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Eduard Schumacher-Matos

El momento de Obama

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BOSTON -- Barack Obama pronunciaba esta semana uno de los discursos más contundentes y convincentes de su presidencia, yendo más allá del pantano de minucias políticas para conectar con las emociones de la gente.

Una pena que el discurso fuera en Indonesia.

Obama habló de tolerancia religiosa y étnica en el país del mundo de mayor población musulmana. Casualmente, el discurso se pronunciaba una semana después de que los ciudadanos normalmente sensatos de Oklahoma atacaran gratuitamente a los musulmanes votando a favor de prohibir la sharia, o ley religiosa musulmana. Lo hicieron a pesar de que nadie del país trataba de implantarla y de que ningún tribunal de Oklahoma la hubiera citado nunca como jurisprudencia.

Un magistrado federal emitió esta semana una orden temporal que impide el trámite de la medida, pero se añade a una desagradable campaña de crítica a los musulmanes y los inmigrantes, de alimento de las tensiones por parte de algunos tertulianos de Fox News, y de la sensación de inseguridad en el país - por el terrorismo, por los puestos de trabajo perdidos y por lo que muchos estadounidenses consideran una amenaza a nuestra cultura.

En Yakarta, Obama prescindió del tono frío y docente que ha marcado sus discursos presidenciales. Aunque por lo general argumenta de forma correcta analíticamente, con frecuencia no ha logrado apelar a nuestros mejores instintos, ya sea por el estado de salud de nuestros conciudadanos o la salud de nuestra economía. Obama reconoció eso mismo en su autopsia del motivo de que los Demócratas se la pegaran en las legislativas.

Pero quizá se sintiera liberado de volver al país donde una vez fue simplemente un chaval de nombre Barry. Rebosó inspiración, trasladando un mensaje diseñado para el mundo musulmán pero aplicable al nuestro:

"A través del archipiélago que contiene algunas de las creaciones más hermosas de Dios, islotes que se levantan en un océano llamado a la paz, la gente elige adorar a Dios a su antojo. El islam florece, pero también lo hacen otras religiones. El desarrollo es fomentado por una democracia emergente... Aquí podemos encontrar la capacidad de superar las diferencias raciales y regionales y religiosas -- a través de la capacidad de vernos reflejados en los demás".

Obama vivió en Indonesia desde los 6 a los 10 años, y se mostró inusualmente cercano recordando una infancia feliz de cometas, caza de libélulas, carreras por arrozales y aprendizaje de "la humanidad de todo".

"Permitidme comenzar con una afirmación simple", dijo a una audiencia universitaria. A continuación habló en indonesio: "Indonesia es parte de mí", y al no esconder su pasado, no dio excusas a los nativistas y el resto de los que dicen creer que es musulmán o extranjero. Obama celebra quién es y, por extensión, quiénes somos -- una mezcolanza de culturas y orígenes.

El Islam está lastrado por el fanatismo entre sus filas. También lo están el judaísmo y el cristianismo, aunque en extremos menos violentos. Pero el discurso de Obama, tal vez involuntariamente, plasmaba la nobleza de la tolerancia estadounidense que se ha perdido desde los primeros gestos hacia los musulmanes del Presidente George W. Bush durante los primeros momentos tras el 11 de Septiembre.

Al elogiar a Indonesia por su gran papel a la hora de extirpar a los terroristas y por cosas tan pequeñas como la compartición de aparcamientos entre una iglesia y una mezquita, nos recuerda que la inmensa mayoría de musulmanes no son violentos y son accesibles. Más musulmanes tienen que pronunciarse abiertamente contra el terror. Pero más ya lo hacen, incluso si muchos estadounidenses no se dan cuenta, y no sólo en la Indonesia no árabe sino en Pakistán, Palestina y en todo el mundo musulmán.

Los discursos como el de Obama refuerzan a estos moderados. Acciones como la ley de Oklahoma convencen a los dementes de creer que realmente hay una guerra entre religiones.

En nuestro favor, Estados Unidos es más abierto hacia los musulmanes que gran parte de Europa hoy. Suiza ha prohibido los minaretes, Francia y Bélgica están inmersas en debates en torno a la prohibición del velo, los líderes del gobierno germano declaran un fracaso el multiculturalismo y los partidos radicales anti-inmigración han prosperado en países como Holanda y Suecia.

Pero la legislación de Oklahoma está a la altura como provocación irresponsable. El derecho internacional y las ordenanzas extranjeras nunca han sido vinculantes en los tribunales federales ni estatales, pero la legislación enmienda de todas formas la Constitución del estado para prohibir que las salas de justicia de Oklahoma acaten la jurisprudencia "del derecho internacional o la ley sharia". No hace ninguna mención a las leyes religiosas cristiana o judía semejantes ni al resto. Seguramente sea anulada por inconstitucional.

