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La Información es poder, pero solo si somos capaces de asimilarla y tratarla correctamente y aplicarla a acciones

Big Data: El hombre versus La Tecnología

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Cuantas veces he escuchado la frase “la información es poder”. Si esto fuese así, hoy seriamos las criaturas más poderosas sobre la faz de la tierra. Quizás no estemos lejos de este pensamiento, pero lo que si es cierto es que cada día disponemos de más volúmenes de datos, de más información, especialmente generada en el entorno digital en el que vivimos. Internet, foros, blogs, redes sociales, wasaps, transacciones e-commerce, transacciones tradicionales generan datos y más datos de los consumidores o clientes. Desde 2010 hasta 2013 el volumen de información digital generado ha sido el mismo que desde el comienzo de la civilización hasta 2010. Cada año generamos más y más datos y esta tendencia va a seguir creciendo de manera exponencial los próximos años.

Con la revolución de la información, las empresas necesitan disponer de recursos y herramientas que les faciliten su labor diaria de crear mejores productos, adaptar las ofertas a las nuevas demandas y vivir en lo que ahora se denomina “streaming”, es decir, el aquí y ahora, el en vivo y en directo. Para ello, se hace necesario de disponer de herramientas que nos ayuden a tal fin, es por ello, que surge el Big Data o análisis de grandes y diferentes volúmenes de información.

Al final, se trata de poder manejar nuestro negocio tal y como cada cual quiera o pueda pero teniendo en cuenta que ahora hay más información, que el consumidor deja más rastros y sendas de su comportamiento que en cualquier otra época en el pasado. Conocer dichos comportamientos, analizar hábitos y sobre todo ser capaz de anticiparse al futuro se han convertido en las metas de lo que el Big Data pretende resolver.

Hoy en día, disponemos de innumerables aplicaciones Big Data. Un montón de satélites analizando datos en tiempo real del tiempo permiten predecir temporales, huracanes o cualquier otro fenómeno climatológico y anticiparnos a que ocurra tomando las medidas de seguridad pertinentes. En la city de Londres la policía y Scotland Yard disponen de un mapa en el cual cada hora se actualiza la información de zonas calientes de robos y agresiones.

Quien no ha hecho uso alguna vez de un dispositivo GPS que nos indica del tráfico en tiempo real. Quien no ha recibido en su Smartphone una oferta de una empresa diciendo que doblemos la esquina y que en el establecimiento que tiene la compañía en dicha calle entremos y pidamos una oferta. Son cosas que están a la orden del dia y con las que convivimos con total normalidad. La información es poder pero solo si podemos aprovecharnos de dicho poder mediante acciones comerciales que nos reporten algún beneficio.

Hasta aquí, he mostrado la cara del Big Data, ese conjunto de herramientas o protocolos que ayudan a las empresas a la toma de decisiones. Sin embargo, Big Data también tiene una cruz, un lado oscuro. A día de hoy hacer Big Data de verdad implica costes relativamente altos y que no pueden ser asumidos por la mayoría de las empresas, salvo que pertenezcan al IBEX-35 o similares. Es necesario disponer de grandes conocimientos de tecnología, de Java, de análisis de datos, de redes sociales si queremos hacerlo bien, aunque existan herramientas gratuitas el esfuerzo por entenderlas y aprender a manejarlas es complejo y lleva tiempo. Pero independientemente de que eso se vaya a solventar, nos encontramos siempre con el mismo muro; nosotros mismos.

Es decir, puedo disponer de un Ferrari aparcado en la puerta de mi casa, pero sino se manejarlo, sino se a dónde quiero dirigirme de nada me sirve disponer de lo mejor de lo mejor. Con Big Data ocurre lo mismo, puede ser algo novedoso, algo de lo que todo el mundo habla y que quiere adoptar, pero si no tenemos claro como empresa hacia donde queremos dirigirnos, que queremos hacer con los clientes, no tiene mucho sentido invertir en tecnología y herramientas Big Data por el simple hecho que ahora sea una moda y todo el mundo hable de ello. Soy partidario de hacer las cosas bien, y eso no significa que haya que abrazar por norma o por moda todo lo que aparentemente tiene un brillo especial en mitad de la sed del desierto. Por desgracia y digo por desgracia vivimos excesivamente dependientes de la tecnología y eso puede provocar una ceguera de concentrar nuestros esfuerzos en máquinas, servidores, bases de datos etc., en vez de centrarnos en lo importante: el cliente. Como todo en esta vida, hay que tomarlo con medida, cordura y sensatez. Primero tengamos claro que queremos hacer y hacia donde pretendemos dirigirnos y luego veremos que tecnología es necesaria para afrontar nuestros retos. Como decía al principio, la información es poder siempre y cuando no nos sepulte en una parálisis por el análisis, no nos sepulte en un montón de datos sin saber que hacer con ellos. Pueden ocurrir muchas cosas, pero si no somos hábiles ni agiles mentalmente, no podremos aplicar medidas a los problemas y retos. Necesitamos de una racionalización de nuestra realidad aislándonos precisamente de aquello que nos desborda para ver la luz al final del camino y no solo montañas de datos discerniendo entre si es útil o no provocándonos una pérdida de foco sobre lo verdaderamente importante en nuestro negocio.

Cada día el hombre está más robotizado y las maquinas más humanizadas. Es paradójico que se vayan invirtiendo los roles en la sociedad. Espero que el hombre como tal no pierda los papeles ni otorgue un poder exclusivo a las máquinas y a la tecnología porque eso puede significar el principio del fin de la esencia humana. Mejorar si, pero con control y con sentido vital.

