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Ángel Ruiz Cediel

Ni un puto duro para los bomberos

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No me creía que Francisco Granados, Consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, hubiera dicho lo que me comentaron, y, antes de tirarme de los pelos o que la indignación me cegara, quise tener la grabación en mi poder; pero por fin me ha llegado y la cosa no puede ser más desoladora: en la presentación del Dispositivo de Emergencias que la Comunidad de Madrid había preparado, al ser interrogado por los periodistas que cubrían el acto acerca de las demandas laborales de los Bomberos de Madrid que en ese momento estaban en huelga, dijo textualmente que “A los bomberos no les vamos a dar ni un puto duro más”, y lo remató, a título de corolario, con un chulesco y barriobajero “Que les den por culo a los bomberos”, aparte de dudosas coletillas de soez y mezquino ingenio.

Más allá de que se pueda o no estar de acuerdo con las demandas laborales de los bomberos, los cuales pretenden garantizar que sus labores sean a todos los efectos un Servicio Público, no parece que este lenguaje y esta manera de expresarse de un responsable político no es que sea impropia de quien ostenta semejante cargo, ni siquiera que pueda ser considerado un inocente exceso verbal, sino que es a todas luces un proceder absolutamente indigno, merecedor de que su titular sea posicionado a la cola de la cola de quienes están en el desempleo. No; Francisco Granados, a tenor de lo dicho, no es digno de su Cargo, no es digno de ser Consejero, no es digno de tratar con quienes cada día ponen su vida en juego en beneficio de la sociedad y no es digno de que en un Estado democrático individuos de semejantes jaez puedan estar al frente de otra cosa que de un tugurio en el extrarradio del lumpen.

Esperanza Aguirre, tan excesivamente propensa a cortar las cabezas de quienes pasan ciertos límites de su imperio personal, curiosamente da sobre este asunto la callada por respuesta, haciéndose tácitamente cómplice de este insulto tan inaceptable como imprescindiblemente sancionable. Si por mucho menos puso de patitas en la calle a periodistas o disentidores que habían trasgredido su purismo idolátrico, ¿por qué en este caso cosiente que denigre, ofenda e insulte a un colectivo tan heroico?... ¿Qué tiene Francisco Granados contra ella?... ("Oye..., ¿qué tenemos contra ése?"..., ¿recuerdan?). Su silencio y su inacción, después del tiempo transcurrido sin que este personaje sea ejemplarmente sancionado, no puede ser entendido sino como un apoyo culpable y un respaldo explícito al indigno proceder de su Consejero. No basta ya con una disculpa, ni siquiera con una excusa, sino que es imprescindible una dimisión fuminante y una pérdida total de los derechos que pudiera haber logrado este individuo por vivir camuflado como político un montón de años, cuando a todas luces se ha servido de su cargo para instaurar una dictadura pseudo chavista de hago lo que me da la gana, o, dicho en sus propias palabras en plan he aquí mis nueve, “¡qué cojones!”

Desde ésta y otras columnas he venido sosteniendo día tras día que el problema político de España son precisamente la escasa formación y la egomanía sus políticos, seres incapaces, incompetentes y de extraordinaria arrogancia que han confundido el servicio a la comunidad y a la ciudadanía con servirse de la sociedad y la ciudadanía. Lo más cerca que estos individuos debieran estar de un cargo político de cualquier clase sería en las antípodas del mismo, y situaciones como ésta sólo develan que es preciso implantar rigurosos controles psiquiátricos a los postulantes a políticos, además de tener que ajustarse éstos a un perfil mínimo de formación profesional y calidad humana antes de que pudieran colarse en la Administración y tener alguna clase de poder sobre profesionales intachables como los bomberos o simplemente sobre los más que hartos ciudadanos. Si para ser bombero hay que tener una formación impresionante y superar unas pruebas casi imposibles, ¿por qué para ser político y estar sobre ellos basta con ser amigo, tronco, colegui, lamedor profesional o simplemente miembro del partido, sin tener que demostrar siquiera que se tiene un mínimo de estabilidad emocional o una educación de campaña?... No es extraño, pues, que tengamos los políticos que tenemos, y que nos vaya como nos va.

