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Opinión
Etiquetas | Abejas | Antiespecismo | Veganismo | Explotación animal
Son insectos inteligentes con complejos sistemas de comunicación. Al ser animales con sistema nervioso, son capaces de sentir dolor. Pueden morir de miedo…

Protejamos a las abejas

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El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero.


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Gestos que desde luego demuestran más empatía que muchos adultos, pero realmente consumir productos como la miel o la cera de abeja condenan a estos animales y desde luego si lo supieran, jamás querrían contribuir a ello, pues en este sistema se oculta todo para evitar precisamente la empatía desde esas tempranas edades.


Finalmente leyendo en internet encontré que muchas veces cuando no se pueden levantar hay que ponerles azúcar para que se recuperen y como tenía un sobre del café con "leche" de soja que había tomado anteriormente en la cafetería, se lo puse y aunque no se pudo recuperar, es lo que se puede hacer en estas situaciones y lo que humildemente se hizo pensando que toda vida es valiosa.


Si te importan las abejas y te importa nuestro planeta, lo lógico sería consumir las alternativas vegetales a la miel como sirope de ágave, miel vegana u otras alternativas existentes que, además de ser deliciosas, evitan mucho mal.


INDUSTRIA DE LA EXPLOTACIÓN DE ABEJAS PARA LA MIEL


Esta vez os dejo la información publicada en la web "mi cabra vegana":


¿Tienes miel?


Aquí no tenemos nada de origen animal.


¡Pero si las abejas no sufren!


Se aleja, contrariada, como enfadada conmigo… Con mi estilo de vida, de no explotación, de ser sintiente alguno. Me pregunto cómo puede asegurar de esa manera que “no sufren”. ¿Conocerá de primera mano los mecanismos de extracción de la miel? ¿Será apicultora? No puede ser…


Si fuese apicultora o conociese algo del tema, sabría, al menos, que de tan solo manipular las colmenas mueren abejas. Y morir no es precisamente un ejemplo de no sufrimiento. Aunque la muerte sea repentina y ni te enteres… Digo. Donald Watson, en 1944, definió el término vegan como "la manera de vivir en que se excluyen todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal, e incluye una reverencia a la vida”.


No consumimos animales o derivados. Ni para alimentarnos ni para vestirnos. Para nada. ¿Ni pescado? Como si los peces fuesen parientes de las peras o las manzanas de las que hablaba la exalcaldesa del café con leche. Carne, pescado, huevos, aves, leche, miel o derivados, donde incluimos lana, cuero, pieles, plumas. Y nos da igual que el nórdico que más caliente sea el de plumón de oca. El plumón de las ocas es de las ocas. Así con todo. Hasta con la miel. (Por cierto, me encanta la miel, y no, no la echo de menos…).


La miel de las abejas


Las abejas son insectos inteligentes con complejos sistemas de comunicación. Al ser animales con sistema nervioso, son capaces de sentir dolor. Pueden morir de miedo… Y ahí nos paramos las personas veganas. No en la inteligencia, sino en la capacidad de sentir dolor.


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Las plantas, por el contrario, no sienten dolor. Reaccionan ante estímulos, por supuesto. El movimiento del sol, el amanecer y el anochecer… Pero no hay dolor porque no hay sistema nervioso (igualmente, la mayoría de plantas se destinan a la sádica ganadería). Por lo tanto, desde un punto de vista ético, las abejas sienten dolor e interés en no sentirlo.


Pasemos a la industria de la miel (la miel es el néctar recolectado tragado, regurgitado, le añaden enzimas, lo mastican, lo tragan, lo regurgitan… muchas veces). Como la industria de la leche o la textil o… Cada vez que se incluye la palabra “industria” estamos hablando de explotación, de esclavitud y muerte.


Veamos si no las terribles noticias de la industria textil y en qué condiciones personas, incluso niñas y niños, fabrican las camisetas que luego compramos por 3 euros de manera compulsiva. O las muertes causadas por el envenenamiento de ríos donde van a parar los tintes de nuestros modelos de verano, o por los vapores con que esos mismos tintes crean el vaquero que deseamos tener por la gracia de las campañas de publicidad.


