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También sin CR7
Cuando Cristiano Ronaldo volvía a tirarse al césped en el minuto 23 lo esperado parecía todavía más evidente. La lesión del líder deportivo y espiritual portugués, tras un choque rodilla contra rodilla con Payet, era un mazazo terrible para los hoy locales. Las lágrimas del de Madeira recordaron de inmediato a la decepción vivida en la última final en Lisboa y pusieron el momento emotivo de la noche. Más afín o menos al goleador luso, nadie que ame el fútbol disfrutó con esa retirada forzosa.De Gignac a Éder en quince minutos
Los minutos se agotaban sin peaje alguno, y ya en la segunda Deschamps movió ficha. La salida de Coman oxigenó el ataque galo y fue una pesadilla para la zaga portuguesa. En combinación con Griezmann (de nuevo oportunidad clarísima de cabeza, no fue la noche del atlético) o Giroud (remate desde dentro del área), el parisino reactivó a sus compañeros, pero siempre en jugadas aisladas que no ahogaban la pizarra rival. Incluso Nani pudo sorprender a Lloris en el ochenta con un centro envenenado que por poco no adelantó el desenlace.
No han sido el mejor equipo. Ni de lejos. No tienen los mejores jugadores. Y su estrategia es tan simple como frustrante para el espectador. Solo han ganado un partido en los noventa minutos y fueron terceros en uno de los grupos más débiles. Pero son campeones. Campeones con letras de oro y su alegría es la de los sueños imposibles que este deporte es tan dado a conceder. Seguramente nadie recuerde esta Eurocopa como un hito del balompié. Pero nadie olvidará a Islandia, a Gales o a esta Portugal, que defenderá con el mismo orgullo que ha mostrado en suelo galo el honor europeo (junto a Alemania) en la próxima Confederaciones en Rusia. Parabéns irmãos. Que la alegría sea tan sonora y persistente como las decenas y decenas de cláxones que se escucharon por las calles de París para celebrar un triunfo histórico. Como dirían los irreductibles de la Galia, ¡están locos estos portugueses!
La gabarra "Athletic" está feliz, puesto que por fin verá finalizada su inactividad de tanto tiempo. Todo ello porque los bilbaínos pusieron fin a su maldición de cuarenta años sin ser campeones de la Copa del Rey, con seis finales perdidas, cinco en los últimos 15 años. El equipo de Valverde debió esperar a la tanda de penaltis para vencer a un combativo Mallorca y alcanzar la gloria, pero esta Copa, "su" Copa más deseada, por fin podrá lucirla ante su gente por la ría de Bilbao.
Una Copa para el Madrid, la 20ª de su historia; una Copa para Rodrygo Goes, MVP y autor de los dos goles que vuelven a dar el título copero a los blancos, nueve años después de aquel recordado triunfo en Mestalla frente al Barça. Y, a la vez, un subcampeonato, el segundo de su historia, con honores de campeón para Osasuna.
El Real Betis Balompié es el campeón de la Copa del Rey. El equipo verdiblanco, en su ciudad, delante de su gente que lo sigue sin rechistar, ha salido victorioso por tercera vez después de una nueva final épica, como todas las que disputa, y en la que un rival tan sumamente digno como el Valencia y que ha merecido la Copa tanto como él solo ha claudicado en la cruel tanda de penaltis.
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