El Real Madrid no encontró adversario en el Meridiano Alicante. Los blancos ganaron cómo y cuándo quisieron. Y vivieron una jornada sin nervios y sin protestas. El aficionado se marchó a casa satisfecho con esas píldoras de calidad y acciones para el recuerdo que ofreció el grupo de Molin. No obstante, en el balance, todos son conscientes que enfrente estaba un enemigo con excesivos problemas de efectivos y con unos argumentos insuficientes como para estar en ACB.
| FICHA TÉCNICA | 80 - Real Madrid: Prigioni (2), Llull (11), Suárez (4), Reyes (9) y Tomic (12) -- cinco inicial--; Sergio Rodríguez (9), Tucker (0), Fischer (6), Mirotic (12), Velickovic (-), Vidal 3) y Begic (12).
62 - Meridiano: Heurtel (3), Llompart (9), Stojic (8), Doellman (15) y Andriuskevicius (4) -- cinco inicial--; Popovic (15), Guardia (-), Rejón (2), Weigand (0) y Urtasun (6).
Parciales: 21-17, 21-11, 18-9, 20-25.
Árbitros: Conde, Bultó y Sánchez Mohedas.
Incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo quinta jornada de la Liga ACB, disputado en la Caja Mágica ante 4.996 espectadores. |
DATOS DESTACABLES |
Lo mejor:Los pívots del Real Madrid difícilmente encontraran otro encuentro donde lucirse más como el vivido contra el Meridiano. Las estadísticas son evidentes: Tomic (12 puntos y 5 rebotes), Mirotic (12 puntos y 7 rebotes) y Begic (12 puntos y 2 rebotes). Reyes y Fischer también disfrutaron.
Lo peor: La escasa afluencia de espectadores a la Caja Mágica. Se registró una de las entradas más discretas de la temporada con menos de 5.000 aficionados. Dato preocupante, aunque quizá influyera el escaso renombre del adversario, puesto que el Meridiano Alicante ocupaba el antepenúltimo lugar de la clasificación.
La clave: El abrumador dominio del Real Madrid en la pintura, en cuanto a puntos y rebotes. El triunfo se edificó desde esta zona. El fondo de armario entre uno y otro conjunto fue otro aspecto determinante en el resultado del encuentro.
El dato:Nikola Mirotic alcanzó su encuentro número 25 en ACB. Lo celebró con unos números muy sobresalientes: 12 puntos y 7 rebotes. Valoración de 14.
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| Rafael Merino / Caja Mágica (Madrid)
De vez en cuando, y máxime cuando hay vorágine deportiva, conviene encontrarse con un compromiso oficial con tintes de entrenamiento. Se obtiene de forma sencilla el triunfo, se dosifica la maquinaria, se firman unas cuantas jugadas de alta escuela, se reparten minutos entre el grupo, se recarga el depósito de confianza y se firma un armisticio con los aficionados. Se vive una jornada redonda, permitiéndose centrar en el gran compromiso de las últimas semanas de marzo: clasificarse para la final a cuatro de la Euroliga.
En menos de cuatro minutos se comprobó que el factor sorpresa quedaba absolutamente descartado. El Meridiano no estaba en disposición de emular su hazaña de la primera vuelta de este curso. Era muy inferior a un Real Madrid formidablemente centrado desde el comienzo y con las ideas extraordinariamente claras. Debe destacarse este aspecto porque en otros encuentros ante enemigos sin potencia se saltó a la cancha con un excesivo aire de relajación. Ésta vez, todo lo contrario. Como entrante, parcial de 14-5 con 8 puntos entre Reyes y Tomic y dos triples consecutivos de Llull y Suárez. No sólo estadísticas. Buena defensa y ágiles transiciones en ataque con el balón. Lógicamente, ni resquicios de protestas.
La diferencia mental de los 10 puntos no tardó en aparecer en el marcador (17-7). Sólo habían transcurrido 5 minutos de juego. El encuentro daba paso al entrenamiento. Y como suele suceder, el factor relajación hace sus escaramuzas de costumbre. La defensa descendió en intensidad, se perdieron 5 balones en ataque y un acertado Stojic (5 puntos seguidos) avisó a los madridistas que no todo estaba decidido. Fue un simple espejismo.
Después de recuperar aire, el Real Madrid recuperó su plan: balones a la zona. La diferencia de centímetros (exceptuando Andriuskevicius), de experiencia, de kilos… era notable entre ambos bandos. Tomic, Reyes, Mirotic y Fischer se hincharon a convertir puntos (27 de los 42 conseguidos en el primer tiempo) y capturar rebotes (20 contra 10) y, especialmente, intimidar a un Meridiano con pocos jugadores, otra losa, puesto que su fondo de armario estaba compuesto de un par de retales. Y así es complicado. Consecuencia: 14 puntos de diferencia (37-23) al poco de pasar el ecuador del segundo acto.
Velickovic, sin minutos
La segunda parte fue intrascendente. Unos y otros fueron engordando sus estadísticas, en cuanto a puntos (excepto Tucker, quien no tuvo el día), rebotes (39 contra 23, en el cómputo general) y asistencias. Todos tuvieron minutos, incluyendo a Vidal y Begic, y ambos cumplieron con buenas maneras; y fueron recompensados con sendas ovaciones. Ganaron en confianza. Todos contentos. Bueno, no todos, puesto que, a veces, cuando más sencillo es acertar, los entrenadores se complican la vida de una manera inexplicable. Con el encuentro absolutamente resuelto (73-48, a 6 minutos para la conclusión), Molin se enemistó con el público. Y no le conviene, aunque así demuestre que gobierna el vestuario. ¿El motivo?: no dar minutos a Velickovic, defenestrado y con cara de poco amigos en un rincón del banquillo.
Fue la nota menos destacada de un encuentro carente de historia y donde dos acciones maravillaron a los aficionados: un pase por la espalda de Sergio Rodríguez para que Fischer hundiera en balón en el aro y un postrero mate de Llull. La afición se marchó a casa con una sonrisa y obsequiando con una ovación al equipo, mientras unos y otros aguardan citas de más altura, y el baloncesto quedó con una duda: ¿son necesarios estos encuentros con tanta diferencia de calidad?
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