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La relación de Roger Federer con la geometría es idílica. Un idilio que parece mejorar con el paso del tiempo

Euclides, Pitágoras, Federer… En busca de la geometría perfecta

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No me entusiasma el excesivo espacio que la presa generalista le viene dedicando al deporte en los últimos años. Lo considero cierta forma de corrupción, o prostitución ideológica. O ya que está tan de moda la palabra, un populismo periodístico. Pero en todo caso, creo que la vida debe alimentarse de las excepciones, de lo diferente, de lo que transgrede, para crear e ir más allá de lo establecido. Para auto superarse.

De todo eso es un modelo Roger Federer. A sus 35 años, y tras estar casi 9 meses inactivo, al menos sin competir, pero entrenando como un salvaje, ha regresado para ganar los 3 primeros torneos importantes de la temporada. Al que era su bestia negra, Rafael Nadal, lo ha ganado tres veces consecutivas en lo que va de año… Pero con Federer no importan los números, no es una cuestión cuantitativa, sino de estética, de forma. Una relación, entre la belleza

, el ballet, con la geometría. Una cuestión de ángulos, líneas imposibles que se pintan en el espacio a más de 200 kilómetros por hora. Mientras él meramente flota, se vuelve casi etéreo, casi una sinfonía que empieza a trascender el tiempo y el espacio.

Ya no es una cuestión deportiva, de rivalidad, de superación, de enfrentamiento o de deporte….Es mucho más que eso. Es el rescate, con trabajo y mucho esfuerzo, pero el rescate de la estética y de la geometría llevadas a la perfección.

Euclides, Pitágoras, Federer… En busca de la geometría perfecta

La relación de Roger Federer con la geometría es idílica. Un idilio que parece mejorar con el paso del tiempo
Daniel Laseca
lunes, 3 de abril de 2017, 00:29 h (CET)
No me entusiasma el excesivo espacio que la presa generalista le viene dedicando al deporte en los últimos años. Lo considero cierta forma de corrupción, o prostitución ideológica. O ya que está tan de moda la palabra, un populismo periodístico. Pero en todo caso, creo que la vida debe alimentarse de las excepciones, de lo diferente, de lo que transgrede, para crear e ir más allá de lo establecido. Para auto superarse.

De todo eso es un modelo Roger Federer. A sus 35 años, y tras estar casi 9 meses inactivo, al menos sin competir, pero entrenando como un salvaje, ha regresado para ganar los 3 primeros torneos importantes de la temporada. Al que era su bestia negra, Rafael Nadal, lo ha ganado tres veces consecutivas en lo que va de año… Pero con Federer no importan los números, no es una cuestión cuantitativa, sino de estética, de forma. Una relación, entre la belleza

, el ballet, con la geometría. Una cuestión de ángulos, líneas imposibles que se pintan en el espacio a más de 200 kilómetros por hora. Mientras él meramente flota, se vuelve casi etéreo, casi una sinfonía que empieza a trascender el tiempo y el espacio.

Ya no es una cuestión deportiva, de rivalidad, de superación, de enfrentamiento o de deporte….Es mucho más que eso. Es el rescate, con trabajo y mucho esfuerzo, pero el rescate de la estética y de la geometría llevadas a la perfección.

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