Joan Noguera / Palma
El Mallorca ha sido centro de atención de la prensa nacional en la última semana debido a la demanda judicial que ha interpuesto su ex-técnico, Gregorio Manzano, contra los gestores del club durante la temporada pasada. Manzano se ha prodigado en los medios (entrevista radiofónica en un programa líder de audiencia, entrevista en medio impreso de gran tirada, etc.) explicando su versión de los hechos.
La intención del actual entrenador del Sevilla es que le paguen el dinero que se le debe por su sueldo y primas de la temporada anterior en el Mallorca. La particularidad del proceso es el objeto de la demanda, ya que éste no es el club sino las personas gestoras del mismo la pasada campaña, con Mateu Alemany a la cabeza. Se trata de un recurso inteligente porque, si demandase a la entidad, su caso se añadiría a la cola de acreedores y terminaría cobrando tan sólo una parte de lo que se le adeuda.
Otra consecuencia del proceso iniciado es que Manzano ha llevado al terreno personal la disputa, demostrando una vez más que el dinero puede quebrar hasta las mejores relaciones. Cuando el Mallorca se vio sumido de lleno en sus problemas económicos con Grande de presidente, el jienense fue el primero en abogar públicamente por el retorno de Mateu Alemany, el hombre que lo trajo al club bermellón por primera vez en el año 2002.
Pero más allá de su enfrentamiento con Alemany, lo que ha hecho Manzano contribuye a ensuciar su imagen en la isla, a la vez que malmete también la imagen del club. Es una verdadera lástima, porque es el entrenador que ha dirigido más partidos del Mallorca en primera división y con el cual el club ganó el título más importante de su palmarés, la Copa del Rey en el 2003 (único título ganado por Manzano en su carrera).
Manzano está en su completo derecho de reclamar lo que se le adeuda, y puede hacerlo de la manera que considere más oportuna (aunque pueda parecernos errónea), pero de la misma manera el aficionado mallorquinista está en su pleno derecho de sentirse defraudado por un entrenador al que se suponía un sentimiento hacia el club. Dos años atrás, se recibió con pitos a David Navarro y a Cléber Santana, dos jugadores que también denunciaron al club por impago. No debería sorprenderle al jienense que se le reciba del mismo modo, en la que fue su casa durante seis años.