BOSTON - No conozco a Lamar Smith, pero siento como si le conociera. El Republicano de Texas, probable nuevo secretario del Comité Judicial de la Cámara, escribe a menudo para discrepar con mis columnas.
Respeto a Smith por su consistencia, especialmente en materia de inmigración. Si todos los congresistas votaran de conciencia, sospecho que las dos terceras partes de los congresistas en ejercicio regularizarían a la mayoría de los inmigrantes en situación irregular residentes dentro del país. Smith no.
Parece convencido de que debemos deportar incluso a los jóvenes que entraron ilegalmente con sus padres pero más tarde demostraron su valía a la nación alistándose en el ejército o asistiendo a la universidad. El Presidente Obama y el secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid parecen decididos a imponer la votación este mes de la ley DREAM que abriría a estos jóvenes una vía a la regularización.
Pero si bien Smith no es cínico, sí practica la ilusión política. En una columna publicada la semana pasada en el Washington Post (http://wapo.st/ecgZUX), escribía que las opiniones radicales en inmigración están convenciendo a tantos hispanos que pintan "un panorama muy prometedor" para el Partido Republicano. Si Smith se cree esto, debe estar recluido en una celda silbando, y la melodía no es "The Eyes of Texas". Se trata de "Over the Rainbow".
Smith menciona las encuestas a pie de urna de las legislativas del mes pasado que daban -- a pesar de la ley de Arizona y las críticas vertidas por muchos Republicanos a los inmigrantes -- al Partido Republicano el 38 por ciento del voto latino. Se trata en realidad de un gran avance con respecto a la encuesta del 31% de John McCain frente a Obama.
Sin embargo, Smith comete dos errores políticamente garrafales. Uno es que el resultado de las legislativas está muy lejos del 44% que obtuvo George W. Bush en 2004, y dentro de la horquilla de los treinta y tantos que obtienen regularmente los Republicanos. Llamativamente, ni se acerca al 45% que los estrategas del partido saben que necesitan para compensar en el futuro el porcentaje sajón en declive del voto.
El segundo se refiere a la propia encuesta a pie de urna. Tiende a sobreestimar como Republicano el voto latino y afroamericano. Sólo las tendencias electorales son valiosas, dado que las mismas muestras se utilizan todas las elecciones. Hasta el 44% de Bush, difundido de forma generalizada hace seis años, levanta sospechas.
Warren Mitofsky, ex director de la encuesta a pie de urna a nivel nacional, reconocía lo propio tras las elecciones de 2004. Una encuesta exclusivamente entre latinos realizada por el Instituto William C. Velásquez sitúa la cifra de Bush en el 31%, una diferencia sustancial.
El mes pasado, Matt Barreto, de la Universidad de Washington, y Gary Segura, de Stanford, llevaron a cabo un estudio parecido a las encuestas en ocho estados de fuerte presencia hispana. La tarde antes del cierre de los colegios electorales, recabaron una muestra entre los primeros votantes y los votantes probables que habían votado en el pasado. Sharron Angle, que podría haber encabezado la campaña más reprochable de la nación contra los inmigrantes latinos, era situada por la encuesta nacional como ganadora de un increíble 30% del voto latino contra Reid. Ella obtenía el 8% en la encuesta de los académicos.
La proporción es parecida en casi todos los estados. Para confirmar quién puede tener razón, Barreto y Segura están estudiando ahora una relación de recuentos recién facilitada y aplicando una técnica estadística aceptada ampliamente llamada "inferencia ecológica" que utilizan los tribunales en las demandas de derecho de sufragio.
Hasta el momento, han descubierto que en los dos condados que suponen el 95% del voto latino en Nevada, el 94% de los latinos votaron a Reid. En los cinco condados que componen casi el 90 por ciento del voto latino en Arizona, estiman que la Gobernadora Jan Brewer obtuvo el 12% a la reelección, y no el totalmente impensable 28% que le concedía en el estado la encuesta nacional.
Los resultados de Barreto y Segura coinciden con lo que circula universalmente sobre el terreno.
La encuesta nacional proyecta de forma bastante buena el sentido del voto de los estados pero nunca se concibió para calibrar el voto según raza o etnia. Calcula espacios, no gente, y ni siquiera aleatoriamente en ese caso. Escatima de forma grotesca votos latinos, especialmente entre los hispanoparlantes, fuertemente concentrados en ciertos espacios en exclusiva, urbanos en su mayoría. Sobreestima los votos latinos de renta alta y formación que viven en barrios residenciales mayoritariamente blancos.
Aun así, desearía que Lamar Smith hubiera tenido razón, aunque por otras razones. Los latinos necesitan un Partido Republicano que llegue a ellos, pero por las viejas razones de ética laboral y valores familiares. Ese partido, sin embargo, parece ser historia.