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Luis Leante, escritor

"En ‘La Luna Roja’ he pretendido mostrar la parte de la Literatura que el lector desconoce cuando accede al texto"

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Luis Leante (Caravaca de la Cruz, Murcia, 1963) ha sido noticia estas últimas fechas a consecuencia de un curioso incidente que tuvo como protagonistas al propio escritor, a un instituto y a unas videocámaras de vigilancia. Pero también es actualidad y es lo que nos interesa hoy, porque acaba de publicar nueva obra: ‘La Luna Roja’, un juego triangular con pretexto de género negro, trasfondo literario y paisaje turco. Leante se encuentra inmerso en plena vorágine promotora: hoy aquí, mañana allá y pasado acullá. Y de su novela, no de las videocámaras, es de lo que hablamos en Valencia, hace unos días, con el escritor murciano, residente en Alicante, licenciado en Clásicas y profesor de Latín.




Luis Leante.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

Luis, tú eres profesor de Latín, ‘rara avis’, ¿te sientes como una especie protegida?

Bueno, más bien como una especie desprotegida, porque el Latín ha ido descendiendo peldaños en todos los sistemas educativos. Hace unos años el número de alumnos llegó a ser muy bajo, pero ahora ha conseguido mantenerse un poco y estabilizarse. No obstante, sí que tengo la sensación de que tiene poco peso y se le presta poca atención.

¿Qué nos has querido transmitir con ‘La Luna Roja’, tu última obra?

Quizá sea un exceso de ambición, pero he intentado transmitir muchas cosas. He pretendido, especialmente, mostrar la parte de la Literatura que el lector desconoce cuando accede al texto: qué hay en la trastienda literaria cuando se gesta una obra. Me interesa enseñar lo que escribe un autor, el producto de su trabajo. La vida de los escritores no me atrae, ya que normalmente decepciona porque somos personas grises, al menos yo, que no llevamos esas existencias tan apasionantes que se nos supone. El proceso de creación, a veces, es un producto artístico en sí mismo: ¿qué hay dentro de una persona que a los quince o dieciséis años decide escribir? ¿Por qué cambia su vida para convertir la escritura en su forma de vida? ¿Qué esconde ese camino de pocas rosas y muchas espinas que es el camino literario? ¿Cómo es el mercado de la Literatura y sobre todo la pasión por la Literatura que puede llevarte, incluso, al borde de la locura? En definitiva, transmitir la experiencia que yo tengo de la parte de los libros que no se ve.

¿Cómo te surgió la idea para escribir ‘La Luna Roja’?

Esta obra surge dentro de un proceso literario. Durante muchos meses estuve inmerso en la promoción de mi novela anterior, que se estaba traduciendo a distintos idiomas, y, por primera vez en mi vida, trababa conocimiento con el mundo de los traductores. La mezcla de todo eso parecía indicarme que probablemente era el momento ideal para escribir sobre Literatura y escritores.

Cuando alguien traduce la obra de otro, ¿llega a identificarse tanto con el libro como para llegar a creer que es el propio autor?

Yo también me he planteado esa cuestión y la verdad es que no lo sé. Lo que es indudable es que se genera una relación muy especial, porque el traductor tiene que meterse en la obra y, al mismo tiempo, aportar cosas. Además, dependiendo de la personalidad del traductor, si lo conoces en ocasiones entablas relaciones que traspasan lo puramente profesional. Es una situación que varía según los idiomas y las personas.

Me adentro en ‘La Luna Roja’ y leo: "Si Dios te ha dado un don, debes aprovecharlo", Luis, ¿escribir es un don?

Tiene una parte de don, pero más que al hecho de escribir en sí, eso que lamamos la técnica, la redacción, la herramienta, que se aprende, me refiero a la capacidad de percibir la realidad de una manera distinta o a poseer cierta sensibilidad para captar cosas que en condiciones normales uno no detectaría. No sé si es algo con lo que se nace y, en realidad, tampoco sé si es don o castigo, porque el que carece de él no tiene necesidad de escribir, simplemente vive.

