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Almudena Negro

Alberto López Viejo: ¿historia de un final anunciado?

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Es el político madrileño de moda cuyo nombre, asociado ya inexorablemente a la corrupción, anda en boca de todos los cenáculos y corrillos por el lío en que ha metido al Gobierno regional de Esperanza Aguirre por su implicación en la “Operación Gürtel” que instruye el ahora a favor del TSJM inhibido político socialista Baltasar Garzón, Pero ¿quién es realmente Alberto López Viejo, 41 años de edad y nacido en Madrid cuya página web personal (http://www.albertolopezviejo.com/) aparece hoy inaccesible? ¿Puede sorprender a los conocedores de su trayectoria este lamentable final? ¿O es algo que estaba más que “cantado”? ¿Es aún posible su rehabilitación política?

Toda la carrera política del ambicioso madrileño, que según denunciaron en su día los sindicatos, obligó a los servicios de limpieza a dar lustre de rodillas a las aceras que iban a pisar la pareja Agag-Aznar y sus ilustres invitados cuando celebraron su despedida de soltero en la discoteca “Gabana” –cuyo propietario ha estado vinculado al PP; acudió a varias citas del denominado “Clan de Becerril”- se ha visto continuamente salpicada por la sospecha. Su nombre fue asociado a la corrupción municipal durante su gestión como edil de limpieza de la capital, siendo acusado de malversación de caudales públicos por la oposición socialista e investigado por el Tribunal de Cuentas. Su padre, propietario de una tienda de muebles, habría sido, siempre según el PSOE, favorecido, a instancias del hijo, por la empresa Cespa, que ostenta una de las contratas municipales de limpieza. También un concesionario de coches Toyota, “Supra Gamboa”, se habría visto beneficiado por Alberto López Viejo. “El Mundo” publicó hace ya tiempo que el entonces edil habría impuesto también la contratación de determinadas compañías publicitarias, con las que mantenía contactos José María Pascual (fue en su día presidente de NN.GG. del madrileño distrito de Latina; de dicha cantera de jóvenes salió también Sigfrido Herráez, cercano al “Clan de Becerril”, que llegó a presidir el PP del distrito), para desarrollar las llamadas “campañas de concienciación”, que no son más que despilfarro de dinero público y dicen las malas lenguas que escondite perfecto para el cobro de comisiones –de todos los partidos-. Casualmente las contrataciones fueron visadas por su amigo Pedro Rodríguez Pendás, entonces asesor en el ayuntamiento de Madrid. Rodríguez Pendás fue en su día presidente de NN.GG. del distrito de San Blas. La mujer de López Viejo, Teresa Gabarra, es propietaria, entre otros locales, del restaurante “La Hacienda argentina” y fue investigada en el marco de la “Operación Guateque”, la mayor trama de corrupción destapada en la capital que, sin embargo, ha caído en el olvido.

Conocí a un juerguista y muy carismático aunque ya por entonces prepotente y despótico López Viejo allá por los años 90, cuando era diputado de oposición del parlamento regional y persona cercana a Alberto Ruiz-Gallardón, además de amigo íntimo y guía turístico-festivo del por entonces recién desde tierras gallegas llegado a Madrid para ejercer como Secretario General de Nuevas Generaciones del Partido Popular Pedro Calvo Poch, hoy hombre de la máxima confianza del alcalde madrileño y responsable, entre otras cosas, de los parquímetros municipales que fueron objeto de escándalo al denunciarse ciertas vinculaciones amistosas entre el edil y un empresario gallego vinculado al PP que resultó adjudicatario de las mismas. Pedro Calvo, que fuera Consejero de la Comunidad de Madrid en tiempos de Gallardón y cuya carrera política merecería otro artículo, acaba de salir en la prensa por sus ataques en la comisión de investigación de los espías, que nada tienen que ver con la “Operación Gürtel”, contra Francisco Granados. En mitad del caso de los parquímetros aparecía también el nombre de Javier Conde, quien fuera en los noventa presidente de NN.GG. de Retiro y relaciones públicas de sendos bares de copas cercanos a la calle Génova frecuentados por los cachorros del PP.

