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María Villalba

Una broma de mal gusto

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Después de otra derrota parecía que las horas que le quedaban a Abel Resino como técnico blanquivioleta estaban contadas. No era así. Por si no fueran suficientes todos los shocks a los que nos somete un equipo sin espíritu cada jornada, se suma otro más, la noticia sorprendente de la ratificación al entrenador por parte del Club. Incomprensible.

¿Qué más tiene que demostrar Abel Resino –o en este caso no demostrar- para hacer ver al Club que está realizando un trabajo pésimo con la consecución de resultados desastrosos? Parece de risa que se haya convertido en el peor entrenador de la historia del Real Valladolid con 4 puntos de 24 posibles, un empate y una victoria en 8 partidos y que aún, con este bagaje, siga en el banquillo de Zorrilla.

De esta forma, damos cuenta de la mala gestión que lleva a cabo el Club y que está sumiendo a todos sus aficionados en un pozo de desesperación. Es increíble, pero cierto y se ha convertido, en poco tiempo, en un tema muy serio. Además, en este momento, en el que Suárez es el centro de las miradas, es el portavoz del Real Valladolid quien, llama a la calma y la tranquilidad con la confianza plena en el entrenador.

A duras penas en puestos play off, no se tuvo paciencia con Antonio Gómez, quien se marchó con unos resultados abultados en comparación con los actuales. Al antecesor del actual técnico le faltaba garra para transmitir a sus jugadores y la opción más, a priori, señera, era la de Abel Resino por su carácter, con el que llamaría al orden y la táctica acertada. Dos meses después el juego inoperante es patente y ese fuerte carácter por el que el toledano fue escogido sigue sin aparecer.

La situación no puede ser más parecida a la del año pasado, con la diferencia de que el objetivo prioritario a principio de la presente temporada era distinto. Esta pretensión a día de hoy es la misma: mantener la categoría. Pero, el pesimismo que se cierne sobre el equipo y en ocasiones, la lucidez de la mala suerte, hace pensar en que la solución más factible se va a resistir hasta el final, cuando no quede suficiente tiempo para poner remedio.

Quien no lo crea, solo tiene que ser observador del juego del Valladolid, distinguido por la falta viveza, la especialidad de jugar sin táctica, sin aires de competición. No hay un juego definido y con estas lacras es imposible lograr un objetivo.

Aún así, la costumbre de las decisiones sorpresa vuelve a cerciorarse de nuevo, por si no fuera poco, a las carencias y debilidades de la directiva, se suma otra buena gestión caracterizada por seguir dando palos de ciego. La genial idea de deshacerse de dos delanteros sin cerrar ningún contrato con anterioridad para la llegada de un ariete revulsivo que pueda suplir ese hueco, ha traído como consecuencia que el último fichaje, realizado sobre la bocina, no pueda jugar como blanquivioleta.

William Ferreira, que en su presentación se mostraba emocionado por poder jugar en Europa, finalmente no podrá cumplir su sueño. Pese a que los documentos entre el Bolívar y el Valladolid estuvieran cotejados y firmados, el sistema telemático de la FIFA no ha dado el aprobado. Parece que el proceso se realizó minutos después al cierre del mercado y es suficiente para considerarse fuera de plazo. Aún así el Club tiene la opción de acudir al Tribunal de Arbitraje con la esperanza de que concedan la cautelar de esta decisión.

Esta situación parece una broma de mal gusto que, sin embargo, por desgracia, no lo es. Aunque se divise un mal augurio, solo podemos esperar a que todo cambie cuanto antes, o acabaremos con un cuadro de ansiedad similar al de Suárez y es que, con tanta presión que ejerce la 2ºB es normal que las bajadas de tensión hayan comenzado ya por el Presidente.

Una broma de mal gusto

María Villalba
María Villalba
lunes, 7 de febrero de 2011, 23:18 h (CET)
Después de otra derrota parecía que las horas que le quedaban a Abel Resino como técnico blanquivioleta estaban contadas. No era así. Por si no fueran suficientes todos los shocks a los que nos somete un equipo sin espíritu cada jornada, se suma otro más, la noticia sorprendente de la ratificación al entrenador por parte del Club. Incomprensible.

¿Qué más tiene que demostrar Abel Resino –o en este caso no demostrar- para hacer ver al Club que está realizando un trabajo pésimo con la consecución de resultados desastrosos? Parece de risa que se haya convertido en el peor entrenador de la historia del Real Valladolid con 4 puntos de 24 posibles, un empate y una victoria en 8 partidos y que aún, con este bagaje, siga en el banquillo de Zorrilla.

De esta forma, damos cuenta de la mala gestión que lleva a cabo el Club y que está sumiendo a todos sus aficionados en un pozo de desesperación. Es increíble, pero cierto y se ha convertido, en poco tiempo, en un tema muy serio. Además, en este momento, en el que Suárez es el centro de las miradas, es el portavoz del Real Valladolid quien, llama a la calma y la tranquilidad con la confianza plena en el entrenador.

A duras penas en puestos play off, no se tuvo paciencia con Antonio Gómez, quien se marchó con unos resultados abultados en comparación con los actuales. Al antecesor del actual técnico le faltaba garra para transmitir a sus jugadores y la opción más, a priori, señera, era la de Abel Resino por su carácter, con el que llamaría al orden y la táctica acertada. Dos meses después el juego inoperante es patente y ese fuerte carácter por el que el toledano fue escogido sigue sin aparecer.

La situación no puede ser más parecida a la del año pasado, con la diferencia de que el objetivo prioritario a principio de la presente temporada era distinto. Esta pretensión a día de hoy es la misma: mantener la categoría. Pero, el pesimismo que se cierne sobre el equipo y en ocasiones, la lucidez de la mala suerte, hace pensar en que la solución más factible se va a resistir hasta el final, cuando no quede suficiente tiempo para poner remedio.

Quien no lo crea, solo tiene que ser observador del juego del Valladolid, distinguido por la falta viveza, la especialidad de jugar sin táctica, sin aires de competición. No hay un juego definido y con estas lacras es imposible lograr un objetivo.

Aún así, la costumbre de las decisiones sorpresa vuelve a cerciorarse de nuevo, por si no fuera poco, a las carencias y debilidades de la directiva, se suma otra buena gestión caracterizada por seguir dando palos de ciego. La genial idea de deshacerse de dos delanteros sin cerrar ningún contrato con anterioridad para la llegada de un ariete revulsivo que pueda suplir ese hueco, ha traído como consecuencia que el último fichaje, realizado sobre la bocina, no pueda jugar como blanquivioleta.

William Ferreira, que en su presentación se mostraba emocionado por poder jugar en Europa, finalmente no podrá cumplir su sueño. Pese a que los documentos entre el Bolívar y el Valladolid estuvieran cotejados y firmados, el sistema telemático de la FIFA no ha dado el aprobado. Parece que el proceso se realizó minutos después al cierre del mercado y es suficiente para considerarse fuera de plazo. Aún así el Club tiene la opción de acudir al Tribunal de Arbitraje con la esperanza de que concedan la cautelar de esta decisión.

Esta situación parece una broma de mal gusto que, sin embargo, por desgracia, no lo es. Aunque se divise un mal augurio, solo podemos esperar a que todo cambie cuanto antes, o acabaremos con un cuadro de ansiedad similar al de Suárez y es que, con tanta presión que ejerce la 2ºB es normal que las bajadas de tensión hayan comenzado ya por el Presidente.

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