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-Soñadores-

El mayo de la revolución

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Recién llegado de la asamblea de la noche me he puesto a reflexionar. Se han hablado muchas cosas en los últimos días y siempre es bueno tomarse un tiempo para digerirlas, por muy indigestas que parezcan. Este pasado viernes, un catedrático de antropología de la Universidad de Granada (y profesor mío) dio una conferencia sobre la libertad de expresión en la Plaza del Carmen de esta localidad andaluza donde, de paso, aprovechó a repasar varios puntos concernientes al movimiento ‘Democracia real ya’, por el que había sido invitado. Fue una gran suerte aprender de la historia para poder avanzar. Este profesor compartió con nosotros sus experiencias revolucionarias del pasado y nos dio una gran lección acerca de por dónde deben ir nuestros pasos.



Recomendó que si queremos tener éxito, no deberíamos de perder la complicidad de la gente. No todo el mundo asiste a las asambleas o acampa por las noches, sino que pueden estar de acuerdo y empatizar con los objetivos que se pretenden conseguir desde sus propias casas. Para ello es bueno una concreción en unos propósitos que engloben al mayor número de personas posible, se tenga la ideología política, edad, religión o sexo que se tenga.

Para ello, sería bueno no dispersarse en querer hacerlo todo de golpe y concentrarse en dos o tres puntos básicos, el más importante de ellos, decía éste profesor, es la reforma de la Ley Electoral. Con la actual, la supervivencia y representatividad de los pequeños partidos es imposible. Comentó ejemplos del pasado (PTE, PTP,…) donde para costearse una campaña política tenían que pedir préstamos bancarios que no podían devolver al no conseguir representatividad en el Congreso debido a la Ley D’Hont, que rige los porcentajes de nuestra actual Ley Electoral (si por ejemplo, IU no llega al 5% en una circunscripción de una Comunidad Autónoma no consigue representatividad allí y esos votos no cuentan para el global, de ahí el auge de los partidos nacionalistas). Esto hace que los ‘Sagastas y Cánovas’ tengan la sartén por el mango, dando lugar a situaciones como, por ejemplo, la oferta de estos partidos mayoritarios de cancelar la deuda bancaria de los minoritarios a cambio de su disolución. Por lo tanto, propone para la reforma que todos los votos valgan igual (“un ciudadano = un voto”) y que existan listas abiertas (que votemos a la persona, no que se decida por nosotros). La mejor manera de optimizar esfuerzos es no dispersar la energía.

Su lucha política comenzó en los años setenta, cuando el pueblo salió a protestar por las últimas ejecuciones franquistas en septiembre de 1974. No obstante, el movimiento que ahora vivimos tiene muchos paralelismos surgen con otro mayo, el del 68 francés, donde se buscaba la playa debajo de los adoquines y se era realista pidiendo lo imposible. Aquello aparentemente no triunfó por la desorganización existente.

De Gaulle sacó toda la artillería para combatir un movimiento violento, sin abastecimiento ni coordinación al que también se le intentó instrumentalizar. Bernardo Bertolucci, quien este año cumplió 75 años, lo retrató desde su particular punto de vista en su última película como director, allá por 2003. ‘Soñadores’ (‘The Dreamers’) es un largometraje sobre la madurez, la experimentación y las apariencias en un juego de roles en constante evolución, como la sociedad en la que los personajes viven. Todo ocurre desde la perspectiva de un extranjero, estadounidense en concreto. Un vistazo del extraño a una realidad orgánica. En nuestro caso particular, se han hecho eco los medios de comunicación, que son los sentidos limitados y subjetivos para el ciudadano que no resida en nuestro país. Precisamente en Norteamérica no nos hayan prestado demasiada atención, supongo que debido a sus problemas nacionales y futuras elecciones.

