Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Libros
Etiquetas | Bitácora de futuro | relato breve | relato corto | Narrativa | Relato
Relato corto

Esa fue su paga

|

No era preciso estar loco (a) para salir bajo un inclemente aguacero a altas horas de la noche. Era como estar a la orilla del mar, que a fuerza van y vienen las olas, llevando y trayendo. Jamás, con tan espléndida fantasía de pronto en el ambiente invade un inmenso misterio al extremo de desear salir bajo ese aguacero que se desprendía desde los cielos.


La mente de Raúl le acompañaba el hermoso sonido que se producía  por la lluvia y se decía  para sus adentros: por mí me quedo a dormir, pero tengo un serio compromiso con Sofía mi mujer que, hoy a las seis y treinta minutos de la mañana nacerá en el hospital de la plácida ciudad nuestro hijo (a) tengo que estar ahí, pero la lluvia no pasa y ya son las cinco y treinta minutos de la mañana. Estoy muy preocupado. Raúl inclinó  su cabeza decepcionado y pensando a su vez, que, en los tiempos idos y, ¡al fin! ¡al fin! murmuró.


Era que la lluvia había cesado, eran las seis y diez minutos de la mañana. Salió  apresurado de su casa, pero al llegar a la acera comprendió que no podía trasladarse porque estaba inundada la calle de agua y de todo tipo de basura que arrastraba la lluvia. Tuvo que esperar, pero receloso y observando la realidad entendió porque no podía ir al hospital, pero tuvo suerte, pasó un taxi, le hizo parada, por favor lléveme al hospital,  el taxista iba para el mercado a dejar a su esposa.


-Ven móntese lo llevaré,  lo veo preocupado-le expresó  el taxista-.Raúl abordó  el vehículo y más rápido que el tiempo llegó  al hospital, todavía alcanzó  ver a Sofíaque, la llevaban a labor y parto, ella lo vio y le saludó, él  igual, pero no se había percatado que la mamá de Sofía, su suegra mal encarada estaba viendo el espectáculo. Eso no le interesó. Pero amablemente la saludó con terneza.


Raúl estuvo todo el tiempo pendiente en el hospital, allí  estaba también la madre de Sofía, con cara de pocos amigos, por no dejar le pasaba la palabra. Raúl como buen pobre cargaba una maleta pequeña con cosas para el recién nacido.


Como a las dos horas de haber iniciado la operación, salió del quirófano una enfermera, se dirigió donde estaba la mamá de Sofía y Raúl y les dijo: Gracias a Dios todo salió  bien, es un varón.


-Gracias-respondió Raúl-. La madre de Sofía ni siquiera volteó a ver a la enfermera y mucho menos dar las gracias por la noticia. Raúl  se levantó del asiento y fue rápido a ver a Sofía. Ella estaba despierta. Se sorprendió  al ver a su amado Raúl.


-Hola Raúl-le expresó Sofía-.


Hola Sofía-respondió Raúl-. Y le dio un beso en la mejía. En voz baja le dijo Sofía,  espérate, mi mamá viene entrando. Pero a Raül no le interesó.


-Después regresaré-exteriorizó  Raúl-.


-Está bien-respondió Sofía-.  Se quedó con su mamá al cuidado toda la tarde.


Al día siguiente, a las seis de la mañana Raúl  recibió  una llamada telefónica del hospital, le comunicaban que podía llegar a traer a su hijo y a su mujer. Él se alistó y fue. Una enfermera amiga de la familia de él lo esperaba en la entrada del hospital, lo saludó y le dijo: voy a decirle algo, su mujer con su mamá estuvieron discutiendo moderadamente, la mamá  le exigía que tenía que  irse con ella para la ciudad de su procedencia, y le señalaba fuertemente, que usted no le convenía, eso alcancé  a oír.


-Muchas gracias-le dijo Raúl-. Y compenetró hasta la cama donde le esperaba su hijo y la madre.


Alistaron las maletas y fueron a casa de Raúl. También, a los familiares de Raúl no les caía bien Sofía, sólo a la mamá. No demoró mucho la estadía, a la semana se fue sin justificar nada. Raúl se quedó  triste. Pero, había sucedido un fenómeno, que, Sofía una vez que parió, inició el odio contra él, ella había fingido todo ese tiempo.


