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La Política del Miedo y la Doctrina del Shock

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El shock paraliza, bloqueando la inteligencia de quien lo sufre, desorientándolo y produciendo una regresión a un estado mental primitivo. Si este estado de shock se mantiene en el tiempo, el individuo no sólo experimenta una regresión mental, a la vez que se mantiene su desorientación y la anulación de su inteligencia, sino que, además, se pueden implementar en el individuo variaciones irreversibles en su personalidad que, en cierta medida, puede manejar quien lo produce.

Ángel Ruiz Cediel / SIGLO XXI

Una técnica usada en psiquiatría (electro-shock) para revertir estados mentales anormales, pero desarrollada también como técnica de interrogatorio y tortura por parte de las potencias, como todo el mundo ha visto en las imágenes que llegan a nuestros receptores de televisión desde cualquier rincón del planeta donde haya conflictos, y la cual forma parte de los manuales de detención e interrogatorio de las llamadas potencias.

Tanto la psicología como la psiquiatría y la sociología, así como todas las disciplinas del conocimiento, no sólo se aplican en beneficio de un individuo o para un mayor entendimiento del conjunto social, sino que a menudo -casi siempre- son herramientas desarrolladas por los poderes correspondientes para obtener un provecho de control y poder, que es decir de recursos. ¿Qué sueño hay más deseable para quien ansia el poder que contar con una legión de esclavos tal que ni siquiera sepan que son esclavos que trabajan gratuitamente para él?... Pues esto es, sencillamente, lo que está pasando en este momento y a un nivel global. Pandemias ficticias, guerras inventadas, atentados artificiosos, crisis inexplicables, escándalos absurdos e incluso catástrofes naturales, que acaso no lo sean, son las cortinas de shock y miedo tras las que se esconden las más oscuras maniobras del poder.

El mundo, con mucho simplismo, está dividido entre señores –pocos y muy poderosos- y siervos –la gran masa social-. Obviamente, las necesidades y aspiraciones de unos y otros no tienen nada en común más allá de la supervivencia; los primeros lo quieren todo de todos, y los segundos se conforman nada más que con su supervivencia. Desde que allá por el Quattrocento surgiera el Consejo de los 300, en que los hombres más ricos y poderosos del momento pactaran una total y recíproca impunidad aun en caso de guerra entre sus países, hasta hoy, distintos grupos y organizaciones han ido implantando las políticas que más convenían a sus intereses, tales como la Política del Miedo y la Doctrina del Shock, en ambos casos orientadas al control y manejo de las masas sociales en su provecho.

El shock, el brutal impacto de un acto o una noticia en las mentes sociales, difundido y publicado por “casuales” presencias de los medios televisivos, no sólo son una excelente cortina que desvía la atención de otros actos sucesivos ya previstos, sino que el miedo consuetudinario faculta que esa mis masa social busque el amparo de quienes pueden mitigar su miedo, aunque quienes produjeron el shock y el pánico sean quienes los amparen.

Podríamos aquí describir paso a paso, por ejemplo, como el shock social producido por el atentado del 11S enmascaró con total impunidad la apropiación de los recursos de Iraq y Afganistán, fomentando el miedo social mediante la difusión de mensajes apocalípticos y aun de los bombardeos ¡por periodistas de los agresores! del mismo Bagdag, cómo el 11M produjo la reacción de un giro de 180º en la política española o cómo un terremoto como el de Haití ocultó la invasión de la isla, precisamente cuando se habían encontrado en ella ingentes reservas de petróleo y uranio 235 y 238; pero como esto no es más que un artículo de opinión y como hay sobrada y muy erudita información publicada al respecto, me referiré sólo a los hechos que aquí y ahora nos afectan y cómo se están aplicando tanto la Doctrina del Shock como la Política del Miedo. Así en lo pequeño como en lo grande, reza el Principio hermético, o “así en la Tierra como en el Cielo”, lo hace el padrenuestro; de modo, que se puede proyectar lo muy grande desde lo muy pequeño, ya que es nada más que la aplicación de la Geometría de Fractales, tan común en la naturaleza.

Todos mis lectores saben que siempre he tratado a la crisis que nos concierne como una falsa bandera, como una mentira orquestada desde los más altos poderes. Obviamente la produjeron los ricos y los muy ricos, pero sólo ellos han sido beneficiados por las inconmensurables inyecciones de capital que han aportado los Estados (más de 10 billones, con b, de euros), y ellos son los que han aprovechado el shock social y el miedo a perder la forma de vida que tenía los ciudadanos para modificar legislaciones, aplicar reestructuraciones de los mercados laborales y recortar los derechos civiles, cosa que hubiera sido imposible sin una situación de shock.