Big Data: El hombre versus La Tecnología

La Información es poder, pero solo si somos capaces de asimilarla y tratarla correctamente y aplicarla a acciones
Miguel Ángel González Cernuda
martes, 19 de julio de 2016, 08:15 h (CET)
Cuantas veces he escuchado la frase “la información es poder”. Si esto fuese así, hoy seriamos las criaturas más poderosas sobre la faz de la tierra. Quizás no estemos lejos de este pensamiento, pero lo que si es cierto es que cada día disponemos de más volúmenes de datos, de más información, especialmente generada en el entorno digital en el que vivimos. Internet, foros, blogs, redes sociales, wasaps, transacciones e-commerce, transacciones tradicionales generan datos y más datos de los consumidores o clientes. Desde 2010 hasta 2013 el volumen de información digital generado ha sido el mismo que desde el comienzo de la civilización hasta 2010. Cada año generamos más y más datos y esta tendencia va a seguir creciendo de manera exponencial los próximos años.

Con la revolución de la información, las empresas necesitan disponer de recursos y herramientas que les faciliten su labor diaria de crear mejores productos, adaptar las ofertas a las nuevas demandas y vivir en lo que ahora se denomina “streaming”, es decir, el aquí y ahora, el en vivo y en directo. Para ello, se hace necesario de disponer de herramientas que nos ayuden a tal fin, es por ello, que surge el Big Data o análisis de grandes y diferentes volúmenes de información.

Al final, se trata de poder manejar nuestro negocio tal y como cada cual quiera o pueda pero teniendo en cuenta que ahora hay más información, que el consumidor deja más rastros y sendas de su comportamiento que en cualquier otra época en el pasado. Conocer dichos comportamientos, analizar hábitos y sobre todo ser capaz de anticiparse al futuro se han convertido en las metas de lo que el Big Data pretende resolver.

Hoy en día, disponemos de innumerables aplicaciones Big Data. Un montón de satélites analizando datos en tiempo real del tiempo permiten predecir temporales, huracanes o cualquier otro fenómeno climatológico y anticiparnos a que ocurra tomando las medidas de seguridad pertinentes. En la city de Londres la policía y Scotland Yard disponen de un mapa en el cual cada hora se actualiza la información de zonas calientes de robos y agresiones.

Quien no ha hecho uso alguna vez de un dispositivo GPS que nos indica del tráfico en tiempo real. Quien no ha recibido en su Smartphone una oferta de una empresa diciendo que doblemos la esquina y que en el establecimiento que tiene la compañía en dicha calle entremos y pidamos una oferta. Son cosas que están a la orden del dia y con las que convivimos con total normalidad. La información es poder pero solo si podemos aprovecharnos de dicho poder mediante acciones comerciales que nos reporten algún beneficio.

Hasta aquí, he mostrado la cara del Big Data, ese conjunto de herramientas o protocolos que ayudan a las empresas a la toma de decisiones. Sin embargo, Big Data también tiene una cruz, un lado oscuro. A día de hoy hacer Big Data de verdad implica costes relativamente altos y que no pueden ser asumidos por la mayoría de las empresas, salvo que pertenezcan al IBEX-35 o similares. Es necesario disponer de grandes conocimientos de tecnología, de Java, de análisis de datos, de redes sociales si queremos hacerlo bien, aunque existan herramientas gratuitas el esfuerzo por entenderlas y aprender a manejarlas es complejo y lleva tiempo. Pero independientemente de que eso se vaya a solventar, nos encontramos siempre con el mismo muro; nosotros mismos.

Es decir, puedo disponer de un Ferrari aparcado en la puerta de mi casa, pero sino se manejarlo, sino se a dónde quiero dirigirme de nada me sirve disponer de lo mejor de lo mejor. Con Big Data ocurre lo mismo, puede ser algo novedoso, algo de lo que todo el mundo habla y que quiere adoptar, pero si no tenemos claro como empresa hacia donde queremos dirigirnos, que queremos hacer con los clientes, no tiene mucho sentido invertir en tecnología y herramientas Big Data por el simple hecho que ahora sea una moda y todo el mundo hable de ello. Soy partidario de hacer las cosas bien, y eso no significa que haya que abrazar por norma o por moda todo lo que aparentemente tiene un brillo especial en mitad de la sed del desierto. Por desgracia y digo por desgracia vivimos excesivamente dependientes de la tecnología y eso puede provocar una ceguera de concentrar nuestros esfuerzos en máquinas, servidores, bases de datos etc., en vez de centrarnos en lo importante: el cliente. Como todo en esta vida, hay que tomarlo con medida, cordura y sensatez. Primero tengamos claro que queremos hacer y hacia donde pretendemos dirigirnos y luego veremos que tecnología es necesaria para afrontar nuestros retos. Como decía al principio, la información es poder siempre y cuando no nos sepulte en una parálisis por el análisis, no nos sepulte en un montón de datos sin saber que hacer con ellos. Pueden ocurrir muchas cosas, pero si no somos hábiles ni agiles mentalmente, no podremos aplicar medidas a los problemas y retos. Necesitamos de una racionalización de nuestra realidad aislándonos precisamente de aquello que nos desborda para ver la luz al final del camino y no solo montañas de datos discerniendo entre si es útil o no provocándonos una pérdida de foco sobre lo verdaderamente importante en nuestro negocio.

Cada día el hombre está más robotizado y las maquinas más humanizadas. Es paradójico que se vayan invirtiendo los roles en la sociedad. Espero que el hombre como tal no pierda los papeles ni otorgue un poder exclusivo a las máquinas y a la tecnología porque eso puede significar el principio del fin de la esencia humana. Mejorar si, pero con control y con sentido vital.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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