Ciertamente, era demasiado, pues la vida es a veces tan miserable, que no vale la pena sufrir por nada. Quizás hasta se podría huir del destino sin nada que lo remedie solamente la existencia de primero yo, después, yo, sigo siendo y por último yo. Pero, jamás, se puede huir del tiempo o de una situación que  desarrolle la existencia, o sencillamente encerrarse hasta la víspera de la calaca en la oscuridad o en la luz, que continuará siendo luces en “Los pasos del tiempo: sin rostro…” como titulé  mi primer obra literaria que salió  publicada en el año mil novecientos noventa y siete.


Todos los de la vecindad conocían a don Raúl,  había sido feliz por unos años con su novia Sofía quien   después fue su núcleo en Unión de Hecho Estable. Se conocieron en un país ajeno al de ellos, pero todo resultó cuando ingresaron de nuevo a su país  de origen.


Ya tenía como dos semanas que se había ido Sofía. Raúl decidió  ir a buscarla y a su hijo. Llegó  a la casa de ella, lo atendieron de mal modo, pero tuvo la oportunidad de chinear a su hijo durante cinco días,  él  dormía en el mismo aposento donde estaba la madre de su hijo, y como perro lo menospreciaba la madre de su hijo, y le decía: el suelo es tú cama. Ahí durmió cinco días, y todo puro odio contra él.


Raúl soportaba todos esos menos precios por el amor a su hijo, e incluso, ni por cortesía le ofrecían un café con pan, tenía que salir a comer a las calles. Visitó como tres ocasiones a pesar que lo mal querían. Pero Raúl tuvo que salir del país, Sofía con el gran descaro llegó a despedirlo en la clínica donde aguardaba de su viaje, hasta lo invitó a una Pizza y un refresco, también durmieron juntos en casa de la prima Lesbia Isaura, tuvieron sexo.


Raúl viajó, y en ese viaje demoró seis meses, él le envío aproximadamente cuatro cartas por correo. Cuando regresó, él a los dos días de haber venido del exterior, le habló por teléfono a la madre de su hijo, pero resultó que, ella sin más le expresó, ve ya no quiero nada con vos, Raúl, se sorprendió, la plática telefónica duró aproximadamente treinta minutos, él le preguntó en varias ocasiones, estás segura que se acaba todo, ella respondía sí y le argumentaba porque viniste hace dos días y ni siquiera me habías hablado hasta ahora; yo te envié varias cartas y vos nunca me escribiste, a mí nunca me llegó nada, volvió a preguntarle Raúl, estás segura que se acaba todo, respondió ella, si, entonces nos vemos y Raúl colgó el teléfono,  para nunca jamás tocar ese tema.


Raúl se volvió a casar e hizo otro viaje, ahora a EE.UU., de un mes y quince días. A su regreso, inició estudios profesionales, se recibió, y cuando Sofía se enteró que él había obtenido otra profesión y que tenía un bonito trabajo en la ciudad de Granada, lo contactó, hablándole en varias ocasiones por teléfono, Raúl le atendió, el asunto es  que, ella le exteriorizó iba a llegar a Granada, está bien le adujo Raúl, aquí te espero, pero nunca llegó. En esa conversación le dijo que se había casado con un médico, pero le salió cocainómano, Raúl solamente cayó, bueno te espero. Pero jamás llegó, porque sabía que le había causado mucho daño. Desapareció para nunca más volver. 

Esa fue su paga

Relato corto
Bayardo Quinto Núñez
jueves, 18 de enero de 2024, 10:09 h (CET)

No era preciso estar loco (a) para salir bajo un inclemente aguacero a altas horas de la noche. Era como estar a la orilla del mar, que a fuerza van y vienen las olas, llevando y trayendo. Jamás, con tan espléndida fantasía de pronto en el ambiente invade un inmenso misterio al extremo de desear salir bajo ese aguacero que se desprendía desde los cielos.


