La incertidumbre se adueñó de propios y extraños cuando al Nàstic de Tarragona le dio por peinar el mercado en busca de refuerzos que consiguieran ayudar al equipo a salir de los puestos de descenso en los que se habían instalado y en los que prácticamente se habían convertido en asiduos. Uno de los nombres que sonó y que finalmente llegó fue un tal Borja Viguera, era ‘tal’ cuando nadie lo había visto jugar, cuando su nombre sonaba a nada y cuando su posible rendimiento era todavía una utopía. Apenas un mes después, ese ‘tal’ se había convertido en imprescindible para una plantilla justita que por fin encontró una referencia arriba. La grave lesión sufrida ante el Salamanca pone punto y final a su estancia en el Nou Estadi, precisamente ahora que las cosas empezaban a salir bien.
Viguera, en su último partido como grana. (www.gimnasticdetarragona.cat)
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Porque no sabe un aficionado grana ya si alegrarse o entristecerse. Cuatro meses después el equipo salió de los puestos de descenso pero el encuentro ante el Salamanca se dejó por el camino a uno de esos artífices para que el desánimo no decayera: Borja Viguera. El delantero, que llegó en el mercado de invierno procedente de la Real Sociedad y al que su nombre a muchos le sonaba a cuento chino, firmó nada más debutar un golazo ante el Albacete. El pasado fin de semana, antes de decir definitivamente adiós a la temporada, fue el autor del primer tanto del Nàstic, desde el punto de penalti y, sobre todo, demostrando liderazgo a la hora de ir a por el balón una vez señalado. Poco después llegó la tragedia con la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla que, traducida a lo deportivo, suponía el peor de los finales.
Viguera se marchará a San Sebastián a recuperarse y, de paso, poner punto y final a su fugaz cesión en Tarragona. De desconocido a imprescindible, sus dos goles le han valido para ganarse la afición tarraconense. Si bien es cierto que ha asegurado que le encantaría volver, era ahora cuando Oliva necesitaba de su buen hacer. Una auténtica pena ahora que la máquina comenzaba a carburar y, sobre todo, para un futbolista sin minutos en la Real Sociedad que también encontró un lugar donde confiaran en él. Mientras el Nàstic vuelve a rastrear el mercado en busca de un ‘9’ que pueda suplir a Viguera, desde estas líneas sólo puedo desearle las mejores de las recuperaciones y que, en un futuro, el feliz pero fugaz idilio entre club y jugador pueda repetirse, ya con más duración, en una situación más agradable.