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En la aurora de tu nombre siembro la flor de la noche
y el horizonte crece con sus blancos rayos de ternura.
Entre tus brazos cálidos recuerdo el comienzo y el final,
me hago pequeña en el mecer de las hojas quebradizas
hasta llegar nuevamente a ti, siguiendo el eco de la música
y el estrépito de las aves, que con sus alas abrazan lo imposible.
He llegado para comenzar otra vez en tu latido,
en el sueño de los lirios que te tatúan para siempre.
De la silente oscuridad a la luz mi palabra te encuentra,
ya somos mandala, origen y canción.
Después de tanto, después de todo,
en el lago aún brotan las semillas del ocaso,
nuestro único hogar es nuestra memoria.
Poco a poco se va alejando, pero sigo escuchando su corazón latir. Todavía domina mi cuerpo pero su actuación, pronto terminará. El escritor se muere, se apagará para siempre, no volverá a nacer, yo espero que no, pues nació de un parto difícil y pocas cosas aportó.
2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada.
Hojas de colores, variopintos sabores, bolsos sin dinero, discos de vinilo, cassettes en el coche, el Renault Dacia Logan que pude comprarme... Oyen que a velocidad se acerca otro coche por la carretera, entre luces y sombras y no es un coche barato...
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