Alberto López Viejo era por entonces inseparable compañero de correrías nocturnas de Alfonso Bosch Tejedor, diputado autonómico y otro de los aforados que aparecen señalados en la instrucción de Garzón, así como compañero de copas de Sigfrido Herráez (“clan de Becerril”), Pedro Rodríguez Pendás, José María Pascual, Jaime de Andrés, Miguel Ángel Villanueva, Margarita Lozano, José Luis Moreno, Lola Navarro, Javier Conde Londoño, Arturo González Panero, Valle Camello, Javier Nombela… Se los conocía a todos ellos como “clan Bolero”, nombre dado a este grupo porque solían acudir en verano a dicha terraza madrileña, muy de moda por aquellas épocas, así como por su tendencia a ocultar la verdad y a conspirar. Como anécdota para la historia queda en mi memoria el ridículo numerito, más bien pataleta infantil, que protagonizó López Viejo durante la celebración de una escuela de invierno de NN.GG. organizada por Ginés López y Benjamín Martín Vasco celebrada en Panticosa (Huesca) y a la cual también asistió, entre otros, Esperanza Aguirre. De aquella escuela salió la versión del tema de “Carmen” llamado “Conspiración, conspiración” que triunfó en NN.GG. De Madrid, una de cuyas estrofas rezaba así: “¿Quién ha visto a López Viejo paseando solo por la regional? Quién le ha visto y quién le ve, que va a por alguien a saber quién es. Será Ginés, será Javier o el pobrecito de Benjamín o José Luis, el Navarrín, el más liante que trabaja aquí… Conspiración, conspiración, por los pasillos de la regional, conspiración, conspiración muchos sillones para conquistar…”

Formaban el grupillo una generación de políticos profesionales carentes de la más mínima solvencia intelectual y, por lo tanto, de principios propiamente centristas y una sola convicción: mantenerse en el sillón para pagar las facturas y, si puede ser, colocar a los amigos. Es el “clan Bolero” el máximo exponente de cuando algunos jóvenes de NN.GG. dejaron de divertirse, al darse cuenta que de la política se podía intentar vivir sin estudiar, para colocarse corbata y pelear por llegar, como fuera, al cargo de turno.

Alberto López Viejo ocupaba a primeros de los 90, como ya mencioné anteriormente, escaño en el parlamento regional. Escaño que sumaba al cargo de Secretario General de Nuevas Generaciones de Madrid –su Jefe de Gabinete era Alfonso Bosch-, cuya presidencia ostentaba, junto con la presidencia del PP de Arganda del Rey, entonces municipio gobernado por IU, el ex alcalde de Arganda del Rey, Ginés López, ahora imputado junto a Jesús Sepúlveda, alcalde de Pozuelo, en el marco de la “Operación Gürtel”. Secretaría General de la que López Viejo fue cesado por motivos un tanto oscuros, aunque la rumorología siempre apuntó a la falta de dinero en alguna caja, y cuyo puesto fue ocupado por Benjamín Martín Vasco, entonces procurador en los tribunales que trabaja en el despacho de abogados de Ginés López, y hoy dimisionario presidente de la comisión de investigación del montaje de “El País” tras haber anunciado –no sé si interpuesto, supongo que sí- querella contra Isabel Jordán por implicarle en la trama de corrupción de la “Operación Gürtel”. Tomás Martín Morales, también imputado, que por aquél entonces andaba en Nuevas Generaciones de Getafe también era amigo, por aquella época, de los dos argandeños.

Coincidieron estos inicios de los 90 con la aparición de Francisco Correa, contratado para montar, a través de su empresa Special Events, actos del PP. Empresa para la cual acabó trabajando Javier Nombela, que fuera en su día Presidente de NN.GG. de Moncloa-Aravaca (Lola Navarro fue nombrada en aquellas fechas concejal del distrito y Valle Camello directora de un Centro Cultural de Aravaca), así como vocal-vecino de su Junta Municipal para posteriormente ser nombrado –fue cesado en fechas recientes tras conocerse su imputación- asesor de Álvaro Ballarín, actualmente concejal del distrito de Moncloa-Aravaca.

Corrían los tiempos del aznarismo y López Viejo, la persona de “seguridad” que todos los españoles vimos desalojar de forma poco amable a un joven del “No a la guerra” durante la celebración de un mitin de los populares en Arganda del Rey (Madrid), listo y trepa como pocos, trabó pronto relación con Juan Carlos Vera, eterno coordinador de organización del PP bajo el mando del entonces matrimonio formado por Jesús Sepúlveda y Ana Mato, ambos miembros del llamado “Clan de Valladolid” (José María Aznar es el padrino de bautismo de uno de sus hijos) y muy relacionados con Javier Arenas. Desde entonces, Vera no ha dejado de contar con López Viejo y Alfonso Bosch (Presidente de NN.GG del distrito de Fuencarral-El Pardo tras el cese de Alberto de la Secretaría General de NN.GG. de Madrid) para la organización de todo tipo de eventos del PP durante la última década. Ambos amigos se fueron especializando en la organización de mítines y actos, ejerciendo todo tipo de funciones: desde “securatas” con pinganillo hasta improvisados fotógrafos. Más de una persona se ha llevado un buen empujón o un grito de esta pareja. Hasta hace bien poco era aún habitual ver a Alfonso Bosch en la organización de todos los actos del PP: las últimas dos veces que coincidí con él fue en el “Quedamos” de Rajoy y en el acto en defensa de la libertad para el pueblo cubano celebrado hace escasas semanas en la Puerta del Sol de Madrid.