Pero, a continuación de implementar esta Doctrina del Shock, tan en la línea de ideas de Martin Freeman y su concepción de los mercados libres y/o globales, la sostenida Política del Miedo difundida desde los medios ha facultado no sólo que los recortes sociales y las pérdidas de derechos civiles hayan sido asumidas sin la oposición de sindicatos o de la misma masa social, sino que hoy se admite como un privilegio lo que ayer era un derecho inalienable: el trabajo, por ejemplo; un salario digno, sin ir más lejos; o la pérdida de la identidad y el poder nacional en beneficio de organizaciones supranacionales sometidas al poder oscuro, verbigracia. No sólo han bloqueado la inteligencia de la masa con un shock artificial, consiguiendo que lo inmoral de ayer sea lo necesario de hoy, sino que han logrado que sea la misma masa social la que reclame reformas estructurales que benefician sólo y exclusivamente a los poderes que producido el shock y difundido el miedo, entretanto las herramientas de defensa de la masa han quedado anuladas. Toda una jugada.

La aplicación de estas políticas se pueden proyectar a cualquier situación y en cualquier ámbito que sean susceptibles de obtener recursos de forma amoral o ilícita por parte de las potencias, desde la Guerra de Libia (recursos), enmascarada por el shock terremoto de Japón y retenida la atención de las masas por el miedo difundido desde los medios, a la política de ajustes sociales y laborales de España, enmascarada con el shock de la renuncia de Zapatero a presentarse en las próximas elecciones y retenida la atención por los constantes casos de corrupción que asaltan los domicilios desde los medios.

Lo único que puede oponerse tanto a la Doctrina del Shock como a la Política del Miedo que utiliza el poder para maniobrar con impunidad es la información y la calma, el presenciar los acontecimientos con la suficiente sangre fría como para que las capacidades intelectuales no se bloqueen, y tener la capacidad de análisis suficiente como para ver qué esconde un shock. Un nuevo paradigma de acción por parte del poder al que debe enfrentarse un nuevo paradigma de reacción.

La Política del Miedo y la Doctrina del Shock



Redacción
miércoles, 6 de abril de 2011, 09:44 h (CET)
El shock paraliza, bloqueando la inteligencia de quien lo sufre, desorientándolo y produciendo una regresión a un estado mental primitivo. Si este estado de shock se mantiene en el tiempo, el individuo no sólo experimenta una regresión mental, a la vez que se mantiene su desorientación y la anulación de su inteligencia, sino que, además, se pueden implementar en el individuo variaciones irreversibles en su personalidad que, en cierta medida, puede manejar quien lo produce.

Ángel Ruiz Cediel / SIGLO XXI

Una técnica usada en psiquiatría (electro-shock) para revertir estados mentales anormales, pero desarrollada también como técnica de interrogatorio y tortura por parte de las potencias, como todo el mundo ha visto en las imágenes que llegan a nuestros receptores de televisión desde cualquier rincón del planeta donde haya conflictos, y la cual forma parte de los manuales de detención e interrogatorio de las llamadas potencias.

Tanto la psicología como la psiquiatría y la sociología, así como todas las disciplinas del conocimiento, no sólo se aplican en beneficio de un individuo o para un mayor entendimiento del conjunto social, sino que a menudo -casi siempre- son herramientas desarrolladas por los poderes correspondientes para obtener un provecho de control y poder, que es decir de recursos. ¿Qué sueño hay más deseable para quien ansia el poder que contar con una legión de esclavos tal que ni siquiera sepan que son esclavos que trabajan gratuitamente para él?... Pues esto es, sencillamente, lo que está pasando en este momento y a un nivel global. Pandemias ficticias, guerras inventadas, atentados artificiosos, crisis inexplicables, escándalos absurdos e incluso catástrofes naturales, que acaso no lo sean, son las cortinas de shock y miedo tras las que se esconden las más oscuras maniobras del poder.

El mundo, con mucho simplismo, está dividido entre señores –pocos y muy poderosos- y siervos –la gran masa social-. Obviamente, las necesidades y aspiraciones de unos y otros no tienen nada en común más allá de la supervivencia; los primeros lo quieren todo de todos, y los segundos se conforman nada más que con su supervivencia. Desde que allá por el Quattrocento surgiera el Consejo de los 300, en que los hombres más ricos y poderosos del momento pactaran una total y recíproca impunidad aun en caso de guerra entre sus países, hasta hoy, distintos grupos y organizaciones han ido implantando las políticas que más convenían a sus intereses, tales como la Política del Miedo y la Doctrina del Shock, en ambos casos orientadas al control y manejo de las masas sociales en su provecho.