El momento de Obama

Eduard Schumacher-Matos
Edward Schumacher-Matos
viernes, 12 de noviembre de 2010, 08:14 h (CET)
BOSTON -- Barack Obama pronunciaba esta semana uno de los discursos más contundentes y convincentes de su presidencia, yendo más allá del pantano de minucias políticas para conectar con las emociones de la gente.

Una pena que el discurso fuera en Indonesia.

Obama habló de tolerancia religiosa y étnica en el país del mundo de mayor población musulmana. Casualmente, el discurso se pronunciaba una semana después de que los ciudadanos normalmente sensatos de Oklahoma atacaran gratuitamente a los musulmanes votando a favor de prohibir la sharia, o ley religiosa musulmana. Lo hicieron a pesar de que nadie del país trataba de implantarla y de que ningún tribunal de Oklahoma la hubiera citado nunca como jurisprudencia.

Un magistrado federal emitió esta semana una orden temporal que impide el trámite de la medida, pero se añade a una desagradable campaña de crítica a los musulmanes y los inmigrantes, de alimento de las tensiones por parte de algunos tertulianos de Fox News, y de la sensación de inseguridad en el país - por el terrorismo, por los puestos de trabajo perdidos y por lo que muchos estadounidenses consideran una amenaza a nuestra cultura.

En Yakarta, Obama prescindió del tono frío y docente que ha marcado sus discursos presidenciales. Aunque por lo general argumenta de forma correcta analíticamente, con frecuencia no ha logrado apelar a nuestros mejores instintos, ya sea por el estado de salud de nuestros conciudadanos o la salud de nuestra economía. Obama reconoció eso mismo en su autopsia del motivo de que los Demócratas se la pegaran en las legislativas.

Pero quizá se sintiera liberado de volver al país donde una vez fue simplemente un chaval de nombre Barry. Rebosó inspiración, trasladando un mensaje diseñado para el mundo musulmán pero aplicable al nuestro:

"A través del archipiélago que contiene algunas de las creaciones más hermosas de Dios, islotes que se levantan en un océano llamado a la paz, la gente elige adorar a Dios a su antojo. El islam florece, pero también lo hacen otras religiones. El desarrollo es fomentado por una democracia emergente... Aquí podemos encontrar la capacidad de superar las diferencias raciales y regionales y religiosas -- a través de la capacidad de vernos reflejados en los demás".

Obama vivió en Indonesia desde los 6 a los 10 años, y se mostró inusualmente cercano recordando una infancia feliz de cometas, caza de libélulas, carreras por arrozales y aprendizaje de "la humanidad de todo".

"Permitidme comenzar con una afirmación simple", dijo a una audiencia universitaria. A continuación habló en indonesio: "Indonesia es parte de mí", y al no esconder su pasado, no dio excusas a los nativistas y el resto de los que dicen creer que es musulmán o extranjero. Obama celebra quién es y, por extensión, quiénes somos -- una mezcolanza de culturas y orígenes.

El Islam está lastrado por el fanatismo entre sus filas. También lo están el judaísmo y el cristianismo, aunque en extremos menos violentos. Pero el discurso de Obama, tal vez involuntariamente, plasmaba la nobleza de la tolerancia estadounidense que se ha perdido desde los primeros gestos hacia los musulmanes del Presidente George W. Bush durante los primeros momentos tras el 11 de Septiembre.

Al elogiar a Indonesia por su gran papel a la hora de extirpar a los terroristas y por cosas tan pequeñas como la compartición de aparcamientos entre una iglesia y una mezquita, nos recuerda que la inmensa mayoría de musulmanes no son violentos y son accesibles. Más musulmanes tienen que pronunciarse abiertamente contra el terror. Pero más ya lo hacen, incluso si muchos estadounidenses no se dan cuenta, y no sólo en la Indonesia no árabe sino en Pakistán, Palestina y en todo el mundo musulmán.

Los discursos como el de Obama refuerzan a estos moderados. Acciones como la ley de Oklahoma convencen a los dementes de creer que realmente hay una guerra entre religiones.

En nuestro favor, Estados Unidos es más abierto hacia los musulmanes que gran parte de Europa hoy. Suiza ha prohibido los minaretes, Francia y Bélgica están inmersas en debates en torno a la prohibición del velo, los líderes del gobierno germano declaran un fracaso el multiculturalismo y los partidos radicales anti-inmigración han prosperado en países como Holanda y Suecia.

Pero la legislación de Oklahoma está a la altura como provocación irresponsable. El derecho internacional y las ordenanzas extranjeras nunca han sido vinculantes en los tribunales federales ni estatales, pero la legislación enmienda de todas formas la Constitución del estado para prohibir que las salas de justicia de Oklahoma acaten la jurisprudencia "del derecho internacional o la ley sharia". No hace ninguna mención a las leyes religiosas cristiana o judía semejantes ni al resto. Seguramente sea anulada por inconstitucional.

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