Miel es explotación


La industria de la miel es explotación, esclavitud y muerte. Siempre recurro a Alice Walker y sus palabras: "Los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron creados para los seres humanos, como tampoco lo fueron los negros para los blancos o las mujeres para los hombres. La imagen bucólica de las pequeñas producciones de miel, esas familiares, constituyen un porcentaje irrisorio. La miel se produce en fábricas apicultoras. Ni en una ni en otra deja de ser explotación, esclavitud y muerte.


Las abejas reinas, en libertad, eligen a su sucesora y pueden vivir hasta cinco años. En cautividad, son personas quienes la escogen. Y las inseminan artificialmente.


Nunca llegan a los cinco años. Son desechadas cada uno o dos. Desechar, asesinar. Además de razones de disminución de la producción, a las reinas se las mata para controlar la colmena, se les corta las alas para que la colmena no enjambre. Para mantener el control y se produzca el máximo de miel. Las reinas son compradas y vendidas. Sí, también hay productores de abejas reina. Durante el transporte se las trata como un bulto más. Calor, frío, golpes, muerte… Son doblemente explotadas, por animales no humanos y por hembras.


Para evitar picaduras y controlar la colmena, se utiliza un ahumador. Las abejas no pueden reaccionar. Durante la manipulación de los paneles se aplastan abejas, o se les amputan patas u alas. No mueren, las matan. Y sufren. Las que pican para defender el panal, mueren.

Cuando combinan dos colonias, se mata a la abeja reina de la menos fuerte. ¿Es suficiente esclavitud, sufrimiento y muerte?


La esclavitud de las abejas


La web citada continúa explicando:


La miel que consumen las personas no es la miel que sobra a las abejas, es su alimento. Las abejas tampoco nos dan la miel, se la robamos. De la misma manera que no existen gallinas felices, no existen abejas felices ni miel de abejas libres.


Si fuesen libres, el producto de su trabajo sería suyo. Las abejas pueden viajar cientos de kilómetros y pararse en más de dos millones de flores para recolectar néctar que equivale a medio kilo de miel. Almacenan miel para el otoño, que le es robada. En su lugar, las alimentan con jarabe de azúcar o de maíz. Pero estos sucedáneos no igualan a la miel en nutrientes. Tienen muchas menos grasas, proteínas, vitaminas y minerales de las que necesitan para pasar el invierno. Si sale más rentable comprar nuevas que alimentarlas de manera correcta, ya sabemos cuál es la lógica capitalista y especista.


¿Qué término utilizamos cuando hablamos de expropiar la totalidad del fruto del trabajo de las personas? ¿Qué término utilizamos cuando hablamos de ese sistema que dispone a su antojo de la vida de personas? Esclavitud. Lo llamamos esclavitud.


Además de robar la vida y la miel a las abejas, también nos apropiamos de otros frutos de su trabajo: el polen, la jalea real (el alimento de la reina), la cera (resina que recogen para construir sus colmenas), el propóleo (mezcla de resina y enzimas, utilizado como pegamento y antiséptico). También de su veneno. Y cuando pican, mueren.


Podemos sustituir la miel por opciones éticas, sin sufrimiento: fructosa, azúcar de caña, panela, siropes de agave, de arroz, miel de caña…


Aunque pueda parecer para muchos un gesto insignificante, esa niña demostró tener humanidad y si supieran todo lo que hay detrás del ciclo de la explotación animal y lo sencillo que es el veganismo, no lo dudarían ni un momento la mayoría de niñas y niños, pues así ha pasado con los pocos que han sabido lo que pasa a millones de animales para productos innecesarios y que se pueden sustituir por deliciosas, sencillas y nutritivas alternativas vegetales.


¿Por qué se intenta evitar que sepan realidades y puedan aplicar correctamente y del todo esa empatía?


Más allá de que mi motivo es rechazar el especismo que discrimina por especie, si no hacemos cambios ya el planeta cada vez va a ir a peor y después nos vamos a arrepentir de no haber realizado los sencillos gestos que sí están a nuestro alcance (es muy fácil culpar solamente a los políticos y no hacer nada por nuestra parte).


LAS ABEJAS SE ENCUENTRAN AMENAZADAS


La mayoría de las prácticas de la industria apícola sobre las abejas pasan desapercibidas para la mayor parte de la sociedad. Todos sabemos que las abejas se encuentran amenazadas y que su existencia es necesaria para la vida del resto de las especies.