Pero, desgraciadamente, la represión sufrida en Barcelona ha empañado la imagen de nuestro país y nos ha puesto en el punto de mira de muchos otros. Parece que un partido de fútbol es más importante que la dignidad de las personas. La primavera árabe ha llegado a nuestro país, la revolución se extiende por Europa. De esta represión, también tenemos que aprender de la historia, puesto que aunque no sea tan bucólica, la revolución de los claveles (un 25 de abril de 1974) fue a término más efectiva que la idealizada lucha adoquinada en las calles de aquel París. Aunque De Gaulle, finalmente, sucumbiese. Fue ruidosa, algo que se echa de menos en España. Parece que hacer una acampada ha acallado la voluntad de manifestarse por las calles. Recordemos que este campamento es una acción perecedera de la que se tiene que intentar sacar acciones en claro: creación de asambleas y su periodicidad, organización de manifestaciones, actividades de información y cultura que lleguen a todos, planificación de la metodología a seguir para la consecución de los objetivos, etc.

En palabras del catedrático y conferenciante antes citado: “más vale una retirada a tiempo que perder la complicidad de la gente, hay que evitar que se acabe convirtiendo en un gueto”. Si cierto partido político achaca los malos resultados electorales a causas diferentes a lo que ocurre en la calle, es porque no quieren darse cuenta. La revisión ha de ser profunda, no vale con un lavado de cara. Menos militar y más buscar la complicidad del pueblo, menos convencer y más escuchar, menos clientelismo y más transparencia. La pelota está en su tejado, más aún de cara a las próximas elecciones, pero también tenemos algunas en el nuestro. Theo e Isabelle, los dos hermanos gemelos de ‘Soñadores’, eligen luchar contra el régimen y participan en los actos violentos como última medida para reafirmar su identidad. Esperemos que nosotros siempre conservemos el pacifismo pese a los altercados, es lo que da más credibilidad a un movimiento que nos hace partícipes a todos (y todas, que últimamente hay ciertos sectores que se están poniendo demasiado quisquillosos con estos detalles) y que nos hace ilusionarnos como si viviéramos en una eterna juventud donde el tiempo no importa.

El mayo de la revolución

-Soñadores-
José María Blázquez
lunes, 30 de mayo de 2011, 08:30 h (CET)
Recién llegado de la asamblea de la noche me he puesto a reflexionar. Se han hablado muchas cosas en los últimos días y siempre es bueno tomarse un tiempo para digerirlas, por muy indigestas que parezcan. Este pasado viernes, un catedrático de antropología de la Universidad de Granada (y profesor mío) dio una conferencia sobre la libertad de expresión en la Plaza del Carmen de esta localidad andaluza donde, de paso, aprovechó a repasar varios puntos concernientes al movimiento ‘Democracia real ya’, por el que había sido invitado. Fue una gran suerte aprender de la historia para poder avanzar. Este profesor compartió con nosotros sus experiencias revolucionarias del pasado y nos dio una gran lección acerca de por dónde deben ir nuestros pasos.



Recomendó que si queremos tener éxito, no deberíamos de perder la complicidad de la gente. No todo el mundo asiste a las asambleas o acampa por las noches, sino que pueden estar de acuerdo y empatizar con los objetivos que se pretenden conseguir desde sus propias casas. Para ello es bueno una concreción en unos propósitos que engloben al mayor número de personas posible, se tenga la ideología política, edad, religión o sexo que se tenga.

Para ello, sería bueno no dispersarse en querer hacerlo todo de golpe y concentrarse en dos o tres puntos básicos, el más importante de ellos, decía éste profesor, es la reforma de la Ley Electoral. Con la actual, la supervivencia y representatividad de los pequeños partidos es imposible. Comentó ejemplos del pasado (PTE, PTP,…) donde para costearse una campaña política tenían que pedir préstamos bancarios que no podían devolver al no conseguir representatividad en el Congreso debido a la Ley D’Hont, que rige los porcentajes de nuestra actual Ley Electoral (si por ejemplo, IU no llega al 5% en una circunscripción de una Comunidad Autónoma no consigue representatividad allí y esos votos no cuentan para el global, de ahí el auge de los partidos nacionalistas). Esto hace que los ‘Sagastas y Cánovas’ tengan la sartén por el mango, dando lugar a situaciones como, por ejemplo, la oferta de estos partidos mayoritarios de cancelar la deuda bancaria de los minoritarios a cambio de su disolución. Por lo tanto, propone para la reforma que todos los votos valgan igual (“un ciudadano = un voto”) y que existan listas abiertas (que votemos a la persona, no que se decida por nosotros). La mejor manera de optimizar esfuerzos es no dispersar la energía.