El shock, el brutal impacto de un acto o una noticia en las mentes sociales, difundido y publicado por “casuales” presencias de los medios televisivos, no sólo son una excelente cortina que desvía la atención de otros actos sucesivos ya previstos, sino que el miedo consuetudinario faculta que esa mis masa social busque el amparo de quienes pueden mitigar su miedo, aunque quienes produjeron el shock y el pánico sean quienes los amparen.

Podríamos aquí describir paso a paso, por ejemplo, como el shock social producido por el atentado del 11S enmascaró con total impunidad la apropiación de los recursos de Iraq y Afganistán, fomentando el miedo social mediante la difusión de mensajes apocalípticos y aun de los bombardeos ¡por periodistas de los agresores! del mismo Bagdag, cómo el 11M produjo la reacción de un giro de 180º en la política española o cómo un terremoto como el de Haití ocultó la invasión de la isla, precisamente cuando se habían encontrado en ella ingentes reservas de petróleo y uranio 235 y 238; pero como esto no es más que un artículo de opinión y como hay sobrada y muy erudita información publicada al respecto, me referiré sólo a los hechos que aquí y ahora nos afectan y cómo se están aplicando tanto la Doctrina del Shock como la Política del Miedo. Así en lo pequeño como en lo grande, reza el Principio hermético, o “así en la Tierra como en el Cielo”, lo hace el padrenuestro; de modo, que se puede proyectar lo muy grande desde lo muy pequeño, ya que es nada más que la aplicación de la Geometría de Fractales, tan común en la naturaleza.

Todos mis lectores saben que siempre he tratado a la crisis que nos concierne como una falsa bandera, como una mentira orquestada desde los más altos poderes. Obviamente la produjeron los ricos y los muy ricos, pero sólo ellos han sido beneficiados por las inconmensurables inyecciones de capital que han aportado los Estados (más de 10 billones, con b, de euros), y ellos son los que han aprovechado el shock social y el miedo a perder la forma de vida que tenía los ciudadanos para modificar legislaciones, aplicar reestructuraciones de los mercados laborales y recortar los derechos civiles, cosa que hubiera sido imposible sin una situación de shock.

Pero, a continuación de implementar esta Doctrina del Shock, tan en la línea de ideas de Martin Freeman y su concepción de los mercados libres y/o globales, la sostenida Política del Miedo difundida desde los medios ha facultado no sólo que los recortes sociales y las pérdidas de derechos civiles hayan sido asumidas sin la oposición de sindicatos o de la misma masa social, sino que hoy se admite como un privilegio lo que ayer era un derecho inalienable: el trabajo, por ejemplo; un salario digno, sin ir más lejos; o la pérdida de la identidad y el poder nacional en beneficio de organizaciones supranacionales sometidas al poder oscuro, verbigracia. No sólo han bloqueado la inteligencia de la masa con un shock artificial, consiguiendo que lo inmoral de ayer sea lo necesario de hoy, sino que han logrado que sea la misma masa social la que reclame reformas estructurales que benefician sólo y exclusivamente a los poderes que producido el shock y difundido el miedo, entretanto las herramientas de defensa de la masa han quedado anuladas. Toda una jugada.

La aplicación de estas políticas se pueden proyectar a cualquier situación y en cualquier ámbito que sean susceptibles de obtener recursos de forma amoral o ilícita por parte de las potencias, desde la Guerra de Libia (recursos), enmascarada por el shock terremoto de Japón y retenida la atención de las masas por el miedo difundido desde los medios, a la política de ajustes sociales y laborales de España, enmascarada con el shock de la renuncia de Zapatero a presentarse en las próximas elecciones y retenida la atención por los constantes casos de corrupción que asaltan los domicilios desde los medios.

Lo único que puede oponerse tanto a la Doctrina del Shock como a la Política del Miedo que utiliza el poder para maniobrar con impunidad es la información y la calma, el presenciar los acontecimientos con la suficiente sangre fría como para que las capacidades intelectuales no se bloqueen, y tener la capacidad de análisis suficiente como para ver qué esconde un shock. Un nuevo paradigma de acción por parte del poder al que debe enfrentarse un nuevo paradigma de reacción.

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