A muchas personas no les importan demasiado las abejas como individuos, si sufren o no, cómo son tratadas… Pero sí les importa mantenerlas por aquello que llaman «el bien común». Esta ha sido la principal justificación que ha utilizado la industria apícola en los últimos años para vender sus productos, omitiendo esas prácticas crueles.


La mayoría de la gente piensa que la industria apícola es necesaria para el mantenimiento de las abejas, pero no es así. Y no lo es porque si queremos conservar a una especie, lo peor que podemos hacer es provocarle sufrimiento y explotarla. A nadie se le ocurriría hacerlo con cualquier otra especie en peligro.


Sin embargo, el mercado de la miel ha crecido exponencialmente en los últimos años. Esta se vende como un producto salvador de la vida en el planeta, y no solo eso, sino que también se le atribuyen propiedades contra enfermedades o síntomas de estas, y se dice que es un producto natural. Y claro, cuando alguien escucha «natural», rápidamente piensa en «saludable«, aunque con la miel ha habido ya demasiados fraudes y mitos como para pensar que es saludable. Aún así, sigue habiendo quienes la consideran la alternativa sana al azúcar, algo más que desmentido por nutricionistas.


El antropocentrismo es la doctrina que, sitúa al ser humano como medida y centro de todas las cosas, y en el de la ética, defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así, la en naturaleza humana, sus condiciones y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación con otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que realmente deberían evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debería ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos.


Por eso mismo, esta mentalidad hace que a mucha gente no le importe lo que sufre una humilde abeja, pero si le importa que no desaparezcan porque esto sí que les afecta a ellos.


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Ni a nivel de la protección que merecen las abejas como seres que sufren ni por la urgencia climática que atravesamos, la industria de la miel se sostiene.


Por ello, ya sabes cómo funciona la industria de la miel y en consecuencia, puedes decidir evitarla, al igual que toda la anacrónica explotación animal que condena al infierno, hacinamiento y miseria a millones de animales cada segundo de sus violentadas "vidas".


El mundo no es injusto porque es una desgracia, el mundo es injusto porque mucha gente quiere que sea injusto.


¿De qué lado estás?

Protejamos a las abejas

Son insectos inteligentes con complejos sistemas de comunicación. Al ser animales con sistema nervioso, son capaces de sentir dolor. Pueden morir de miedo…
Diego Nevado Martínez
miércoles, 17 de abril de 2024, 10:10 h (CET)

El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero.


FB IMG 1713284364212


Gestos que desde luego demuestran más empatía que muchos adultos, pero realmente consumir productos como la miel o la cera de abeja condenan a estos animales y desde luego si lo supieran, jamás querrían contribuir a ello, pues en este sistema se oculta todo para evitar precisamente la empatía desde esas tempranas edades.


Finalmente leyendo en internet encontré que muchas veces cuando no se pueden levantar hay que ponerles azúcar para que se recuperen y como tenía un sobre del café con "leche" de soja que había tomado anteriormente en la cafetería, se lo puse y aunque no se pudo recuperar, es lo que se puede hacer en estas situaciones y lo que humildemente se hizo pensando que toda vida es valiosa.


Si te importan las abejas y te importa nuestro planeta, lo lógico sería consumir las alternativas vegetales a la miel como sirope de ágave, miel vegana u otras alternativas existentes que, además de ser deliciosas, evitan mucho mal.


INDUSTRIA DE LA EXPLOTACIÓN DE ABEJAS PARA LA MIEL


Esta vez os dejo la información publicada en la web "mi cabra vegana":


¿Tienes miel?


Aquí no tenemos nada de origen animal.


¡Pero si las abejas no sufren!


Se aleja, contrariada, como enfadada conmigo… Con mi estilo de vida, de no explotación, de ser sintiente alguno. Me pregunto cómo puede asegurar de esa manera que “no sufren”. ¿Conocerá de primera mano los mecanismos de extracción de la miel? ¿Será apicultora? No puede ser…


Si fuese apicultora o conociese algo del tema, sabría, al menos, que de tan solo manipular las colmenas mueren abejas. Y morir no es precisamente un ejemplo de no sufrimiento. Aunque la muerte sea repentina y ni te enteres… Digo. Donald Watson, en 1944, definió el término vegan como "la manera de vivir en que se excluyen todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal, e incluye una reverencia a la vida”.