Debo confesar que si algo me sorprendió en estos últimos años fue el empecinamiento de Esperanza Aguirre, a buen seguro desconocedora de todas estas cosas que aquí relato, en nombrar al polémico Alberto López Viejo, primero Viceconsejero de Presidencia bajo la batuta de Ignacio González, y luego Consejero de Deportes. Jamás entendí qué pintaba Alberto López Viejo en un equipo de políticos en principio muy ideologizado y presuntamente liberal, enfrentadísimo al equipo socialdemócrata, al cual están adscritos numerosos miembros del “Clan Bolero”, de Alberto Ruiz Gallardón. Y es que López Viejo de liberalismo sabe más o menos lo que yo de jugar al rugby. Siempre tuve la impresión que su nombramiento era “cuota nacional” o ganas de agradar a determinados dirigentes populares, alguno de ellos hoy en la cúpula del partido y soporte de Mariano Rajoy. Claro que es sólo una impresión.

Por fin llegamos a la pregunta que da título al artículo. ¿Es éste el final anunciado del joven político? Teniendo en cuenta que el final tenía que haberse escrito allá por 1991 y que resulta inexplicable como este tipo de jóvenes poco formados intelectualmente pero campeones del pasilleo llegan a las alturas políticas, a saber. Entre que en política cualquier cosa es posible y que la causa ha sido instruida por el chapucero Garzón, además de que vivimos en una partidocracia que premia al político profesional por encima de la solvencia intelectual o los principios, todo es posible. El tiempo lo dirá.

Alberto López Viejo: ¿historia de un final anunciado?

Almudena Negro
Almudena Negro
martes, 10 de marzo de 2009, 05:41 h (CET)
Es el político madrileño de moda cuyo nombre, asociado ya inexorablemente a la corrupción, anda en boca de todos los cenáculos y corrillos por el lío en que ha metido al Gobierno regional de Esperanza Aguirre por su implicación en la “Operación Gürtel” que instruye el ahora a favor del TSJM inhibido político socialista Baltasar Garzón, Pero ¿quién es realmente Alberto López Viejo, 41 años de edad y nacido en Madrid cuya página web personal (http://www.albertolopezviejo.com/) aparece hoy inaccesible? ¿Puede sorprender a los conocedores de su trayectoria este lamentable final? ¿O es algo que estaba más que “cantado”? ¿Es aún posible su rehabilitación política?

Toda la carrera política del ambicioso madrileño, que según denunciaron en su día los sindicatos, obligó a los servicios de limpieza a dar lustre de rodillas a las aceras que iban a pisar la pareja Agag-Aznar y sus ilustres invitados cuando celebraron su despedida de soltero en la discoteca “Gabana” –cuyo propietario ha estado vinculado al PP; acudió a varias citas del denominado “Clan de Becerril”- se ha visto continuamente salpicada por la sospecha. Su nombre fue asociado a la corrupción municipal durante su gestión como edil de limpieza de la capital, siendo acusado de malversación de caudales públicos por la oposición socialista e investigado por el Tribunal de Cuentas. Su padre, propietario de una tienda de muebles, habría sido, siempre según el PSOE, favorecido, a instancias del hijo, por la empresa Cespa, que ostenta una de las contratas municipales de limpieza. También un concesionario de coches Toyota, “Supra Gamboa”, se habría visto beneficiado por Alberto López Viejo. “El Mundo” publicó hace ya tiempo que el entonces edil habría impuesto también la contratación de determinadas compañías publicitarias, con las que mantenía contactos José María Pascual (fue en su día presidente de NN.GG. del madrileño distrito de Latina; de dicha cantera de jóvenes salió también Sigfrido Herráez, cercano al “Clan de Becerril”, que llegó a presidir el PP del distrito), para desarrollar las llamadas “campañas de concienciación”, que no son más que despilfarro de dinero público y dicen las malas lenguas que escondite perfecto para el cobro de comisiones –de todos los partidos-. Casualmente las contrataciones fueron visadas por su amigo Pedro Rodríguez Pendás, entonces asesor en el ayuntamiento de Madrid. Rodríguez Pendás fue en su día presidente de NN.GG. del distrito de San Blas. La mujer de López Viejo, Teresa Gabarra, es propietaria, entre otros locales, del restaurante “La Hacienda argentina” y fue investigada en el marco de la “Operación Guateque”, la mayor trama de corrupción destapada en la capital que, sin embargo, ha caído en el olvido.