Avanzo un poco más y vuelvo a leer: "... y René tocó el primer ejemplar fue algo místico. Lo abrió, olió la tinta, lo miró desde todos los ángulos", ¿fue ésa tu reacción la primera vez que tuviste un libro propio en tus manos?

Así fue la primera vez, la segunda y ha sido todas las otras veces. Uno recuerda la primera porque la mitifica, pero no se pierde nunca esa ilusión. Yo sigo sintiendo la misma emoción, la misma sorpresa, el olor de la tinta ... Es una sensación mística, que no se puede explicar de otra manera.

¿Qué tienen de ti los dos protagonistas de ‘La Luna Roja’?

No me gusta escribir sobre mí, ni que se me reconozca. Pero René, el traductor, y Emil Kemal, el escritor, inevitablemente, han de tener cosas mías, pero repartidas entre los dos. Son personajes que se separan y se juntan, a pesar de sus diferencias culturales, y que también presentan muchos aspectos de otros autores y de otras ideas que tengo sobre el mundo de la Literatura. Pero claro, aunque yo siempre trato que no se note, es inevitable que se trasluzcan algunos detalles. Por ejemplo, René escribió un libro, ‘El criador de canarios’, con el mismo título que una novela mía y publicó en mi misma editorial; Emín pasó a sus dieciséis años por situaciones que yo atravesé también ...

‘La Luna Roja’ está escrita en dos voces: en primera y en tercera...

La novela es un juego donde tú pones las piezas como quieres. Cuando hablo en tercera persona, el narrador soy yo y cuando lo hago en primera es René que habla de su vida, pero al mismo tiempo también cuenta cosas de Emin Kemal, lo cual puede resultar complicado. Es un juego de espejos que deforman la realidad, que producen sensaciones sin que el lector se dé cuenta de que le están poniendo espejos que le acercan y le alejan de lo que está leyendo.

Derya, la protagonista femenina, me recuerda mucho a Nefernefernefer, protagonista de ‘Sinuhé el egipcio’, ¿cómo es Derya?

Derya es un personaje de mucha fuerza narrativa, que roza lo irreal pero que es de los más reales que hay en la novela. Es una persona ambiciosa, con una fachada muy poderosa que detrás oculta un espíritu pobre e inseguro, con complejo. Pertenece a ese grupo de seres humanos que rompe a lo bestia y que buscan siempre el amparo de personas con poder. Derya como tal no existe. Sus rasgos los he encontrado en otras personas que he conocido y los he llevado un poco al límite, pero no están muy lejos de lo que ocurre en algunas ocasiones en el mundo de la Literatura.

¿Los escritores necesitan tener una Derya detrás?

Yo creo que no. Una Derya lo único que puede hacer es arrastrar a un escritor y hundirlo. Creo que hay dos tipos de mujeres: la mujer boya, que es la que te sostiene, y la mujer ancla que es la que te lleva hasta el fondo. Creo que Derya es lo peor que puede existir detrás de un escritor, pero también es posible que haya alguno que se sienta gratificado con un tipo de personas así junto a él.

¿Por qué elegiste Estambul como telón de fondo?

Por casualidad. Llegué a la ciudad por casualidad para descansar, después de andar cuarenta días por Latinoamérica hablando de mi novela anterior. Pero no pude desconectar. Mi cabeza siguió funcionando porque Estambul es mágica: o te atrapa o te rechaza, pero no te deja indiferente. Y esa chispa es la que me hizo a mi escribir esta historia.

La ciudad turca le da un sabor a cuento oriental a tu novela, ¿no?

Es difícil huir de eso, pero yo no quería presentar un Estambul exótico. No quería que apareciesen las mezquitas, ni los imanes llamando a oración. Buscaba reflejar el fondo literario de dos escritores en esa ciudad, un escenario que también se podría trasladar a París o a Barcelona.


Y hasta aquí llego nuestra conversación. Ya les advertí al principio, mis improbables, que la entrevista era literaria y que versaría sobre ‘La Luna Roja’, la última novela de Luis Leante. Y así ha sido. Los que hayan buscado otra cosa en estas preguntas, en estas respuestas, habrán quedado defraudados. Seguro que sí. El que avisa no es traidor.

