es un conjunto de instituciones y relaciones sociales. Por otra parte, es el conjunto de principios por los cuales se abordan los problemas económicos, tales como la escasez mediante la asignación de recursos productos limitados.

La idea de un sistema económico lleva consigo la connotación articulada de partes (principios, reglas, procedimientos, instituciones) armonizadas funcionalmente para la consecución de fines colectivos determinados. Durante esa articulación de partes cada sociedad trata de resolver el problema fundamental económico que es la satisfacción de las necesidades básicas…- Producción. Distribución. Consumo. Escasez…Pulcras glosas conceptuales esgrimidas por los eruditos de sistema.

Se habla de Producción como si la producción fuera efecto único del ser humano.

Se habla de Distribución en un mundo dividido entre el vicio y la hambruna.

Se habla de Consumo, en un mundo mitad consumido y mitad consumidor.

Se habla de Escasez cuando el dinero, vital alma de la economía, es un “bien artificial” que ni emana, ni crece, ni medra por efecto alguno Terrenal.

Es el ser humano, en todo caso, es quien decide el valor de las cosas.

El sistema económico actual lleva implícito que millones y millones de personas carezcan, por falta de dinero que no de recursos terrenales, de lo esencial para vivir.

Jamás la humanidad padeció tanta hambre y miseria como actualmente, si nos atenemos a la capacidad actual de generar alimentos... Jamás de los jamases. Aseverar lo contrario es mentirse a uno mismo mediante la ególatra estupidez de la que hace gala una gran mayoría de la humanidad.

El dinero crece o decrece en virtud de lo que unos pocos individuos instruidos en la inventada filosofía económica, decidan hacer con las impávidas máquinas de imprimir monedas y papel...

Masa monetaria, inflación, intereses, crisis, recesión, deflación y demás calificaciones ideadas por el mayor de los majaderos seres vivos y cuyo letal resultado es tener que depender de un simple invento para poder sobrevivir en un hábitat autosuficiente para todas las especies.

El apalancamiento, la manipulación, o la especulación salvaje de los “cortos”, legales reglas del propio sistema, sirven para que los “inmisericordes magnates” manejen a su antojo la esencia del invento en sí.

Si alguien desea saber de dónde parte la crisis actual no es preciso preguntar a ningún elenco de afamados y premiados economistas, la respuesta, la seria lógica y real respuesta, es la siguiente:

No hay duda de que la falta de dinero que produce toda crisis se debe al apalancamiento de quienes no la padecen, generalmente los aventajados discípulos del inventado sistema económico: los cuales manipulan los mercados hasta la extenuación mediante las lícitas”trampas” del propio sistema. Quien hace la ley hace la trampa… ¿Acaso alguien se cree que la agencias de calificación Standard & Poor's (S&P), Moody's y Fitch entre otras, jueces y parte de la economía mundial, emiten sus veredictos económicos sin sacar una suculenta tajada de los mismos?

Y es que resulta de una estupidez monumental que aquellos con suficiente poder para arruinar un país o engrandecer otro sean los mismos que se atiborran hasta la saciedad mediante sus propios veredictos.

Lo mismo podemos decir de los-as colegas de perfumes caros, corbatas y bufosos alientos a langostas y caviar que con crisis o sin crisis sus bolsillos siempre van repletos. Me estoy refiriendo a los presidentes-as de FMI –BCE- BE- y otros melancólicos individuos-as que se dicen doctos en macro economía. La “malcarada” Christine Lagarde de profesión abogada. El ingeniero de minas Jean-Claude Trichet o el mediocre gobernador del BE Fernández Ordóñez, culpable por omisión o devoción del enorme agujero de las cajas de ahorros entre otras cosas. Por no hablar de Elena Salgado, otra ingeniera de poca monta salida del socialismo. Podíamos seguir pero no merece la pena. La pena merece recordar a la humanidad que el sistema económico es letal para una gran parte de la humanidad. Igual de letal que el “sistema armamentístico”. Sistema este en el cual unos pocos se forran, mediante la fabricación, y venta de armas que únicamente sirven para matarnos los unos a los otros.

Verdad es que precisamos un sistema de permuta. E incluso me atrevo decir que actual sistema económico pudiera ser válido, pero siempre y cuando ningún ser humano tenga más potestad que los demás para variar, especular, o arbitrar el mismo. Un sistema, un invento como el que nos ocupa manipulado hasta la saciedad, lo único que produce es la explotación de unos pocos al conjunto de la humanidad. El dinero no puede jamás decidir quien come y quien no. El trigo es un producto terrenal. El dinero un simple invento. Es importante entender esto para recapacitar sobre lo que significa el sistema monetario. Supongamos que mañana desaparece todo el dinero de la Tierra… ¿qué pasaría?, ¿acaso el trigo no crecería? pues claro que crecería. Al igual que todo aquello que acontece un día normal, mediante la mano del ser humano.

El único inconveniente sería encontrar una nueva manera de permuta, pero por lo demás en cuanto a los elementos básicos y otros productos de la civilización podrían continuar al mismo ritmo.

Ahora supongamos que el trigo deja de crecer: si esto pasaría una buena parte de la humanidad moriría de hambruna. Esta es la enorme diferencia entre un bien ficticio y uno anexo a nuestro hábitat. El trigo por mucho dinero que se tenga si carece de los efectos terrenales precisos para crecer no crecerá jamás. Lo mismo se puede decir de todo aquello que nos proporciona la tierra sin pedirnos otra cosa que nuestras manos para recogerlo.

No existe duda sobre la capacidad terrenal para abastecernos decentemente todos. Sin embargo, el ser humano “es mucho ser” para usar las manos mientras exista la posibilidad de que las usen los demás por él. La actual situación es el resultado de la aplicación de la estúpida sabiduría mediante la cual se ideó un sistema por el cual para obtener trigo primero hay que tener dinero- valor ficticio innecesario para la supervivencia- Si ha esto le unimos que el dinero generalmente se haya en manos de un elenco de seres inmundos que lo guardan, apilan, y especulan hasta la ignominia, el resultado es el que es..., puesto que no puede ser otro.

La actual crisis económica está arruinando a millones de ciudadanos. Sin embargo, es preciso recordar que el sistema monetario lleva siglos masacrando a los países más pobres. Seres humanos que cada día mueren exclusivamente por efecto del ficticio invento: puesto que los recursos terrenales bien repartidos son suficientes para que todos al menos posean lo básico para la supervivencia. Son miles los seres humanos que mueren a diario por el mero hecho de no poseer una maldita moneda con la cual pagar los medicamentos de enfermedades hace muchas décadas erradicadas totalmente en los países ricos.

El sistema económico es un juego, un diabólico juego pleno de sabios intereses humanos que produce al día miles de víctimas hambrientas disecadas en las miserias.

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