Conocí a un juerguista y muy carismático aunque ya por entonces prepotente y despótico López Viejo allá por los años 90, cuando era diputado de oposición del parlamento regional y persona cercana a Alberto Ruiz-Gallardón, además de amigo íntimo y guía turístico-festivo del por entonces recién desde tierras gallegas llegado a Madrid para ejercer como Secretario General de Nuevas Generaciones del Partido Popular Pedro Calvo Poch, hoy hombre de la máxima confianza del alcalde madrileño y responsable, entre otras cosas, de los parquímetros municipales que fueron objeto de escándalo al denunciarse ciertas vinculaciones amistosas entre el edil y un empresario gallego vinculado al PP que resultó adjudicatario de las mismas. Pedro Calvo, que fuera Consejero de la Comunidad de Madrid en tiempos de Gallardón y cuya carrera política merecería otro artículo, acaba de salir en la prensa por sus ataques en la comisión de investigación de los espías, que nada tienen que ver con la “Operación Gürtel”, contra Francisco Granados. En mitad del caso de los parquímetros aparecía también el nombre de Javier Conde, quien fuera en los noventa presidente de NN.GG. de Retiro y relaciones públicas de sendos bares de copas cercanos a la calle Génova frecuentados por los cachorros del PP.

Alberto López Viejo era por entonces inseparable compañero de correrías nocturnas de Alfonso Bosch Tejedor, diputado autonómico y otro de los aforados que aparecen señalados en la instrucción de Garzón, así como compañero de copas de Sigfrido Herráez (“clan de Becerril”), Pedro Rodríguez Pendás, José María Pascual, Jaime de Andrés, Miguel Ángel Villanueva, Margarita Lozano, José Luis Moreno, Lola Navarro, Javier Conde Londoño, Arturo González Panero, Valle Camello, Javier Nombela… Se los conocía a todos ellos como “clan Bolero”, nombre dado a este grupo porque solían acudir en verano a dicha terraza madrileña, muy de moda por aquellas épocas, así como por su tendencia a ocultar la verdad y a conspirar. Como anécdota para la historia queda en mi memoria el ridículo numerito, más bien pataleta infantil, que protagonizó López Viejo durante la celebración de una escuela de invierno de NN.GG. organizada por Ginés López y Benjamín Martín Vasco celebrada en Panticosa (Huesca) y a la cual también asistió, entre otros, Esperanza Aguirre. De aquella escuela salió la versión del tema de “Carmen” llamado “Conspiración, conspiración” que triunfó en NN.GG. De Madrid, una de cuyas estrofas rezaba así: “¿Quién ha visto a López Viejo paseando solo por la regional? Quién le ha visto y quién le ve, que va a por alguien a saber quién es. Será Ginés, será Javier o el pobrecito de Benjamín o José Luis, el Navarrín, el más liante que trabaja aquí… Conspiración, conspiración, por los pasillos de la regional, conspiración, conspiración muchos sillones para conquistar…”

Formaban el grupillo una generación de políticos profesionales carentes de la más mínima solvencia intelectual y, por lo tanto, de principios propiamente centristas y una sola convicción: mantenerse en el sillón para pagar las facturas y, si puede ser, colocar a los amigos. Es el “clan Bolero” el máximo exponente de cuando algunos jóvenes de NN.GG. dejaron de divertirse, al darse cuenta que de la política se podía intentar vivir sin estudiar, para colocarse corbata y pelear por llegar, como fuera, al cargo de turno.