Los bomberos son un Servicio Público formado por excelentes profesionales que se juegan por nosotros la vida en cada salida que hacen de los parques, a cambio de un sueldo que en absoluto cubre sus riesgos. Quieren seguir siendo un Servicio Público, y desean que otros profesionales cubran los puestos que son imprescindibles para que las plantillas sean capaces de enfrentar los riesgos que encaran, en vez de tener que estar haciendo guardias y más guardias para cubrir mínimamente las carencias de personal, porque desde hace años no se convocan nuevas plazas. Cosa que no sucede con las distintas Policías, por ejemplo, porque éstas son recaudadoras y con las multas que ponen en un día se pagan el sueldo de un mes; por eso no paran de salir nuevas plazas para los Cuerpos multantes y represivos, entretanto Servicios Públicos esenciales, como los Bomberos, sólo merecen de parte de sus responsables un destemplado “¡que les den por el culo!” y que les juren por lo más sagrado que “no les vamos a dar ni un puto duro más.” La cosa está clara: los bomberos son un gasto, y la policía son ingresos y control. No hay duda de cuál es el objetivo del Gobierno de Esperanza Aguirre, para lograr el cual se sirve de personajillos de semejante catadura y caradura.

Lo que me gustaría saber es, si mañana se incendiara la casa o una catástrofe de cualquier tipo pusiera en riesgo la propia vida y la de su familia de este infamante señor o de su Presidenta, la señora Aguirre, cuando llegaran los bomberos que tan acerbamente denosta si también les mandaría ¡a tomar por el culo! La ciudadanía ya hemos comprobado una vez y otra la abnegación y la excelente profesionalidad de los bomberos, y cuentan con todas nuestras simpatías; y lamentablemente también hemos comprobado una vez y otra el deplorable jaez de algunos políticos. Francamente, no hay color: a los bomberos, es preciso atenderles sus demandas; a los políticos es preciso estar atentos para demandarles. Así está la cosa. El señor Granados, al paro: su Presidenta, por silencio culpable y por inacción dolosa, también.

Ni un puto duro para los bomberos

Ángel Ruiz Cediel
Ángel Ruiz Cediel
miércoles, 10 de febrero de 2010, 07:33 h (CET)
No me creía que Francisco Granados, Consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, hubiera dicho lo que me comentaron, y, antes de tirarme de los pelos o que la indignación me cegara, quise tener la grabación en mi poder; pero por fin me ha llegado y la cosa no puede ser más desoladora: en la presentación del Dispositivo de Emergencias que la Comunidad de Madrid había preparado, al ser interrogado por los periodistas que cubrían el acto acerca de las demandas laborales de los Bomberos de Madrid que en ese momento estaban en huelga, dijo textualmente que “A los bomberos no les vamos a dar ni un puto duro más”, y lo remató, a título de corolario, con un chulesco y barriobajero “Que les den por culo a los bomberos”, aparte de dudosas coletillas de soez y mezquino ingenio.

Más allá de que se pueda o no estar de acuerdo con las demandas laborales de los bomberos, los cuales pretenden garantizar que sus labores sean a todos los efectos un Servicio Público, no parece que este lenguaje y esta manera de expresarse de un responsable político no es que sea impropia de quien ostenta semejante cargo, ni siquiera que pueda ser considerado un inocente exceso verbal, sino que es a todas luces un proceder absolutamente indigno, merecedor de que su titular sea posicionado a la cola de la cola de quienes están en el desempleo. No; Francisco Granados, a tenor de lo dicho, no es digno de su Cargo, no es digno de ser Consejero, no es digno de tratar con quienes cada día ponen su vida en juego en beneficio de la sociedad y no es digno de que en un Estado democrático individuos de semejantes jaez puedan estar al frente de otra cosa que de un tugurio en el extrarradio del lumpen.

