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Relato breve

La hormiguita y la liebre

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A mi amiga Hirela Ortega


Un día la hormiguita y la liebre se encontraron y se hicieron amigos en el momento que más lo necesitaban, fue una obra espléndida y prodigiosa del destino, pero el mismo destino del tiempo se encargó de dejar inconclusa esa amistad, fue todo un misterio, pero por algo fue así ese tiempo.


Pasó aproximadamente un cuarto de siglo —23 años— y la amistad entre la hormiguita y la liebre, se había confundido, escondido en el tiempo. Ninguno de los dos amigos sabían si esa amistad había sido verdadera o pasajera, incluso, no tenían conocimiento si en sus mentes por lo menos merodeaba algún ápice de recuerdo de que había existido esa amistad.


El destino se había encargado de esa tremenda obra que un día de la ausencia fugaz volvió la amistad y sonó como un estruendo de una erupción de un volcán. Entonces, los buenos amigos, la hormiguita y la liebre se asombraron que de nuevo se habían encontrado, ahora con más experiencia, más edad, cada quien con sus logros obtenidos debido al sacrificio y entrega.


La única salvedad era que conforme el factor tiempo de ausencia de casi un cuarto de siglo, todo parecía mentira, pero el transcurrir del tiempo y las correspondencias que iban y venían, la hormiguita y la liebre se dieron cuenta que la amistad siempre existió, la única diferencia era la distancia a que se encontraban el uno del otro, al igual sus experiencias y formas y modos de trabajos.


Pero un día la liebre le preguntó a su amiga, la hormiguita: “Sabes, me siento que yo no merezco tu amistad”. La hormiga respondió: “Mira, tu tamaño, eres grande y muy ágil y yo en cambio soy pequeña y lenta”. No sabes, el tamaño no lo es todo, lo importante es tu inmenso corazón, y además sos más grande que la jirafa por tu trabajo, tu empeño en proponerte y lograr lo que te has propuesto ser, por eso yo te admiro y respeto mucho, y siempre vas a ser más grande que cualquiera”, le contestó su amiga la liebre a la hormiguita. Y así continuaron siendo amigos hasta los confines de este mundo.

La hormiguita y la liebre

Relato breve
Bayardo Quinto Núñez
viernes, 24 de febrero de 2023, 11:15 h (CET)

A mi amiga Hirela Ortega


Un día la hormiguita y la liebre se encontraron y se hicieron amigos en el momento que más lo necesitaban, fue una obra espléndida y prodigiosa del destino, pero el mismo destino del tiempo se encargó de dejar inconclusa esa amistad, fue todo un misterio, pero por algo fue así ese tiempo.


Pasó aproximadamente un cuarto de siglo —23 años— y la amistad entre la hormiguita y la liebre, se había confundido, escondido en el tiempo. Ninguno de los dos amigos sabían si esa amistad había sido verdadera o pasajera, incluso, no tenían conocimiento si en sus mentes por lo menos merodeaba algún ápice de recuerdo de que había existido esa amistad.


El destino se había encargado de esa tremenda obra que un día de la ausencia fugaz volvió la amistad y sonó como un estruendo de una erupción de un volcán. Entonces, los buenos amigos, la hormiguita y la liebre se asombraron que de nuevo se habían encontrado, ahora con más experiencia, más edad, cada quien con sus logros obtenidos debido al sacrificio y entrega.


La única salvedad era que conforme el factor tiempo de ausencia de casi un cuarto de siglo, todo parecía mentira, pero el transcurrir del tiempo y las correspondencias que iban y venían, la hormiguita y la liebre se dieron cuenta que la amistad siempre existió, la única diferencia era la distancia a que se encontraban el uno del otro, al igual sus experiencias y formas y modos de trabajos.


Pero un día la liebre le preguntó a su amiga, la hormiguita: “Sabes, me siento que yo no merezco tu amistad”. La hormiga respondió: “Mira, tu tamaño, eres grande y muy ágil y yo en cambio soy pequeña y lenta”. No sabes, el tamaño no lo es todo, lo importante es tu inmenso corazón, y además sos más grande que la jirafa por tu trabajo, tu empeño en proponerte y lograr lo que te has propuesto ser, por eso yo te admiro y respeto mucho, y siempre vas a ser más grande que cualquiera”, le contestó su amiga la liebre a la hormiguita. Y así continuaron siendo amigos hasta los confines de este mundo.

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