Su lucha política comenzó en los años setenta, cuando el pueblo salió a protestar por las últimas ejecuciones franquistas en septiembre de 1974. No obstante, el movimiento que ahora vivimos tiene muchos paralelismos surgen con otro mayo, el del 68 francés, donde se buscaba la playa debajo de los adoquines y se era realista pidiendo lo imposible. Aquello aparentemente no triunfó por la desorganización existente.

De Gaulle sacó toda la artillería para combatir un movimiento violento, sin abastecimiento ni coordinación al que también se le intentó instrumentalizar. Bernardo Bertolucci, quien este año cumplió 75 años, lo retrató desde su particular punto de vista en su última película como director, allá por 2003. ‘Soñadores’ (‘The Dreamers’) es un largometraje sobre la madurez, la experimentación y las apariencias en un juego de roles en constante evolución, como la sociedad en la que los personajes viven. Todo ocurre desde la perspectiva de un extranjero, estadounidense en concreto. Un vistazo del extraño a una realidad orgánica. En nuestro caso particular, se han hecho eco los medios de comunicación, que son los sentidos limitados y subjetivos para el ciudadano que no resida en nuestro país. Precisamente en Norteamérica no nos hayan prestado demasiada atención, supongo que debido a sus problemas nacionales y futuras elecciones.

Pero, desgraciadamente, la represión sufrida en Barcelona ha empañado la imagen de nuestro país y nos ha puesto en el punto de mira de muchos otros. Parece que un partido de fútbol es más importante que la dignidad de las personas. La primavera árabe ha llegado a nuestro país, la revolución se extiende por Europa. De esta represión, también tenemos que aprender de la historia, puesto que aunque no sea tan bucólica, la revolución de los claveles (un 25 de abril de 1974) fue a término más efectiva que la idealizada lucha adoquinada en las calles de aquel París. Aunque De Gaulle, finalmente, sucumbiese. Fue ruidosa, algo que se echa de menos en España. Parece que hacer una acampada ha acallado la voluntad de manifestarse por las calles. Recordemos que este campamento es una acción perecedera de la que se tiene que intentar sacar acciones en claro: creación de asambleas y su periodicidad, organización de manifestaciones, actividades de información y cultura que lleguen a todos, planificación de la metodología a seguir para la consecución de los objetivos, etc.

En palabras del catedrático y conferenciante antes citado: “más vale una retirada a tiempo que perder la complicidad de la gente, hay que evitar que se acabe convirtiendo en un gueto”. Si cierto partido político achaca los malos resultados electorales a causas diferentes a lo que ocurre en la calle, es porque no quieren darse cuenta. La revisión ha de ser profunda, no vale con un lavado de cara. Menos militar y más buscar la complicidad del pueblo, menos convencer y más escuchar, menos clientelismo y más transparencia. La pelota está en su tejado, más aún de cara a las próximas elecciones, pero también tenemos algunas en el nuestro. Theo e Isabelle, los dos hermanos gemelos de ‘Soñadores’, eligen luchar contra el régimen y participan en los actos violentos como última medida para reafirmar su identidad. Esperemos que nosotros siempre conservemos el pacifismo pese a los altercados, es lo que da más credibilidad a un movimiento que nos hace partícipes a todos (y todas, que últimamente hay ciertos sectores que se están poniendo demasiado quisquillosos con estos detalles) y que nos hace ilusionarnos como si viviéramos en una eterna juventud donde el tiempo no importa.

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