La mente de Raúl le acompañaba el hermoso sonido que se producía  por la lluvia y se decía  para sus adentros: por mí me quedo a dormir, pero tengo un serio compromiso con Sofía mi mujer que, hoy a las seis y treinta minutos de la mañana nacerá en el hospital de la plácida ciudad nuestro hijo (a) tengo que estar ahí, pero la lluvia no pasa y ya son las cinco y treinta minutos de la mañana. Estoy muy preocupado. Raúl inclinó  su cabeza decepcionado y pensando a su vez, que, en los tiempos idos y, ¡al fin! ¡al fin! murmuró.


Era que la lluvia había cesado, eran las seis y diez minutos de la mañana. Salió  apresurado de su casa, pero al llegar a la acera comprendió que no podía trasladarse porque estaba inundada la calle de agua y de todo tipo de basura que arrastraba la lluvia. Tuvo que esperar, pero receloso y observando la realidad entendió porque no podía ir al hospital, pero tuvo suerte, pasó un taxi, le hizo parada, por favor lléveme al hospital,  el taxista iba para el mercado a dejar a su esposa.


-Ven móntese lo llevaré,  lo veo preocupado-le expresó  el taxista-.Raúl abordó  el vehículo y más rápido que el tiempo llegó  al hospital, todavía alcanzó  ver a Sofíaque, la llevaban a labor y parto, ella lo vio y le saludó, él  igual, pero no se había percatado que la mamá de Sofía, su suegra mal encarada estaba viendo el espectáculo. Eso no le interesó. Pero amablemente la saludó con terneza.


Raúl estuvo todo el tiempo pendiente en el hospital, allí  estaba también la madre de Sofía, con cara de pocos amigos, por no dejar le pasaba la palabra. Raúl como buen pobre cargaba una maleta pequeña con cosas para el recién nacido.


Como a las dos horas de haber iniciado la operación, salió del quirófano una enfermera, se dirigió donde estaba la mamá de Sofía y Raúl y les dijo: Gracias a Dios todo salió  bien, es un varón.


-Gracias-respondió Raúl-. La madre de Sofía ni siquiera volteó a ver a la enfermera y mucho menos dar las gracias por la noticia. Raúl  se levantó del asiento y fue rápido a ver a Sofía. Ella estaba despierta. Se sorprendió  al ver a su amado Raúl.


-Hola Raúl-le expresó Sofía-.


Hola Sofía-respondió Raúl-. Y le dio un beso en la mejía. En voz baja le dijo Sofía,  espérate, mi mamá viene entrando. Pero a Raül no le interesó.


-Después regresaré-exteriorizó  Raúl-.


-Está bien-respondió Sofía-.  Se quedó con su mamá al cuidado toda la tarde.


Al día siguiente, a las seis de la mañana Raúl  recibió  una llamada telefónica del hospital, le comunicaban que podía llegar a traer a su hijo y a su mujer. Él se alistó y fue. Una enfermera amiga de la familia de él lo esperaba en la entrada del hospital, lo saludó y le dijo: voy a decirle algo, su mujer con su mamá estuvieron discutiendo moderadamente, la mamá  le exigía que tenía que  irse con ella para la ciudad de su procedencia, y le señalaba fuertemente, que usted no le convenía, eso alcancé  a oír.


-Muchas gracias-le dijo Raúl-. Y compenetró hasta la cama donde le esperaba su hijo y la madre.


Alistaron las maletas y fueron a casa de Raúl. También, a los familiares de Raúl no les caía bien Sofía, sólo a la mamá. No demoró mucho la estadía, a la semana se fue sin justificar nada. Raúl se quedó  triste. Pero, había sucedido un fenómeno, que, Sofía una vez que parió, inició el odio contra él, ella había fingido todo ese tiempo.


Ciertamente, era demasiado, pues la vida es a veces tan miserable, que no vale la pena sufrir por nada. Quizás hasta se podría huir del destino sin nada que lo remedie solamente la existencia de primero yo, después, yo, sigo siendo y por último yo. Pero, jamás, se puede huir del tiempo o de una situación que  desarrolle la existencia, o sencillamente encerrarse hasta la víspera de la calaca en la oscuridad o en la luz, que continuará siendo luces en “Los pasos del tiempo: sin rostro…” como titulé  mi primer obra literaria que salió  publicada en el año mil novecientos noventa y siete.


