Es curioso observar que con el tiempo los diferentes estudios en neurociencias comienzan a describir los efectos que generan las vivencias de emociones positivas en cada uno de nosotros y nosotras. Algunos estudios comienzan a mostrarnos cómo reaccionan las neuronas cuando experimentamos emociones como la alegría, la gratitud o la esperanza, nos describen como estas generan una huella más intensa, quedando registradas de una manera más intensa, según afirma Rick Hanson es el autor del libro Hardwiring Happiness: The new brain science of contentment, calm and confidence.
Por otra parte nuestro cerebro más primitivo lucha por garantizar nuestra supervivencia, esto hace que tengamos una tendencia a vivir desde el miedo, lo que nos lleva a quedarnos enganchados en esas experiencias que no nos aportan tanto y que experimentamos como negativas; lo que hace que nuestras vivencias personales positivas se vean devaluadas, con lo que no las experimentamos el tiempo suficiente como para que formen parte significativa de nuestra vida, es decir dejen huella en nuestra memoria emocional.
En la misma línea sabemos que reaccionamos de manera más intensa ante las malas noticias, tenemos una tendencia a quedarnos anclados en ellas, sin embargo las buenas noticias pasan sin pena ni gloria, las dejamos pasar más rápidamente. Esa deformación que hace que nuestro cerebro responda mejor ante las amenazas, nos protege y debemos de aprender para que reenfoquemos nuestro cerebro hacia las buenas vivencias, puesto que como vimos las situaciones positivas potencian la creación de nuevas estructuras y nos ayuda a construirnos como personas.
Por ello es muy importante que aprendamos a reenfocar y así disfrutemos del presente, pero además debemos de generar una tendencia a centrar nuestra atención en los recuerdos positivos de nuestra vida. Ello implica que ademas de conseguir dirigir nuestra atención hacia las cosas buenas que nos suceden, además debemos de aprender a tener presentes en nuestra vida los momentos en los que experimentamos experiencias positivas, es decir potenciando los recuerdos emocionales positivos duraderos.
Sin duda cada día experimentas situaciones positivas, unas más sutiles, otras no tan importantes como para tomarlas en consideración, según tu criterio. Debemos de aprender a apreciarlos, liberarte y darte la oportunidad de sentir la alegría, dejando que la intensidad sea así apreciada en nuestro cerebro.
Existe un ejercicio importante para apreciar las experiencias cotidianas positivas, es lo que ha denominado Seligman: el Diario de las Bendiciones, o las tres cosas buenas que te suceden en tu día. Es una herramienta importante para que tu atención aprenda a centrarte en lo positivo, en eso que has vivido y entiendes que ha sido positivo. Debes registrar tres cosas a diario y explicar por qué han sido importantes para tí.
Cada día debes de dejarte asombrar por la vida, permitiendo experimentar las experiencias positivas, como si de Peter Pan se tratase disfruta cual niño de cada una de ellas. Sin duda aprenderás a valorar todo lo bueno que sucede en tu vida, lo que te ayudará a transformarla.