Esperanza Aguirre, tan excesivamente propensa a cortar las cabezas de quienes pasan ciertos límites de su imperio personal, curiosamente da sobre este asunto la callada por respuesta, haciéndose tácitamente cómplice de este insulto tan inaceptable como imprescindiblemente sancionable. Si por mucho menos puso de patitas en la calle a periodistas o disentidores que habían trasgredido su purismo idolátrico, ¿por qué en este caso cosiente que denigre, ofenda e insulte a un colectivo tan heroico?... ¿Qué tiene Francisco Granados contra ella?... ("Oye..., ¿qué tenemos contra ése?"..., ¿recuerdan?). Su silencio y su inacción, después del tiempo transcurrido sin que este personaje sea ejemplarmente sancionado, no puede ser entendido sino como un apoyo culpable y un respaldo explícito al indigno proceder de su Consejero. No basta ya con una disculpa, ni siquiera con una excusa, sino que es imprescindible una dimisión fuminante y una pérdida total de los derechos que pudiera haber logrado este individuo por vivir camuflado como político un montón de años, cuando a todas luces se ha servido de su cargo para instaurar una dictadura pseudo chavista de hago lo que me da la gana, o, dicho en sus propias palabras en plan he aquí mis nueve, “¡qué cojones!”

Desde ésta y otras columnas he venido sosteniendo día tras día que el problema político de España son precisamente la escasa formación y la egomanía sus políticos, seres incapaces, incompetentes y de extraordinaria arrogancia que han confundido el servicio a la comunidad y a la ciudadanía con servirse de la sociedad y la ciudadanía. Lo más cerca que estos individuos debieran estar de un cargo político de cualquier clase sería en las antípodas del mismo, y situaciones como ésta sólo develan que es preciso implantar rigurosos controles psiquiátricos a los postulantes a políticos, además de tener que ajustarse éstos a un perfil mínimo de formación profesional y calidad humana antes de que pudieran colarse en la Administración y tener alguna clase de poder sobre profesionales intachables como los bomberos o simplemente sobre los más que hartos ciudadanos. Si para ser bombero hay que tener una formación impresionante y superar unas pruebas casi imposibles, ¿por qué para ser político y estar sobre ellos basta con ser amigo, tronco, colegui, lamedor profesional o simplemente miembro del partido, sin tener que demostrar siquiera que se tiene un mínimo de estabilidad emocional o una educación de campaña?... No es extraño, pues, que tengamos los políticos que tenemos, y que nos vaya como nos va.

Los bomberos son un Servicio Público formado por excelentes profesionales que se juegan por nosotros la vida en cada salida que hacen de los parques, a cambio de un sueldo que en absoluto cubre sus riesgos. Quieren seguir siendo un Servicio Público, y desean que otros profesionales cubran los puestos que son imprescindibles para que las plantillas sean capaces de enfrentar los riesgos que encaran, en vez de tener que estar haciendo guardias y más guardias para cubrir mínimamente las carencias de personal, porque desde hace años no se convocan nuevas plazas. Cosa que no sucede con las distintas Policías, por ejemplo, porque éstas son recaudadoras y con las multas que ponen en un día se pagan el sueldo de un mes; por eso no paran de salir nuevas plazas para los Cuerpos multantes y represivos, entretanto Servicios Públicos esenciales, como los Bomberos, sólo merecen de parte de sus responsables un destemplado “¡que les den por el culo!” y que les juren por lo más sagrado que “no les vamos a dar ni un puto duro más.” La cosa está clara: los bomberos son un gasto, y la policía son ingresos y control. No hay duda de cuál es el objetivo del Gobierno de Esperanza Aguirre, para lograr el cual se sirve de personajillos de semejante catadura y caradura.

Lo que me gustaría saber es, si mañana se incendiara la casa o una catástrofe de cualquier tipo pusiera en riesgo la propia vida y la de su familia de este infamante señor o de su Presidenta, la señora Aguirre, cuando llegaran los bomberos que tan acerbamente denosta si también les mandaría ¡a tomar por el culo! La ciudadanía ya hemos comprobado una vez y otra la abnegación y la excelente profesionalidad de los bomberos, y cuentan con todas nuestras simpatías; y lamentablemente también hemos comprobado una vez y otra el deplorable jaez de algunos políticos. Francamente, no hay color: a los bomberos, es preciso atenderles sus demandas; a los políticos es preciso estar atentos para demandarles. Así está la cosa. El señor Granados, al paro: su Presidenta, por silencio culpable y por inacción dolosa, también.

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