Todos los de la vecindad conocían a don Raúl,  había sido feliz por unos años con su novia Sofía quien   después fue su núcleo en Unión de Hecho Estable. Se conocieron en un país ajeno al de ellos, pero todo resultó cuando ingresaron de nuevo a su país  de origen.


Ya tenía como dos semanas que se había ido Sofía. Raúl decidió  ir a buscarla y a su hijo. Llegó  a la casa de ella, lo atendieron de mal modo, pero tuvo la oportunidad de chinear a su hijo durante cinco días,  él  dormía en el mismo aposento donde estaba la madre de su hijo, y como perro lo menospreciaba la madre de su hijo, y le decía: el suelo es tú cama. Ahí durmió cinco días, y todo puro odio contra él.


Raúl soportaba todos esos menos precios por el amor a su hijo, e incluso, ni por cortesía le ofrecían un café con pan, tenía que salir a comer a las calles. Visitó como tres ocasiones a pesar que lo mal querían. Pero Raúl tuvo que salir del país, Sofía con el gran descaro llegó a despedirlo en la clínica donde aguardaba de su viaje, hasta lo invitó a una Pizza y un refresco, también durmieron juntos en casa de la prima Lesbia Isaura, tuvieron sexo.


Raúl viajó, y en ese viaje demoró seis meses, él le envío aproximadamente cuatro cartas por correo. Cuando regresó, él a los dos días de haber venido del exterior, le habló por teléfono a la madre de su hijo, pero resultó que, ella sin más le expresó, ve ya no quiero nada con vos, Raúl, se sorprendió, la plática telefónica duró aproximadamente treinta minutos, él le preguntó en varias ocasiones, estás segura que se acaba todo, ella respondía sí y le argumentaba porque viniste hace dos días y ni siquiera me habías hablado hasta ahora; yo te envié varias cartas y vos nunca me escribiste, a mí nunca me llegó nada, volvió a preguntarle Raúl, estás segura que se acaba todo, respondió ella, si, entonces nos vemos y Raúl colgó el teléfono,  para nunca jamás tocar ese tema.


Raúl se volvió a casar e hizo otro viaje, ahora a EE.UU., de un mes y quince días. A su regreso, inició estudios profesionales, se recibió, y cuando Sofía se enteró que él había obtenido otra profesión y que tenía un bonito trabajo en la ciudad de Granada, lo contactó, hablándole en varias ocasiones por teléfono, Raúl le atendió, el asunto es  que, ella le exteriorizó iba a llegar a Granada, está bien le adujo Raúl, aquí te espero, pero nunca llegó. En esa conversación le dijo que se había casado con un médico, pero le salió cocainómano, Raúl solamente cayó, bueno te espero. Pero jamás llegó, porque sabía que le había causado mucho daño. Desapareció para nunca más volver. 

Noticias relacionadas

El 26 de abril retornó la poesía a la Quinta de la Fuente del Berro, un hermoso palacete remozado en centro cultural municipal que habitúa a ejercer como incomparable marco para actos como el que tuvo lugar de la mano del Grupo Retablo, engrosado en la actualidad por los siempre animosos Mayte Domínguez y Pablo Bethencourt, quienes dan cobijo y aúpan a las más diversas e incluso divergentes propuestas líricas, atesorando en su henchido morral las principales voces poéticas que por nuestro día a día transitan.

Por razones especiales y muy particulares, ha sido notorio que intelectuales y artistas creadores de vastas y bellas obras, no les fue otorgado dicho premio, siendo personajes ilustres intelectuales y artistas, como al Poeta genio (con P mayuscula) que cambio el idioma como afirmo Neruda, o al prestigioso mexicano Carlos Fuentes, o al grande argentino José Luis Borges en 1967, mismo al que se ha conocido al desclasificarse unos documentos actualmente, haber motivos políticos en su negación o no otorgamiento.


Cada vez que aparece un libro del escritor Daniel Alarcón, una pregunta cae por insistencia, con mayor razón cuando quienes la formulan son, en su mayoría, escritores en actividad. ¿Es Alarcón un escritor peruano? Para algunos sí, para otros no.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto