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David Cantero, presentador de televisión y escritor

“‘El hombre del baobab’ es un homenaje a mi padre”

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Estudió Imagen, Cinematografía, Fotografía y Publicidad. Llegó a ejercer de cámara de televisión y ahora, cada fin de semana, su rostro se asoma a la Primera de RTVE para contarnos todo lo que acontece dentro y fuera del pentágono peninsular. Les hablo de David Cantero (Madrid, 1961), que acaba de publicar su segunda novela, ‘El hombre del baobab’, la historia de Luis Vaissé quien, al acercarse a esa frontera vital que son los cuarenta años, descubre que no ha conseguido disfrutar del hecho de estar vivo. La mujer que amaba le ha traicionado y apenas ve a su hijo adolescente. Por ello decide poner punto final a su vida, pero antes desea cumplir un deseo postergado largamente: viajar al Congo, el lugar que su padre ha añorado de siempre y en el que el propio Luis vivió los primeros cinco años de su existencia. Con David, al que le apasionan Ray Bradbury, Stephan Zweig, Sandor Marai o Joseph Conrad, charlamos de su novela y otras cosas, en una esquina de la cafetería del hotel Astoria de Valencia, mientras en el exterior el verano comienza a anunciarse con aldabonazos de un calor todavía prematuro, que se apodera de las calles aledañas, que hace las tardes mucho más largas, posiblemente más africanas también.



David Cantero.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

¿Qué te resulta más cómodo: sentarte ante una cámara y contar noticias o hacerlo ante el ordenador y teclear tus historias?

Depende. Todo tiene su instante. Ya llevo algún tiempo en ello y delante de la cámara me siento cómodo, tranquilo, sereno. Pero también hay días que es difícil hacerlo. Sentarse ante el ordenador puede ser difícil pero nadie te ve. Es un acto de intimidad absoluta y tus inseguridades y tus miedos o incomodidades te las comes tú solo. Por tanto, es más complicado sentarse ante una cámara sabiendo que, sin importar tu estado de ánimo, te va a ver un montón de gente.

Pero tú, realmente ¿te sientes más escritor o presentador?

El David que hace ambas cosas es la misma persona que trabaja en dos departamentos distintos. Para mí el periodismo es rigor, concreción, nada de fantasía, rigurosidad. La fantasía y la poesía todo cabe en la actividad artística. Yo empecé a escribir poemas de muy pequeño y creo que mi prosa está impregnada de lirismo. Me gustan los textos bellos, sin caer en lo cursi.

¿Luis Vaissé, el protagonista, viaja a África atraído por la fascinación que dicen que sentimos por ese continente?

En este caso tenía que ser así. ‘El hombre del baobab’ es un homenaje a mi padre, un apasionado del continente africano, una pasión que me inculcó y transmitió a mí también desde niño. Podía haber terminado esta historia en cualquier otro sitio, porque yo tiendo a colocar a mis personajes en los lugares más insospechados, pero no, esta novela tenía que transcurrir en África. Después de pasar un tiempo allí, mi padre ya no volvió a ser el mismo. África le marcó enormemente. A mí también me ha cambiado la vida el conocer lo que es aquello.

¿’El hombre del baobab’ es la reflexión de un hombre que quiere conocer mejor a su padre?

Sí, sí, por supuesto. Luis Vaissé es un incompetente a la hora de amar, de relacionarse con su hijo y con su padre, al que amaba mucho pero del que se alejó. Sin embargo, en medio de esa crisis que le asalta y que le incita a suicidarse, se entera de que a su padre le queda poca vida y se siente llamado a recuperar el tiempo perdido. Viajar a África era una cuenta pendiente que tenía con él y, aunque sea en estas circunstancias tan adversas, decide emprender este viaje.

También es la historia de alguien que desea conocer mejor a sus propios hijos, ¿no?

Sí, llega un momento que las palabras con nuestros padres empiezan a agotarse sobre todo en la adolescencia, cuando nos alejamos de ellos y nos desarrollamos para convertirnos en otros seres. Y cuando retomamos la capacidad de acercarnos para saber cómo son realmente, suele ser tarde, porque ya son mayores o no les quedan ganas de hablar. En mi caso me ha ocurrido a través del Alzheimer. Ver a mi padre perder la memoria a ritmo vertiginoso es terrible. Te das cuenta entonces cuántas cosas te faltan por hablar con él o cuántas cosas te hubiera gustado decirle. Es muy triste, pero forma parte de las relaciones humanas, de las relaciones entre padres e hijos. De todos modos ‘El hombre del baobab’ es un libro de esperanza, sobre todo para los que se dan cuenta de su error y pueden enmendarlo.

¿Qué es un baobab?

El baobab es un árbol extraordinario. El baobab para el protagonista se convierte en su hogar, el lugar donde termina llevado por el destino. Pero a la vez descubre que este ser vivo prodigioso, que si no lo ves no sabes lo que es, es su verdadero cobijo. Comienza a vivir en su interior y el baobab le proporciona de todo, incluso su sustento: el pan de mono, un alimento rico y nutritivo y la savia que le puede mantener con vida y sin sed. De este modo, el árbol se convierte en su hogar, en el refugio donde intenta olvidar. Y casi lo consigue, hasta que se encuentra un lápiz y un papel y no puede resistir la tentación de recordar a través de la escritura.

Vivimos malos momentos económicos, ¿qué significa la palabra crisis para un africano?

Para un africano la palabra crisis significa estar aún más jodido de lo que está ya. Si nosotros estamos en crisis, ellos están diez veces más allá. Su crisis, que es perpetua y de la cual somos en gran parte responsables, se agrava cuando nosotros atravesamos una situación como la actual. De hecho las oenegés y Amnistía Internacional están haciendo llamamientos para que no se nos olvide esto, porque los países poderosos emplean sus medios en reforzar la economía inyectando dinero aquí y allá y entonces ¿quién empieza a perder? Pues el Tercer Mundo, porque todavía se les dedican menos recursos para su desarrollo. Aunque los problemas de África no son sólo de dinero. Hay mucho más que hacer allí.

Concluimos con una de contrastes: ¿le resultaría sencillo a un occidental adaptarse al modelo de vida africano?

Adaptarse a su vida tampoco es fácil para un occidental. Lo que más nos impacta del continente africano es que su forma de vivir, en lo básico, es igual a la nuestra. Queremos hijos sanos, comida, diversión, sexo y poco más. Pero la vida africana es muy difícil, por cuestiones de clima, de costumbres, de tradiciones. Y la gente verdaderamente comprometida está allí, ayudando en algunos negocios que generan pequeños focos de riqueza. Los periodistas tenemos también algo de responsabilidad en este asunto, porque hablamos muy poco de África. Nos hemos fijado más en ellos ahora, cuando llegan muchas pateras con gente en estado deplorable, que huye del hambre y de las enfermedades. Y todo eso no es más que falta de atención. África nos queda muy lejos. El planeta África es un planeta lleno de problemas y de muy difícil solución.

“‘El hombre del baobab’ es un homenaje a mi padre”

David Cantero, presentador de televisión y escritor
Redacción
domingo, 31 de mayo de 2009, 18:12 h (CET)
Estudió Imagen, Cinematografía, Fotografía y Publicidad. Llegó a ejercer de cámara de televisión y ahora, cada fin de semana, su rostro se asoma a la Primera de RTVE para contarnos todo lo que acontece dentro y fuera del pentágono peninsular. Les hablo de David Cantero (Madrid, 1961), que acaba de publicar su segunda novela, ‘El hombre del baobab’, la historia de Luis Vaissé quien, al acercarse a esa frontera vital que son los cuarenta años, descubre que no ha conseguido disfrutar del hecho de estar vivo. La mujer que amaba le ha traicionado y apenas ve a su hijo adolescente. Por ello decide poner punto final a su vida, pero antes desea cumplir un deseo postergado largamente: viajar al Congo, el lugar que su padre ha añorado de siempre y en el que el propio Luis vivió los primeros cinco años de su existencia. Con David, al que le apasionan Ray Bradbury, Stephan Zweig, Sandor Marai o Joseph Conrad, charlamos de su novela y otras cosas, en una esquina de la cafetería del hotel Astoria de Valencia, mientras en el exterior el verano comienza a anunciarse con aldabonazos de un calor todavía prematuro, que se apodera de las calles aledañas, que hace las tardes mucho más largas, posiblemente más africanas también.



David Cantero.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

¿Qué te resulta más cómodo: sentarte ante una cámara y contar noticias o hacerlo ante el ordenador y teclear tus historias?

Depende. Todo tiene su instante. Ya llevo algún tiempo en ello y delante de la cámara me siento cómodo, tranquilo, sereno. Pero también hay días que es difícil hacerlo. Sentarse ante el ordenador puede ser difícil pero nadie te ve. Es un acto de intimidad absoluta y tus inseguridades y tus miedos o incomodidades te las comes tú solo. Por tanto, es más complicado sentarse ante una cámara sabiendo que, sin importar tu estado de ánimo, te va a ver un montón de gente.

Pero tú, realmente ¿te sientes más escritor o presentador?

El David que hace ambas cosas es la misma persona que trabaja en dos departamentos distintos. Para mí el periodismo es rigor, concreción, nada de fantasía, rigurosidad. La fantasía y la poesía todo cabe en la actividad artística. Yo empecé a escribir poemas de muy pequeño y creo que mi prosa está impregnada de lirismo. Me gustan los textos bellos, sin caer en lo cursi.