No consumimos animales o derivados. Ni para alimentarnos ni para vestirnos. Para nada. ¿Ni pescado? Como si los peces fuesen parientes de las peras o las manzanas de las que hablaba la exalcaldesa del café con leche. Carne, pescado, huevos, aves, leche, miel o derivados, donde incluimos lana, cuero, pieles, plumas. Y nos da igual que el nórdico que más caliente sea el de plumón de oca. El plumón de las ocas es de las ocas. Así con todo. Hasta con la miel. (Por cierto, me encanta la miel, y no, no la echo de menos…).


La miel de las abejas


Las abejas son insectos inteligentes con complejos sistemas de comunicación. Al ser animales con sistema nervioso, son capaces de sentir dolor. Pueden morir de miedo… Y ahí nos paramos las personas veganas. No en la inteligencia, sino en la capacidad de sentir dolor.


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Las plantas, por el contrario, no sienten dolor. Reaccionan ante estímulos, por supuesto. El movimiento del sol, el amanecer y el anochecer… Pero no hay dolor porque no hay sistema nervioso (igualmente, la mayoría de plantas se destinan a la sádica ganadería). Por lo tanto, desde un punto de vista ético, las abejas sienten dolor e interés en no sentirlo.


Pasemos a la industria de la miel (la miel es el néctar recolectado tragado, regurgitado, le añaden enzimas, lo mastican, lo tragan, lo regurgitan… muchas veces). Como la industria de la leche o la textil o… Cada vez que se incluye la palabra “industria” estamos hablando de explotación, de esclavitud y muerte.


Veamos si no las terribles noticias de la industria textil y en qué condiciones personas, incluso niñas y niños, fabrican las camisetas que luego compramos por 3 euros de manera compulsiva. O las muertes causadas por el envenenamiento de ríos donde van a parar los tintes de nuestros modelos de verano, o por los vapores con que esos mismos tintes crean el vaquero que deseamos tener por la gracia de las campañas de publicidad.


Miel es explotación


La industria de la miel es explotación, esclavitud y muerte. Siempre recurro a Alice Walker y sus palabras: "Los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron creados para los seres humanos, como tampoco lo fueron los negros para los blancos o las mujeres para los hombres. La imagen bucólica de las pequeñas producciones de miel, esas familiares, constituyen un porcentaje irrisorio. La miel se produce en fábricas apicultoras. Ni en una ni en otra deja de ser explotación, esclavitud y muerte.


Las abejas reinas, en libertad, eligen a su sucesora y pueden vivir hasta cinco años. En cautividad, son personas quienes la escogen. Y las inseminan artificialmente.


Nunca llegan a los cinco años. Son desechadas cada uno o dos. Desechar, asesinar. Además de razones de disminución de la producción, a las reinas se las mata para controlar la colmena, se les corta las alas para que la colmena no enjambre. Para mantener el control y se produzca el máximo de miel. Las reinas son compradas y vendidas. Sí, también hay productores de abejas reina. Durante el transporte se las trata como un bulto más. Calor, frío, golpes, muerte… Son doblemente explotadas, por animales no humanos y por hembras.


Para evitar picaduras y controlar la colmena, se utiliza un ahumador. Las abejas no pueden reaccionar. Durante la manipulación de los paneles se aplastan abejas, o se les amputan patas u alas. No mueren, las matan. Y sufren. Las que pican para defender el panal, mueren.

Cuando combinan dos colonias, se mata a la abeja reina de la menos fuerte. ¿Es suficiente esclavitud, sufrimiento y muerte?


La esclavitud de las abejas


La web citada continúa explicando:


La miel que consumen las personas no es la miel que sobra a las abejas, es su alimento. Las abejas tampoco nos dan la miel, se la robamos. De la misma manera que no existen gallinas felices, no existen abejas felices ni miel de abejas libres.


Si fuesen libres, el producto de su trabajo sería suyo. Las abejas pueden viajar cientos de kilómetros y pararse en más de dos millones de flores para recolectar néctar que equivale a medio kilo de miel. Almacenan miel para el otoño, que le es robada. En su lugar, las alimentan con jarabe de azúcar o de maíz. Pero estos sucedáneos no igualan a la miel en nutrientes. Tienen muchas menos grasas, proteínas, vitaminas y minerales de las que necesitan para pasar el invierno. Si sale más rentable comprar nuevas que alimentarlas de manera correcta, ya sabemos cuál es la lógica capitalista y especista.


