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Jorge Dargel

Una Copa que agranda las penas

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Tras ver, de nuevo, lo ocurrido en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey, la primera reflexión que me viene a la cabeza es la siguiente: este formato de competición es infumable, tanto para los clubes y sus seguidores, como para los aficionados a este deporte. Pero los dirigentes de nuestro fútbol se empeñan obstinadamente en mantener un sistema para este torneo que favorece generalmente al poderoso y aburre al pueblo.

¿Por qué no copiamos a los que se dice que inventaron el fútbol como hoy en día lo conocemos? Los ingleses, sabios ellos, juegan la FA Cup, la competición más antigua que se conoce, a un único partido en el campo elegido por sorteo. En el caso de empate, habrá que jugar un desempate en la cancha del que equipo que jugó la ida fuera, así, hasta llegar a la final. Además, a la copa inglesa se le da una relevancia acorde a la tradición que atesora, disputándose los encuentros en fin de semana con horarios razonables y con los participantes afrontando estos choques con sus mejores jugadores.

El Leeds, un histórico que juega en la Tercera División inglesa, ha sido noticia estos días porque eliminó a todo un Manchester United en Old Trafford. Si existiese el formato de ida y vuelta, el mencionado Leeds lo tendría mucho más complicado al tener que afrontar un segundo partido ante el United, actualmente el mejor conjunto británico. La FA Cup es propicia para que cualquier club de Inglaterra pueda soñar con hacer algo grande e intentar llegar lo más lejos.

Mientras, en España sucede todo lo contrario con la Copa del Rey. Es verdad que tiene algo especial este torneo, llamado con razón del ‘KO’, pero cada edición pierde más interés y emoción por todos los lados. Los únicos que mantienen la ilusión en este título son los clubes de categorías inferiores. Los equipos potentes de Primera afrontan la Copa como una competición menor, que en el caso de ganarla, les maquille su imagen si no han logrado otro trofeo en la temporada. Luego están los conjuntos de clase media y modesta, que su principal objetivo es pelear por un puesto europeo o salvarse del descenso, con lo que involucrarse en otra contienda podría perjudicarles para logar su fin primordial. Así, nos encontramos luego, que los equipos de Primera encaren la Copa con un interés mínimo y con alineaciones de suplentes o de jugadores del filial.

De este modo, los culpables de esta triste situación están claros: los dirigentes y los clubes poderosos del fútbol español. Estos están desprestigiando una competición que se ha distinguido por carácter caótico y emocionante, a pesar de que su formato que no ayuda nada. Las consecuencias son evidentes: estadios normalmente con una paupérrima entrada en casi todos los choques de ida de los octavos, con la excepción del Alcorcón-Racing y del Rayo-Mallorca. Es que ni siquiera se llenaron los campos del Celta, del Recreativo o del Hércules, que se veían las caras contra conjuntos de Primera. A pesar de ello, las sorpresas hicieron aparición con las victorias del Recreativo ante el Atlético, del Hércules frente al Osasuna y del Rayo contra el Mallorca.

No ver que algo falla es de porfiado, pero si encima del formato, se ponen unas fechas y unos horarios ilógicos, pues acabáramos. En verano es razonable poner los partidos tarde, pero en pleno invierno con temperaturas gélidas, ¿a quién se le ocurre disputar un choque copero a las diez de la noche? Sí, es verdad que está el tema de las retransmisiones de las televisiones, pero sin faltar a nadie, ¿quién va a ver un Málaga-Getafe a las 10.00 h.? Dios salve a la FA Cup…

Una Copa que agranda las penas

Jorge Dargel
Jorge Dargel
sábado, 9 de enero de 2010, 02:15 h (CET)
Tras ver, de nuevo, lo ocurrido en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey, la primera reflexión que me viene a la cabeza es la siguiente: este formato de competición es infumable, tanto para los clubes y sus seguidores, como para los aficionados a este deporte. Pero los dirigentes de nuestro fútbol se empeñan obstinadamente en mantener un sistema para este torneo que favorece generalmente al poderoso y aburre al pueblo.

¿Por qué no copiamos a los que se dice que inventaron el fútbol como hoy en día lo conocemos? Los ingleses, sabios ellos, juegan la FA Cup, la competición más antigua que se conoce, a un único partido en el campo elegido por sorteo. En el caso de empate, habrá que jugar un desempate en la cancha del que equipo que jugó la ida fuera, así, hasta llegar a la final. Además, a la copa inglesa se le da una relevancia acorde a la tradición que atesora, disputándose los encuentros en fin de semana con horarios razonables y con los participantes afrontando estos choques con sus mejores jugadores.

El Leeds, un histórico que juega en la Tercera División inglesa, ha sido noticia estos días porque eliminó a todo un Manchester United en Old Trafford. Si existiese el formato de ida y vuelta, el mencionado Leeds lo tendría mucho más complicado al tener que afrontar un segundo partido ante el United, actualmente el mejor conjunto británico. La FA Cup es propicia para que cualquier club de Inglaterra pueda soñar con hacer algo grande e intentar llegar lo más lejos.

Mientras, en España sucede todo lo contrario con la Copa del Rey. Es verdad que tiene algo especial este torneo, llamado con razón del ‘KO’, pero cada edición pierde más interés y emoción por todos los lados. Los únicos que mantienen la ilusión en este título son los clubes de categorías inferiores. Los equipos potentes de Primera afrontan la Copa como una competición menor, que en el caso de ganarla, les maquille su imagen si no han logrado otro trofeo en la temporada. Luego están los conjuntos de clase media y modesta, que su principal objetivo es pelear por un puesto europeo o salvarse del descenso, con lo que involucrarse en otra contienda podría perjudicarles para logar su fin primordial. Así, nos encontramos luego, que los equipos de Primera encaren la Copa con un interés mínimo y con alineaciones de suplentes o de jugadores del filial.

De este modo, los culpables de esta triste situación están claros: los dirigentes y los clubes poderosos del fútbol español. Estos están desprestigiando una competición que se ha distinguido por carácter caótico y emocionante, a pesar de que su formato que no ayuda nada. Las consecuencias son evidentes: estadios normalmente con una paupérrima entrada en casi todos los choques de ida de los octavos, con la excepción del Alcorcón-Racing y del Rayo-Mallorca. Es que ni siquiera se llenaron los campos del Celta, del Recreativo o del Hércules, que se veían las caras contra conjuntos de Primera. A pesar de ello, las sorpresas hicieron aparición con las victorias del Recreativo ante el Atlético, del Hércules frente al Osasuna y del Rayo contra el Mallorca.

No ver que algo falla es de porfiado, pero si encima del formato, se ponen unas fechas y unos horarios ilógicos, pues acabáramos. En verano es razonable poner los partidos tarde, pero en pleno invierno con temperaturas gélidas, ¿a quién se le ocurre disputar un choque copero a las diez de la noche? Sí, es verdad que está el tema de las retransmisiones de las televisiones, pero sin faltar a nadie, ¿quién va a ver un Málaga-Getafe a las 10.00 h.? Dios salve a la FA Cup…

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