El miércoles por la noche vimos otra concesión del FCB al mundo del fútbol. Otro regalo cargado de buen gusto para el buen aficionado del balompié. Es un orgullo que ese equipo pertenezca a la liga española, y no a la inglesa, italiana o turca. Es un orgullo que ese súper conjunto que no parece levantar el pie del buen juego podamos a verlo en los terrenos de juegos españoles (uy, con perdón para el aficionado culé, quería decir los terrenos de juego “del estado español”) midiéndose con los equipos de la liga BBVA.
Pero claro, ya nos hemos adherido desde esta columna a la teoría de los vasos comunicantes, esa que dice que los estados de forma y de ánimo de los dos grandes, Madrid y Barça están íntima e inversamente proporcionados. Cuando uno está bien, el otro no puede estarlo. Imposible del todo. Y viendo el maravilloso estado del Barça, que vuelve por sus fueros y que puede llevarse varias competiciones de nuevo, y observando la firme candidatura a campeón de la Champions en el Bernabeu que el Pep team selló en el Emirates Stadium el otro día, uno no puede sustraerse a pensar en el “otro vaso”.
¿Cómo se estará digiriendo el nuevo golpe de mano de los azulgranas en la Casa Blanca? Viendo el juego exhibido en Londres, ¿aún hay alguien en el Madrid que dude de que el FC Barcelona muy probablemente estará en la final en el Bernabeu? Es más, observando como se pasean los de Pep por Europa, da igual que sea contra italiano, francés o inglés, ¿no se ahonda aún más la descomunal sima que hay entre ambos equipos? ¿Qué pasará por la mente de los jugadores blancos los miércoles a las 20:45? Sin duda, lo que es evidente para todos también lo será para ellos: que el R. Madrid ya no es el gallito de Europa, ahora lo es el FC Barcelona