¿Luis Vaissé, el protagonista, viaja a África atraído por la fascinación que dicen que sentimos por ese continente?

En este caso tenía que ser así. ‘El hombre del baobab’ es un homenaje a mi padre, un apasionado del continente africano, una pasión que me inculcó y transmitió a mí también desde niño. Podía haber terminado esta historia en cualquier otro sitio, porque yo tiendo a colocar a mis personajes en los lugares más insospechados, pero no, esta novela tenía que transcurrir en África. Después de pasar un tiempo allí, mi padre ya no volvió a ser el mismo. África le marcó enormemente. A mí también me ha cambiado la vida el conocer lo que es aquello.

¿’El hombre del baobab’ es la reflexión de un hombre que quiere conocer mejor a su padre?

Sí, sí, por supuesto. Luis Vaissé es un incompetente a la hora de amar, de relacionarse con su hijo y con su padre, al que amaba mucho pero del que se alejó. Sin embargo, en medio de esa crisis que le asalta y que le incita a suicidarse, se entera de que a su padre le queda poca vida y se siente llamado a recuperar el tiempo perdido. Viajar a África era una cuenta pendiente que tenía con él y, aunque sea en estas circunstancias tan adversas, decide emprender este viaje.

También es la historia de alguien que desea conocer mejor a sus propios hijos, ¿no?

Sí, llega un momento que las palabras con nuestros padres empiezan a agotarse sobre todo en la adolescencia, cuando nos alejamos de ellos y nos desarrollamos para convertirnos en otros seres. Y cuando retomamos la capacidad de acercarnos para saber cómo son realmente, suele ser tarde, porque ya son mayores o no les quedan ganas de hablar. En mi caso me ha ocurrido a través del Alzheimer. Ver a mi padre perder la memoria a ritmo vertiginoso es terrible. Te das cuenta entonces cuántas cosas te faltan por hablar con él o cuántas cosas te hubiera gustado decirle. Es muy triste, pero forma parte de las relaciones humanas, de las relaciones entre padres e hijos. De todos modos ‘El hombre del baobab’ es un libro de esperanza, sobre todo para los que se dan cuenta de su error y pueden enmendarlo.

¿Qué es un baobab?

El baobab es un árbol extraordinario. El baobab para el protagonista se convierte en su hogar, el lugar donde termina llevado por el destino. Pero a la vez descubre que este ser vivo prodigioso, que si no lo ves no sabes lo que es, es su verdadero cobijo. Comienza a vivir en su interior y el baobab le proporciona de todo, incluso su sustento: el pan de mono, un alimento rico y nutritivo y la savia que le puede mantener con vida y sin sed. De este modo, el árbol se convierte en su hogar, en el refugio donde intenta olvidar. Y casi lo consigue, hasta que se encuentra un lápiz y un papel y no puede resistir la tentación de recordar a través de la escritura.

Vivimos malos momentos económicos, ¿qué significa la palabra crisis para un africano?

Para un africano la palabra crisis significa estar aún más jodido de lo que está ya. Si nosotros estamos en crisis, ellos están diez veces más allá. Su crisis, que es perpetua y de la cual somos en gran parte responsables, se agrava cuando nosotros atravesamos una situación como la actual. De hecho las oenegés y Amnistía Internacional están haciendo llamamientos para que no se nos olvide esto, porque los países poderosos emplean sus medios en reforzar la economía inyectando dinero aquí y allá y entonces ¿quién empieza a perder? Pues el Tercer Mundo, porque todavía se les dedican menos recursos para su desarrollo. Aunque los problemas de África no son sólo de dinero. Hay mucho más que hacer allí.

Concluimos con una de contrastes: ¿le resultaría sencillo a un occidental adaptarse al modelo de vida africano?

Adaptarse a su vida tampoco es fácil para un occidental. Lo que más nos impacta del continente africano es que su forma de vivir, en lo básico, es igual a la nuestra. Queremos hijos sanos, comida, diversión, sexo y poco más. Pero la vida africana es muy difícil, por cuestiones de clima, de costumbres, de tradiciones. Y la gente verdaderamente comprometida está allí, ayudando en algunos negocios que generan pequeños focos de riqueza. Los periodistas tenemos también algo de responsabilidad en este asunto, porque hablamos muy poco de África. Nos hemos fijado más en ellos ahora, cuando llegan muchas pateras con gente en estado deplorable, que huye del hambre y de las enfermedades. Y todo eso no es más que falta de atención. África nos queda muy lejos. El planeta África es un planeta lleno de problemas y de muy difícil solución.

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