"En ‘La Luna Roja’ he pretendido mostrar la parte de la Literatura que el lector desconoce cuando accede al texto"

Luis Leante, escritor
Redacción
sábado, 18 de abril de 2009, 11:13 h (CET)
Luis Leante (Caravaca de la Cruz, Murcia, 1963) ha sido noticia estas últimas fechas a consecuencia de un curioso incidente que tuvo como protagonistas al propio escritor, a un instituto y a unas videocámaras de vigilancia. Pero también es actualidad y es lo que nos interesa hoy, porque acaba de publicar nueva obra: ‘La Luna Roja’, un juego triangular con pretexto de género negro, trasfondo literario y paisaje turco. Leante se encuentra inmerso en plena vorágine promotora: hoy aquí, mañana allá y pasado acullá. Y de su novela, no de las videocámaras, es de lo que hablamos en Valencia, hace unos días, con el escritor murciano, residente en Alicante, licenciado en Clásicas y profesor de Latín.




Luis Leante.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

Luis, tú eres profesor de Latín, ‘rara avis’, ¿te sientes como una especie protegida?

Bueno, más bien como una especie desprotegida, porque el Latín ha ido descendiendo peldaños en todos los sistemas educativos. Hace unos años el número de alumnos llegó a ser muy bajo, pero ahora ha conseguido mantenerse un poco y estabilizarse. No obstante, sí que tengo la sensación de que tiene poco peso y se le presta poca atención.

¿Qué nos has querido transmitir con ‘La Luna Roja’, tu última obra?

Quizá sea un exceso de ambición, pero he intentado transmitir muchas cosas. He pretendido, especialmente, mostrar la parte de la Literatura que el lector desconoce cuando accede al texto: qué hay en la trastienda literaria cuando se gesta una obra. Me interesa enseñar lo que escribe un autor, el producto de su trabajo. La vida de los escritores no me atrae, ya que normalmente decepciona porque somos personas grises, al menos yo, que no llevamos esas existencias tan apasionantes que se nos supone. El proceso de creación, a veces, es un producto artístico en sí mismo: ¿qué hay dentro de una persona que a los quince o dieciséis años decide escribir? ¿Por qué cambia su vida para convertir la escritura en su forma de vida? ¿Qué esconde ese camino de pocas rosas y muchas espinas que es el camino literario? ¿Cómo es el mercado de la Literatura y sobre todo la pasión por la Literatura que puede llevarte, incluso, al borde de la locura? En definitiva, transmitir la experiencia que yo tengo de la parte de los libros que no se ve.

¿Cómo te surgió la idea para escribir ‘La Luna Roja’?

Esta obra surge dentro de un proceso literario. Durante muchos meses estuve inmerso en la promoción de mi novela anterior, que se estaba traduciendo a distintos idiomas, y, por primera vez en mi vida, trababa conocimiento con el mundo de los traductores. La mezcla de todo eso parecía indicarme que probablemente era el momento ideal para escribir sobre Literatura y escritores.

Cuando alguien traduce la obra de otro, ¿llega a identificarse tanto con el libro como para llegar a creer que es el propio autor?

Yo también me he planteado esa cuestión y la verdad es que no lo sé. Lo que es indudable es que se genera una relación muy especial, porque el traductor tiene que meterse en la obra y, al mismo tiempo, aportar cosas. Además, dependiendo de la personalidad del traductor, si lo conoces en ocasiones entablas relaciones que traspasan lo puramente profesional. Es una situación que varía según los idiomas y las personas.

Me adentro en ‘La Luna Roja’ y leo: "Si Dios te ha dado un don, debes aprovecharlo", Luis, ¿escribir es un don?

Tiene una parte de don, pero más que al hecho de escribir en sí, eso que lamamos la técnica, la redacción, la herramienta, que se aprende, me refiero a la capacidad de percibir la realidad de una manera distinta o a poseer cierta sensibilidad para captar cosas que en condiciones normales uno no detectaría. No sé si es algo con lo que se nace y, en realidad, tampoco sé si es don o castigo, porque el que carece de él no tiene necesidad de escribir, simplemente vive.

Avanzo un poco más y vuelvo a leer: "... y René tocó el primer ejemplar fue algo místico. Lo abrió, olió la tinta, lo miró desde todos los ángulos", ¿fue ésa tu reacción la primera vez que tuviste un libro propio en tus manos?

Así fue la primera vez, la segunda y ha sido todas las otras veces. Uno recuerda la primera porque la mitifica, pero no se pierde nunca esa ilusión. Yo sigo sintiendo la misma emoción, la misma sorpresa, el olor de la tinta ... Es una sensación mística, que no se puede explicar de otra manera.

¿Qué tienen de ti los dos protagonistas de ‘La Luna Roja’?

No me gusta escribir sobre mí, ni que se me reconozca. Pero René, el traductor, y Emil Kemal, el escritor, inevitablemente, han de tener cosas mías, pero repartidas entre los dos. Son personajes que se separan y se juntan, a pesar de sus diferencias culturales, y que también presentan muchos aspectos de otros autores y de otras ideas que tengo sobre el mundo de la Literatura. Pero claro, aunque yo siempre trato que no se note, es inevitable que se trasluzcan algunos detalles. Por ejemplo, René escribió un libro, ‘El criador de canarios’, con el mismo título que una novela mía y publicó en mi misma editorial; Emín pasó a sus dieciséis años por situaciones que yo atravesé también ...

‘La Luna Roja’ está escrita en dos voces: en primera y en tercera...

La novela es un juego donde tú pones las piezas como quieres. Cuando hablo en tercera persona, el narrador soy yo y cuando lo hago en primera es René que habla de su vida, pero al mismo tiempo también cuenta cosas de Emin Kemal, lo cual puede resultar complicado. Es un juego de espejos que deforman la realidad, que producen sensaciones sin que el lector se dé cuenta de que le están poniendo espejos que le acercan y le alejan de lo que está leyendo.

Derya, la protagonista femenina, me recuerda mucho a Nefernefernefer, protagonista de ‘Sinuhé el egipcio’, ¿cómo es Derya?

Derya es un personaje de mucha fuerza narrativa, que roza lo irreal pero que es de los más reales que hay en la novela. Es una persona ambiciosa, con una fachada muy poderosa que detrás oculta un espíritu pobre e inseguro, con complejo. Pertenece a ese grupo de seres humanos que rompe a lo bestia y que buscan siempre el amparo de personas con poder. Derya como tal no existe. Sus rasgos los he encontrado en otras personas que he conocido y los he llevado un poco al límite, pero no están muy lejos de lo que ocurre en algunas ocasiones en el mundo de la Literatura.

¿Los escritores necesitan tener una Derya detrás?

Yo creo que no. Una Derya lo único que puede hacer es arrastrar a un escritor y hundirlo. Creo que hay dos tipos de mujeres: la mujer boya, que es la que te sostiene, y la mujer ancla que es la que te lleva hasta el fondo. Creo que Derya es lo peor que puede existir detrás de un escritor, pero también es posible que haya alguno que se sienta gratificado con un tipo de personas así junto a él.

¿Por qué elegiste Estambul como telón de fondo?

Por casualidad. Llegué a la ciudad por casualidad para descansar, después de andar cuarenta días por Latinoamérica hablando de mi novela anterior. Pero no pude desconectar. Mi cabeza siguió funcionando porque Estambul es mágica: o te atrapa o te rechaza, pero no te deja indiferente. Y esa chispa es la que me hizo a mi escribir esta historia.

La ciudad turca le da un sabor a cuento oriental a tu novela, ¿no?

Es difícil huir de eso, pero yo no quería presentar un Estambul exótico. No quería que apareciesen las mezquitas, ni los imanes llamando a oración. Buscaba reflejar el fondo literario de dos escritores en esa ciudad, un escenario que también se podría trasladar a París o a Barcelona.


Y hasta aquí llego nuestra conversación. Ya les advertí al principio, mis improbables, que la entrevista era literaria y que versaría sobre ‘La Luna Roja’, la última novela de Luis Leante. Y así ha sido. Los que hayan buscado otra cosa en estas preguntas, en estas respuestas, habrán quedado defraudados. Seguro que sí. El que avisa no es traidor.

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