¿Qué término utilizamos cuando hablamos de expropiar la totalidad del fruto del trabajo de las personas? ¿Qué término utilizamos cuando hablamos de ese sistema que dispone a su antojo de la vida de personas? Esclavitud. Lo llamamos esclavitud.


Además de robar la vida y la miel a las abejas, también nos apropiamos de otros frutos de su trabajo: el polen, la jalea real (el alimento de la reina), la cera (resina que recogen para construir sus colmenas), el propóleo (mezcla de resina y enzimas, utilizado como pegamento y antiséptico). También de su veneno. Y cuando pican, mueren.


Podemos sustituir la miel por opciones éticas, sin sufrimiento: fructosa, azúcar de caña, panela, siropes de agave, de arroz, miel de caña…


Aunque pueda parecer para muchos un gesto insignificante, esa niña demostró tener humanidad y si supieran todo lo que hay detrás del ciclo de la explotación animal y lo sencillo que es el veganismo, no lo dudarían ni un momento la mayoría de niñas y niños, pues así ha pasado con los pocos que han sabido lo que pasa a millones de animales para productos innecesarios y que se pueden sustituir por deliciosas, sencillas y nutritivas alternativas vegetales.


¿Por qué se intenta evitar que sepan realidades y puedan aplicar correctamente y del todo esa empatía?


Más allá de que mi motivo es rechazar el especismo que discrimina por especie, si no hacemos cambios ya el planeta cada vez va a ir a peor y después nos vamos a arrepentir de no haber realizado los sencillos gestos que sí están a nuestro alcance (es muy fácil culpar solamente a los políticos y no hacer nada por nuestra parte).


LAS ABEJAS SE ENCUENTRAN AMENAZADAS


La mayoría de las prácticas de la industria apícola sobre las abejas pasan desapercibidas para la mayor parte de la sociedad. Todos sabemos que las abejas se encuentran amenazadas y que su existencia es necesaria para la vida del resto de las especies.


A muchas personas no les importan demasiado las abejas como individuos, si sufren o no, cómo son tratadas… Pero sí les importa mantenerlas por aquello que llaman «el bien común». Esta ha sido la principal justificación que ha utilizado la industria apícola en los últimos años para vender sus productos, omitiendo esas prácticas crueles.


La mayoría de la gente piensa que la industria apícola es necesaria para el mantenimiento de las abejas, pero no es así. Y no lo es porque si queremos conservar a una especie, lo peor que podemos hacer es provocarle sufrimiento y explotarla. A nadie se le ocurriría hacerlo con cualquier otra especie en peligro.


Sin embargo, el mercado de la miel ha crecido exponencialmente en los últimos años. Esta se vende como un producto salvador de la vida en el planeta, y no solo eso, sino que también se le atribuyen propiedades contra enfermedades o síntomas de estas, y se dice que es un producto natural. Y claro, cuando alguien escucha «natural», rápidamente piensa en «saludable«, aunque con la miel ha habido ya demasiados fraudes y mitos como para pensar que es saludable. Aún así, sigue habiendo quienes la consideran la alternativa sana al azúcar, algo más que desmentido por nutricionistas.


El antropocentrismo es la doctrina que, sitúa al ser humano como medida y centro de todas las cosas, y en el de la ética, defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así, la en naturaleza humana, sus condiciones y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación con otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que realmente deberían evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debería ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos.


Por eso mismo, esta mentalidad hace que a mucha gente no le importe lo que sufre una humilde abeja, pero si le importa que no desaparezcan porque esto sí que les afecta a ellos.


FB IMG 1712942424418


Ni a nivel de la protección que merecen las abejas como seres que sufren ni por la urgencia climática que atravesamos, la industria de la miel se sostiene.


Por ello, ya sabes cómo funciona la industria de la miel y en consecuencia, puedes decidir evitarla, al igual que toda la anacrónica explotación animal que condena al infierno, hacinamiento y miseria a millones de animales cada segundo de sus violentadas "vidas".


El mundo no es injusto porque es una desgracia, el mundo es injusto porque mucha gente quiere que sea injusto.


¿De qué lado estás?

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