Alberto López Viejo ocupaba a primeros de los 90, como ya mencioné anteriormente, escaño en el parlamento regional. Escaño que sumaba al cargo de Secretario General de Nuevas Generaciones de Madrid –su Jefe de Gabinete era Alfonso Bosch-, cuya presidencia ostentaba, junto con la presidencia del PP de Arganda del Rey, entonces municipio gobernado por IU, el ex alcalde de Arganda del Rey, Ginés López, ahora imputado junto a Jesús Sepúlveda, alcalde de Pozuelo, en el marco de la “Operación Gürtel”. Secretaría General de la que López Viejo fue cesado por motivos un tanto oscuros, aunque la rumorología siempre apuntó a la falta de dinero en alguna caja, y cuyo puesto fue ocupado por Benjamín Martín Vasco, entonces procurador en los tribunales que trabaja en el despacho de abogados de Ginés López, y hoy dimisionario presidente de la comisión de investigación del montaje de “El País” tras haber anunciado –no sé si interpuesto, supongo que sí- querella contra Isabel Jordán por implicarle en la trama de corrupción de la “Operación Gürtel”. Tomás Martín Morales, también imputado, que por aquél entonces andaba en Nuevas Generaciones de Getafe también era amigo, por aquella época, de los dos argandeños.

Coincidieron estos inicios de los 90 con la aparición de Francisco Correa, contratado para montar, a través de su empresa Special Events, actos del PP. Empresa para la cual acabó trabajando Javier Nombela, que fuera en su día Presidente de NN.GG. de Moncloa-Aravaca (Lola Navarro fue nombrada en aquellas fechas concejal del distrito y Valle Camello directora de un Centro Cultural de Aravaca), así como vocal-vecino de su Junta Municipal para posteriormente ser nombrado –fue cesado en fechas recientes tras conocerse su imputación- asesor de Álvaro Ballarín, actualmente concejal del distrito de Moncloa-Aravaca.

Corrían los tiempos del aznarismo y López Viejo, la persona de “seguridad” que todos los españoles vimos desalojar de forma poco amable a un joven del “No a la guerra” durante la celebración de un mitin de los populares en Arganda del Rey (Madrid), listo y trepa como pocos, trabó pronto relación con Juan Carlos Vera, eterno coordinador de organización del PP bajo el mando del entonces matrimonio formado por Jesús Sepúlveda y Ana Mato, ambos miembros del llamado “Clan de Valladolid” (José María Aznar es el padrino de bautismo de uno de sus hijos) y muy relacionados con Javier Arenas. Desde entonces, Vera no ha dejado de contar con López Viejo y Alfonso Bosch (Presidente de NN.GG del distrito de Fuencarral-El Pardo tras el cese de Alberto de la Secretaría General de NN.GG. de Madrid) para la organización de todo tipo de eventos del PP durante la última década. Ambos amigos se fueron especializando en la organización de mítines y actos, ejerciendo todo tipo de funciones: desde “securatas” con pinganillo hasta improvisados fotógrafos. Más de una persona se ha llevado un buen empujón o un grito de esta pareja. Hasta hace bien poco era aún habitual ver a Alfonso Bosch en la organización de todos los actos del PP: las últimas dos veces que coincidí con él fue en el “Quedamos” de Rajoy y en el acto en defensa de la libertad para el pueblo cubano celebrado hace escasas semanas en la Puerta del Sol de Madrid.

Debo confesar que si algo me sorprendió en estos últimos años fue el empecinamiento de Esperanza Aguirre, a buen seguro desconocedora de todas estas cosas que aquí relato, en nombrar al polémico Alberto López Viejo, primero Viceconsejero de Presidencia bajo la batuta de Ignacio González, y luego Consejero de Deportes. Jamás entendí qué pintaba Alberto López Viejo en un equipo de políticos en principio muy ideologizado y presuntamente liberal, enfrentadísimo al equipo socialdemócrata, al cual están adscritos numerosos miembros del “Clan Bolero”, de Alberto Ruiz Gallardón. Y es que López Viejo de liberalismo sabe más o menos lo que yo de jugar al rugby. Siempre tuve la impresión que su nombramiento era “cuota nacional” o ganas de agradar a determinados dirigentes populares, alguno de ellos hoy en la cúpula del partido y soporte de Mariano Rajoy. Claro que es sólo una impresión.

Por fin llegamos a la pregunta que da título al artículo. ¿Es éste el final anunciado del joven político? Teniendo en cuenta que el final tenía que haberse escrito allá por 1991 y que resulta inexplicable como este tipo de jóvenes poco formados intelectualmente pero campeones del pasilleo llegan a las alturas políticas, a saber. Entre que en política cualquier cosa es posible y que la causa ha sido instruida por el chapucero Garzón, además de que vivimos en una partidocracia que premia al político profesional por encima de la solvencia intelectual o los principios, todo es posible. El tiempo lo dirá.

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